Ryan últimamente no sabe lo que hace.

25.9K 1.9K 173
                                    


#Marcos

- Me da igual lo que diga o haga mi hermano, Ryan. Una simple demanda no es suficiente para que consiga lo que quiere. No le voy a dar tal porcentaje de dinero, no le voy a dar tantos hoteles, ni tampoco voy a dejar que amargue el día de mi boda, joder. Qué Mía ya tiene hasta el vestido, mi madre ha hecho las invitaciones... que no. Así tenga que pasar por encima de mi.

- La demanda es lo de menos, Marcos.

- ¿Qué? - pregunto con mis manos  apoyadas en el escritorio.

- El caso de tu padre, lo han vuelto ha abrir - pronuncia sin siquiera mirarme.

- ¡¿Qué?! ¡¿Qué cojones estás diciendo Ryan?! ¡¿Estás escuchando lo que estás diciendo?! - le grito mientras le pongo de pie tirando del cuello de su camisa.

Me ahogo, la corbata me ahoga. Suelto a Ryan de un tirón para poder deshacerme de ella, me doy cuenta de que la he roto en cuanto la veo tirada en el suelo. Pero no me importa, me sigue quemando, ardiendo la piel, me ahoga la camisa. Me la quito rompiendo todos sus botones. No encuentro el aire, me vuelvo loco buscando oxigeno, me agarro a la silla con el fin de no caerme mientras me falta la respiración. Ryan aparece en mi campo de visión, y sé que me está hablando porque le veo mover los labios y hacerme gestos, pero no le escucho, no oigo nada, solo oigo el ritmo de mi corazón bombeando cada vez más y más rápido.

- ¡Marcos joder! ¡Respira mamón! ¡Respira! - escucho por primera vez a Ryan. Y me doy cuenta de que estoy sentado en el suelo de mi oficina con la espalda apoyada en la pared y Eugin a mi lado dándome aire con las manos mientras habla con alguien por teléfono.

¿Como he llegado hasta aquí? ¿Me he caído?

- ¡Háblame! ¡Hermano vamos, háblame! - me grita Ryan mientras me palmea la cara como si no estuviera consciente. Y lo cierto es que mi garganta es incapaz de emitir ningún otro movimiento que el nulo intento por captar oxígeno.

Rápidamente siento como me ponen una mascarilla en la boca y me tocan el brazo. Al instante me doy cuenta de que tengo a todo un equipo médico a mi alrededor, que lo que tengo a mi lado es una bombona de oxígeno y que lo que siento en mi brazo en la mano de un tipo que me está tomando el pulso.

- ¡Ryan! ¡¿Ryan donde está?! ¡¿Donde está?! - reconozco su voz en mis oídos. No escucho a ninguno de los tipos que me toquetean por todas partes, pero reconocería su voz en cualquier parte del mundo.

- Cálmate, está bien. Le ha dado una crisis de ansiedad, pero está bien. Se están encargando de él - escucho a mi amigo decirle de lo más calmado. No sabe con quién está tratando, el tono de su voz no va a hacer cambiar a mi mujer de idea.

- ¡¿Una crisis de ansiedad?! ¡Él estaba bien! ¡Marcos nunca ha tenido una crisis de ansiedad!

- ¡Mía cálmate o te dará otra crisis de ansiedad a ti también!

- ¡Apártate de mi camino, Ryan! - grita ella haciéndome reír. Esa es mi chica.

- ¡Mía!

- ¡Marcos! ¡Marcos! - exclama tirándose a mis brazos. Yo pego su cuerpo al mío mientras le hago un gesto a Eugin para que aleje a esta gente de aquí. Ya estoy mejor.

- Quítame esto - le digo al tipo que lleva la bombona.

- Señor, su respiración no ha alcanzado el ritmo adecuado todavía - dice nervioso al darse cuenta de que es el único de sus compañeros que queda en el despacho.

- Entonces lárgate de aquí - digo sin mirarlo.

-Yo me encargo, no te preocupes - le dice mi mujer de lo más agradecida. Como no...

Hago el amago de quitarme la mascarilla en cuanto el tipo cierra la puerta, pero Mía es más rápida que yo y vuelve a colocarla con cara de enfado.

-¡No! - exclama como una niña pequeña.

- Haz caso a tu mujer, hombre. Que casi me da un infarto.

- ¿Está mejor, señor? - pregunta Eugin extendiendo un vaso de agua en nuestra dirección. Mía lo toma con una sonrisa, y a continuación, me quita la mascarilla para darme de beber como si fuera un bebé.

- Estoy mejor, Eugin. Retírate - le digo más tranquilo. Joder, que sensación más frustrante.

- ¿Qué ha pasado? - le pregunta Mía directamente a Ryan. Yo le miro advirtiéndole con los ojos mientras noto mi corazón volviendo a acelerar. Si le dice algo, lo mato.

- No ha pasado nada - digo con dificultad, ganándome una mirada fulminante por su parte. Genial.

- Tú marido, que como no quiere hacer las paces con su hermano, pues se pelean. Como dos niños pequeños, mientras que a mí me toca ejercer de la abuela que le da chuches a ambos a escondidas para mantenerlos contentos.

¿Qué?

- Creía que eras mi amigo... - pronunció con amargura en mis palabras. ¿Porqué se tenía que llevar bien con él?

- Sí, eres mi nieto favorito.

-Cabrón - le digo firmemente. Quiero que lo sepa - me jode que te lleves así de bien con mi hermano. Lo odio.

- Tú hermano es un desgraciado y eso ambos lo sabemos, lo único que intento es que no acabe haciendo una locura hacia ti. O peor, hacia sí mismo.

- Dios - susurra Mía cerrando los ojos aún sentada en mis piernas.

- ¿Ahora eres un chivo expiatorio? - pregunto de lo más asqueado ante la idea.

- Algo así. Tu, como hermano mío que eres, eres mi prioridad. Creía que lo sabias.

- Y yo creía que no podías ser más idiota de lo que ya eres. No me gusta tu idea, desiste de ella y vuelve a odiarle como hemos hecho siempre. Estoy harto de la benevolencia de todo el mundo.

- Marcos... - susurra Mía mientras me acaricia la mejilla.

- Te has vuelto loca por verme, ¿eh?- le digo divertido mientras me deshago de todo para dejarle un beso en el cuello.

- Ryan no me quería dejar pasar - me dice de lo más inocente como si él no estuviera presenciando la escena.

- Sí, Ryan últimamente no sabe lo que hace.

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora