Yo tampoco lo hice bien y aquí estoy.

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#Mía

Apenas pasan diez minutos desde que nos subimos al coche, cuando siento a Marcos de lo más tenso conmigo. Conduciendo con el cuerpo completamente recto, los músculos tensos, sus manos apretando el volante y sin haberme tocado ni un solo segundo desde que arrancó el motor. Cualquiera diría que estaba incluso cabreado después de la mañana que habíamos pasado. Así que como siempre, me niego a quedarme de brazos cruzados sin saber que le pasa y contemplarle.

- Cielo - susurro poniendo mi mano sobre su nuca y acariciándole suavemente el pelo. Es tan suave, que podría pasar así horas y no me cansaría en absoluto.

- Dime - responde girando rápidamente su cabeza hacia mí para analizarme. Está intentando disimular para que no sepa que algo le pasa, pero él sabe tan bien como yo que a mí no puede engañarme.

- ¿Qué pasa? ¿Es por tu hermano? ¿Temes encontrártelo en casa de tus padres?, si es eso no debes preocuparte. Aunque los niños estén allí, Ramón ayer me dejó en claro que ellos no... - pero me interrumpe.

- No es eso, Mía. No me pasa nada, sé que mi madre no va a dejar a Raúl ni a Cloe cerca de los niños después de todo lo que les dije anoche.

Él vuelve a girar la cabeza hacia la carretera para concentrarse. Y yo no puedo evitar mirar fijamente todas y cada una de sus facciones mientras pienso en lo increíblemente guapo que es y en lo mucho que me cuesta pensar que un hombre como él sea completa y exclusivamente mío.

- ¿Es por Ryan? ¿Porque no te contó que tu hermano estaba yendo por la empresa? - digo incluso antes de pensar lo que acabo de soltar por la boca. Sé que a Marcos no le gusta que me meta en este tipo de temas, mucho menos cuando los negocios están de por medios. Necesita tener el control sobre ello, y en ese ámbito, yo tenía que estar fuera de juego o le distraería de sus quehaceres. Me lo había hecho saber multitud de veces.

- No. Ryan debe estar ahora mismo en el avión a Hawaii con Lili, y va a pasase allí dos semanas de luna de miel. Así que no pienso ni llamarle para pedir explicaciones de nada, esto es algo que tengo que resolver yo mismo. Si me vuelvo a encontrar con mi hermano, le pediré explicaciones a la cara. Ya es hora de que se comporte como un hombre y no actúe más a mis espaldas - asiento lentamente. Verle hablar con tanta firmeza en ese habitáculo me hace recordar todas las veces que hemos tenido sexo en sus miles de coches. Muy buen sexo.

- Claro.

- Deja de mirarme así, sé lo que estás pensando - suelta con una sonrisa arrogante en la cara. Es un creído.

- Es imposible que me leas el pensamiento, ¿sabes? - le respondo cruzándome de brazos en su dirección. Él no tarda en analizar mis gestos. Esto le divierte.

- Nunca voy a entender tu fetiche con tener sexo en el coche - dice negando con la cabeza de lo más feliz.

Yo me río también. A quién quiero engañar, mi prometido se veía increíblemente irresistible al volante.

- ¿Entonces? ¿Me vas a contar que es lo que te tiene así? ¿Es conmigo? - le niega rápidamente con la cabeza en mi dirección antes de poner su mano sobre mi rodilla y mirarme fijamente mientras esperamos a que el semáforo se ponga en verde.

- Tus padres han llamado. Fue el día que almorzamos en casa de mis padres y nos peleamos.

Mi cuerpo se pone alerta. El tono que Marcos utiliza, desde luego que no me calma. Pero el hecho de pensar en mis padres, me pone la piel de gallina al instante.

- ¿Han hablado contigo? - pregunto esperanzada porque su respuesta sea un rotundo no.

- Ha hablado Carmen con tu padre - suspiro aliviada por su respuesta - y dice que vienen los dos a pasar unos días. Que tienen que cerrar un negocio aquí y que les gustaría pasar por casa, ver a los niños, estar con nosotros, ya sabes...

Mi cuerpo decae en cuestión de segundos mientras Marcos me mira nervioso esperando una respuesta. Supongo que está esperando a que me enfade, llore o pataleé como suelo hacer cada vez que tocamos este tema. Pero no es el caso. Simplemente me limito a verle conducir mientras apoyo mi cabeza en el asiento y cierro los ojos. No quiero echar más mierda a mi vida, y por mucho que quiera a mis padres, sé que su presencia aquí nos puede causar numerosos problemas.

- ¿Qué crees que debo hacer? - pregunto minutos más tarde cuando mi hombre ya está aparcando frente a la casa de sus padres.

- ¿Me lo preguntas a mí de verdad? - asiento.

- Sí.

- Yo no soporto a tú madre desde el primer día en que supe cómo te trató cuando se enteró del embarazo. Pero Mía, yo tampoco lo hice bien y aquí estoy.

- Eso no me soluciona nada - susurro.

- Tu padre sí que puso algo más de empeño, nena - asiento con pena. Yo no sabía cómo gestionar esto.

- No quiero volver a tener contactos con ellos, Marcos. No les quiero en mi vida. Me dieron la espalda cuando más les necesitaba. No quiero - le digo intentando no derramar una sola lágrima.

- Solo te digo, que ayer a Lili la llevaba su padre hacia el altar. Y sé qué tú quieres lo mismo - agacho la mirada al instante. No le puedo negar eso.

- Yo no me veo capaz de enfrentarme a ellos en este momento, Marcos. No puedo.

- Entonces déjamelo a mí - suelta pillándome por completo por sorpresa.

- ¿Qué?

- Que dejes que me encargue yo, nena. Le diré a Carmen que vuelva a llamar y quedaré con tu padre. Con tu madre... ya iremos viendo - cierro los ojos cuando su palma acaricia mi mejilla. Tenerle a él a mi lado me resultaba un hábito tan necesario como respirar.

- ¿Y si no sale bien?, tú ya tienes bastante con encargarte de la empresa y de todo lo que tiene que ver con tu hermano.

- Cielo, creía que ya tenías claro que mi lista de prioridades la encabezas tú. Si no estás bien, todo lo demás se me desmorona, Mía. - Yo le miro embelesada mientras le oigo hablar.

Ay, Marcos Rodríguez, ¿qué haría yo sin ti?

TUYA (III)Where stories live. Discover now