Una llamada telefónica.

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#Marcos

-Eugin, acompaña al señor - le digo a mi secretaria cuando abro la puerta para que salga el padre de Mía por ella.

-Nos vemos en esa cena - contesta él antes de salir de mi despacho. Ni un abrazo, ni un estrechamiento de manos, ni nada. Yo no tenía ganas de parecer amable con él, y él no tenía ganas de serlo conmigo.

- Acompáñeme, por favor - escucho decir a Eugin antes de cerrar la puerta tras de mí. Me apoyo en ella un momento y cierro los ojos. ¿Una cena? ¿Arreglar las cosas? ¿En que cojones me meto? ¿Qué mierda he hecho prometiéndole a Mía que lo arreglaría todo?

Entonces escucho el tono de llamada de mi móvil, al instante veo la pantalla iluminada sobre mi escritorio y me acerco para cogerlo. Más vale que no sea Ryan preguntándome cómo ha ido todo o regañándome porque no le he contado nada, porque entonces sí que voy y lo mato.

#Llamada telefónica.

- ¿Sí? - pregunto mientras me siento en mi asiento y recuesto mi espalda plácidamente en él. Estoy completamente agotado a nivel mental. Ese hombre es mucho más inteligente de lo que yo pensaba, y traía el papel de víctima preparado de casa. Si yo no supiera como habían sido las cosas realmente, podría creerle solo con escuchar su versión un rato.

- ¿Estás ocupado?

- Nunca para ti, preciosa - sonrío cuando la escucho reír.

- ¿Tienes idea de lo loco que estás? - me dice de lo más divertida. Parece que está feliz. Me alegro, ha salido todo como yo esperaba.

- Por fin has visto las invitaciones, no sabes cuantas veces he estado por tirarle a mi madre todos esos papeles para decirle que te los enseñara y me dejase en paz.

-Me ha encantado, desde luego que Eva se ha esforzado mucho en hacerlas. Nos representan bastante, tan elegantes y sencillas.

- Me recordaban a ti - confieso desvelando el primer pensamiento que se me vino a la mente cuando las vi. Tenían que ser esas, no podían ser otras.

- También tengo vestido - me susurra aún con la emoción en la voz. Ya sé que tiene vestido, de eso se trataba. Pero no pienso decírselo, quiero escucharla.

- ¿Ah si? ¿Y como es? ¿Quieres contármelo?- pregunto mientras cierro los ojos y relajo mi cuerpo para escucharla tranquilamente.

- Solo te diré que es muy sencillo, algo ajustado.

- ¿Encaje? - pregunto queriendo saber más. ¿Como será verla vestida de novia?

- Nada de encaje, ni de trasparencias... y ya no te pienso contar nada más porque creo que estoy hablando demasiado.

Sonrío.

- ¿Y debajo del vestido nena? ¿Quieres decirme lo que vas a llevar debajo de ese vestido?

- Ah, ¿que debo llevar lencería debajo del vestido? - me dice con tono de inocencia.

- Joder, Mía- maldigo intentando recolocarme el pantalón cuando noto el bulto que aprieta mis pantalones. Me he puesto duro son con pensar en ella vestida de blanco, como si fuese una novia pura, delante de todos los invitados y con la figura de Dios en el altar mientras me da el sí quiero sin nada bajo el vestido.

- ¿Te gusta la idea, cielo?

- Sí - susurro con la voz ronca de la excitación. Si la tuviera ahora mismo aquí delante, en mi despacho, abierta de piernas y moviéndose sobre mi.

- ¿No tienes trabajo que atender campeón? - me dice con una tremenda voz de cachonda. Parece que ella está igual de excitada que yo. Y eso me pone.

- Claro que sí, tengo un asunto muy importante del que encargarme - le digo mientras me saco la polla del pantalón y empiezo a mover mi mano de arriba abajo con la mano libre.

- ¿Estás solo?

Dios mío. Su curiosidad y el tono con el que me habla... si ella tan solo supiera lo mucho que me pone aún estando a kilómetros de distancia.

- Sí. Y me estoy tocando la polla pensando en ti.

La escucho gemir. Joder, ella también se está tocando.

- ¿Estás pensando en mí bajo tu escritorio? ¿En mi de rodillas mientras mandas a unos y a otros de tus empleados para que no te distraigan del placer? - su propio gemido le corta la frase.

- Sigue, nena - le pido mientras cierro los ojos y aumento el ritmo.

- ¿Me piensas el día de nuestra boda? ¿Follando cuando ya sea oficialmente tu mujer?

Solo de imaginármela bajo mi cuerpo pidiendo por más y completamente desnuda, solo con un anillo en su mano que demuestre que es mía hasta la muerte...

- No sabes cuanto me pones nena, no sabes las ganas que te tengo. Las ganas que tengo de que llegue ese día, porque ese día Mía, te juro que me voy a encargar de hacerte venir tantas veces, que cuando pretendas levantarte de la cama, necesitarás mucho más que mi ayuda.

- Ahhh - la escucho gemir sobre el sonido de sus dedos mojados entrando y saliendo de ella con rapidez. Dios.

- ¿Te gusta?

- ¿El qué? - me pregunta con la voz entrecortada.

- Esto. Tocarte, mojarte, escucharme mientras te excitas con lo que te digo. Imaginándote que soy yo el que mueve los dedos dentro de ti, imaginándote que soy yo el que te agarra los pechos para comérmelos mientras gimes, mientras te azoto en el culo.

- Ahh, Marcos.

- Eso es nena. Pronuncia mi nombre, grítalo si quieres, que se entere todo el mundo de quién es el que te hace gemir incluso sin tocarte. Que se enteren de que estamos hechos el uno para el otro. Que se enteren de cómo de excitada estás y de las ganas que te tengo.

- Sin embargo... - suelta con la misma voz que una niña pidiendo golosinas. Dios.

- Sin embargo, ¿qué, nena? - digo mientras me obligo a no correrme antes de tiempo. Me duele la polla de tanto apretarla.

- Sin embargo, creo que esto no va a ser suficiente para complacerme - susurra antes de soltar una pequeña risa.

Que cabrona. Sabe perfectamente como me tiene.

- Entonces dime que es lo que quieres preciosa, dímelo y te juro que que te lo doy - contesto aumentando de nuevo el ritmo de mi mano. Joder, estoy apunto.

- Quiero que me folles.

Y me corro. Me he corrido. Miro el semen esparcido en mi mano y suelto un suspiro volviendo a cerrar los ojos.

-Dios.

- ¿Te has corrido? - me pregunta. No me gusta el tono que está utilizando.

- Sí.

- Bien, ahora imagínate que te limpio yo y me lo trago. Chao.

#Fin de la llamada.

Miro perplejo el móvil mientras asimilo que me ha colgado, y luego miro otra vez a mi entrepierna. Joder, me la ha vuelto a poner dura.

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora