Epílogo.

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                        Un año después

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                        Un año después

PIERO

Hago un repaso mental de mis planes para hoy. Es un momento especial, y, considerando que la primera vez que tendría que haber pasado no ocurrió, sé que tengo que hacer de esta, la mejor noche.

Mientras espero a que Gia llegue, levanto la vista hacia el cielo para disfrutar de la vista. Las incontables estrellas están presentes en nuestra noche una vez más, siendo prácticamente testigos de todo lo que ocurre entre los dos.

Me acomodo sobre la manta que tengo debajo para seguir admirando a las luces naturales.

La última vez que estuve en una situación parecida, le dije a Gia que estaba dispuesto a demostrarle que había cambiado y que podía ganarme una segunda oportunidad. Y ahora, un año después, estoy de la misma manera para celebrar nuestro primer año de noviazgo.

Al nombrar esa palabra el corazón se me acelera. Pensar que, primero, arrruiné lo que tenía con ella, luego volví de la nada y comencé a hacer cosas para demostrarle que había cambiado y, ahora, estoy cumpliendo un año de estar de novios.

Todas las emociones son muy fuertes y parece que tengo la cabeza dentro de una licuadora, pero trato de acomodarlas y entenderlas. Todas fueron parte de un proceso para mí y lograron lo que soy en este momento, asi que por eso no quiero negarlas.

No dejo de moverme por los nervios, hasta que leo el mensaje de Gia diciéndome que está cerca. Tendría que ser al revés, pero al saber que está por llegar, todos mis miedos y nervios se esfuman.

Espero los minutos necesarios para verla llegar por la derecha con una sonrisa de oreja a oreja. El vestido blanco que lleva se mueve ligeramente por la brisa de otoño y una chaqueta de jean cubre sus brazos y torso.

Le hago una seña a mi lado moviendo mi mano sobre la manta para que ella se siente. Y lo hace.

Me acerco más a ella, extiendo mi brazo por detrás de su espalda y la acerco a mí. Cuando estamos así, juntos, siento que nada malo puede pasarnos.

—Hola —dice con una tierna sonrisa.

Su cabeza está apoyada en mi hombro, haciendo que Gia quede más baja que yo y tenga que bajar un poco mi cabeza. Lo hago para dejarle un corto beso en sus labios después de responderle el saludo.

Sin dejar de sonreír, se voltea y sube su vista hacia el cielo.

—¿Te diste cuenta que casi siempre que estamos juntos hay un montón de estrellas brillando en el cielo? —pregunta, repentinamente interesada y centrada en el profundo azul que nos acompaña.

—Sí, me di cuenta, y creo que es lo más hermoso que podemos admirar estando juntos.

Vuelve a girar su cabeza hacia mí, mirándome fijamente.

Olvidándome de ti ©Where stories live. Discover now