Llegamos tarde.

29.8K 1.9K 185
                                    


#Mía

Me había despertado sola, con la cama vacía como otras muchas mañanas. Con la única diferencia de que hoy Marcos no me había despertado para darme un beso ya vestido antes de irse a trabajar para después dejarme dormir un poco más hasta que el llanto de Evan me despertase. Y sabía porqué lo había hecho. Hoy íbamos a casa de sus padres cuando él saliera del trabajo, y sabía perfectamente lo mucho que le costaba hacer tal cosa. Estaba completamente segura de que se había levantado nervioso, y de que seguramente estaría ahora mismo pagándolo con la mayoría, sino con todos sus empleados. Así que mejor le llamo y me aseguro de que se esté comportando como una persona normal antes de que se quede sin plantilla.

#Llamada telefónica.

- ¿Nena?

- ¿A cuantas personas le has echado la bronca ya hoy campeón?

- A dos.

- Marcos - digo riñéndole con el mismo tono que uso para regañar a Olivia cuando no me hace caso.

- No tiene nada que ver con mi hermano, si eso es lo que estás pensando Mía - responde tajantemente.

Vaya, alguien se ha levantado con el pie izquierdo esta mañana.

- ¿Entonces?

- Dos de mis empleados ahora se creen que son colegas míos por haberse tomado una copa conmigo en la despedida de Ryan - suelta bastante fastidiado.

- Cariño, no hay nada de malo en llevarse bien con los trabajadores. No puedes codearte solamente con Ryan en una empresa tan grande.

- No lo hago. Tengo amigos aquí Mía, si eso es lo que te preocupa. Pero esa gente son empleados, personas que trabajan para mí, no conmigo. Mis amigos trabajan conmigo.

Suspiro. Me ha pillado. Me preocupa que Marcos limite su círculo de amistades a nuestros amigos de siempre y que el resto le vean como un adversario.

- Está bien. Pero no les despidas por querer llevarse bien contigo, por favor - le digo con tono suplicante, sabiendo lo autoritario que puede llegar a ser mi hombre.

- No lo haré nena, pero sí que les voy a dejar claro que tienen que respetarme. Que no soy un colega más, soy el jefe - me rio suavemente sabiendo lo mucho que le gustaba tener el poder e intento cambiar rápidamente de tema.

- Por cierto, ¿donde almorzamos?

- En casa de mis padres, salgo a la una y os recojo. No te pongas muy guapa.

- ¿Qué? ¿Porqué? - pregunto a pesar de saber ya la respuesta.

- Nos vemos después nena.

- ¡Oye, no pases de mí! - le digo completamente indignada en su intento por esquivar mi pregunta.

- Me estas distrayendo de mi trabajo nena. Tengo un hotel que reformar antes de que llegue el verano.

- Que morro tienes. No entiendo tus celos, no soy capaz de mirar a nadie más que no seas tú.

- No me digas cosas así por llamada nena.

Me río imaginándomelo sentado en su despacho, frustrado por no tenerme cerca. Me hubiese gustado empezar el día igual que acabe el de ayer con él.

- Exagerado - le digo entre risas.

- Nos vemos luego nena, te quiero.

- Te quiero.

#Fin de la llamada.

Suspiro con el móvil en la mano como una adolescente enamorada. Yo también iba a tener que buscar un trabajo pronto, en cuanto Evan fuese un poco más mayor, porque aquí no contaba con el apoyo diario que había tenido con Polo cuando tuve a Olivia. Marcos trabajaba la mayor parte del día entre semana.

- Hola mi vida, hola precioso - le digo a mi niño con un tono de voz cursi mientras lo cojo de la cuna y lo pego a mi pecho sin dejar de mirarlo.

- ¡Mamá! ¡Mamá! - escucho a lo lejos.

- Espero que nunca seas tan celoso como tu padre ni tan curioso como tu hermana.

Mi niño se ríe como si pudiera entender lo que le estoy diciendo, como si me dijera que la culpa de que Olivia fuera tan listilla y curiosa fuese mía porque era exactamente igual que yo. A quien iba a engañar.

- ¡Mami vamos a llegar tarde al cole! - dice Olivia abriendo la puerta de mi habitación de par en par mientras yo agradezco al cielo por llevar puesta la camisa de Marcos cubriéndome hasta los muslos.

- Lo sé, lo sé cielo. Tu padre no me ha despertado hoy y a mí se me pasó la alarma - le digo mientras le cambio el pañal sucio a Evan.

- ¡Pero mamá no le cambies el pañal a Evan! ¡Vístete que no llegamos! - exige dándome tirones del filo de la camisa. Dios mío, ni siquiera llevo ropa interior.

- Olivia, para. Ve a tu cuarto, vístete y pídele a Carmen que te haga el desayuno mientras tanto. Yo tengo que darle el pecho a tu hermano, y después me vestiré rápidamente.

- ¿No te vas a duchar mamá? - pregunta esperanzada.

- Me bañaré cuando vuelva, y a tu hermano también - le digo sabiendo que si no lo hacía así no íbamos a llegar a tiempo.

- ¡Vale mamá! ¡No tardes! - dice antes de salir corriendo hacia su habitación.

Miro a Evan mientras le coloco cómodamente para que pueda mamar de mi pecho mientras cojo con la otra mano la ropa de hacer deporte y maldecía a Marcos una y mil veces por no haberme despertado. Ahora haría con prisas, sintiéndome sucia y desaliñada hasta el colegio de mi hija. Normalmente a esta hora yo ya habría despedido a mi hombre antes de tener que irse a trabajar, habria hecho algo de deporte o lo hubiese hecho después de dejar a Olivia en la escuela, pero sí que tendría a Evan duchado, vestido y alimentado. Además de que podría estar ayudando a Olivia a abrocharse la falda del uniforme como cada mañana.

- ¡Señora si va mal de tiempo le puedo pedir a alguien de servicio que lleve a la señorita Olivia al colegio y usted sigue con su rutina de siempre! - escucho a Carmen decir al otro lado de la puerta.
Pero de eso nada, Marcos y yo habíamos decidido no dejar a ninguno de nuestros hijos en manos del servicio para que ellos no viviesen el despego que habíamos vivido nosotros. Intentábamos hacernos cargo de todo lo que hacen los padres normales en el día a día.

- No Carmen, voy bien de tiempo. ¡Gracias!

- Por supuesto señora, voy a prepararle el desayuno.

Y entonces un chillido sale involuntariamente de mi garganta cuando siento como Evan ejerce más fuerza de la normal sobre mi pezón. Bajo la cabeza para mirarle fijamente sorprendida.

- ¡Evan! Eres digno hijo de tu padre, ¿eh?

TUYA (III)Where stories live. Discover now