Capítulo 13 | Amigos.

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GIANNA

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GIANNA

—De verdad, estoy bien —repito por enésima vez—. Además, ya conoces los rumores sobre esa chica. Dicen que se emborracha seguido. —La constante pregunta de Aisha sobre lo que ocurrió en la fiesta de hace dos días es agotadora.

—Sólo quiero asegurarme, pero confío en lo que dices —aclara la morena.

Suspiro pesadamente. No tiene sentido que me ponga mal por esa situación. A Piero se lo veía incómodo con la morocha ebria a su lado, seguramente sólo la estaba ayudando.

—Cambiemos de tema, ¿tienes novedades sobre el desconocido? —Miro a mi amiga, y ella asiente. Los nervios vuelven a mi cuerpo.

—Ayer me llegó un mensaje diciendo qué es lo que quiere que haga —cuenta. Formamos un círculo confidencial como en las películas, nada más que sólo somos nosotras dos. Hago un gesto con la cabeza para que siga hablando, ella lo capta y sigue—: quiere que consiga la llave de la oficina del director —explica. La miro confundida intentando que aclare algo más, pero noto que Ash tampoco entiende lo que pasa.

—¿No dijo qué es lo que contará si no lo cumples? —interrogo, entre asustada y enojada.

—¡No! Además, ¿para qué necesitaría la de llave de esa oficina? ¿Quién es la persona tras esto? —Más que respuestas, tenemos miles de preguntas dando vueltas.

—¿No hay forma de rastrear el número? Quiero decir, yo no sé nada de eso, pero tengo entendido que el amigo de tu hermano sabía algo de eso —le recuerdo y parece que a la morena se le ocurre una idea.

—¡Tienes razón! —dice. Parece más aliviada—. Samuel estudia Informática, él podría ayudarnos. —Al finalizar la oración, me mira con ojos de perrito—. ¿Vienes a casa hoy y de paso le preguntamos? Así estamos juntas —pide.

Digo que sí, quiero saber quién es el maldito que le manda esos mensajes a Aisha. Cuando terminamos de hablar, Axel se nos une a la par del toque de timbre; nos saludamos, el rubio se va a su clase y nosotras dos a la nuestra.

PIERO

Termino la clase de Economía con un montón de fórmulas y números revueltos en mi mente. El profesor, del que no registro ni su nombre ni su apellido, explica demasiado rápido los temas y apenas entiendo cuando dice el título de este.

Antes de que ingrese la siguiente profesora, una persona se recuesta por mi banco y me siento obligado a levantar la vista.

Dana Clark se encuentra frente a mí.

Desde el sábado pasado no la vi más, y lo último que supe de ella fue que llegó bien a su casa.

—Debo disculparme contigo —dice mirándome. Sus ojos demuestran lo avergonzada que está—. Apenas recuerdo lo de la otra noche, pero Liam me contó el papelón que hice. —Me alivio mentalmente al saber que verdaderamente son familia. 

Olvidándome de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora