Capítulo 16 | Estrellas.

115 20 5
                                    

I'd every mountain
And swin every ocean
Just to be with you
And fix what i've broken

        Calum Scott - You are the reason

        Calum Scott - You are the reason

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

PIERO

—Timbre, alumnos, pueden salir al recreo —anuncia el profesor de Física.

Comienzo a guardar mis cosas cuando veo que Liam se acerca a mi lugar. Como todavía no somos tan cercanos, él se sienta con sus amigos y yo, por mi parte, sigo en el mismo asiento del fondo del aula como el primer día.

—Hey, amigo, ¿vamos? —El ruloso me choca los puños como saludo de la mañana, algo que me hace sentir aceptado en el grupo. Lo mismo hacen Mateo y Joan. Este último casi ni me mira, seguramente sigue avergonzado por lo de la otra tarde.

—Vamos —digo.

En el trayecto se nos une Dana, asi que ahí vamos los cinco: la morocha, su primo Liam —mi nuevo amigo— y sus dos acompañantes. Sí, también el que me amenazó si no me alejaba de la señorita Clark.

—Tengo hambre, ¿podemos ir hasta el kiosco? —La voz de Dana nos saca del absoluto silencio de grupo—. Quiero comprar alguna galleta de chocolate.

—También tengo hambre —dice Mateo, el morocho—, así que yo me apunto.

—Yo igual —concuerda Joan, el enamorado de Dana.

—Aprovechemos y vayamos todos —acepto. Liam asiente y conjuntamente caminamos hacia el atestado almacén. La masa de gente que quiere adquirir algo de comer se agolpa frente a la ventana de compras. La vendedora no puede atender a muchos a la vez y se la ve yendo de un lado al otro, posiblemente exhausta.

—Estaremos aquí un buen rato —gruñe mi amigo el ruloso—. Posiblemente hasta que finalice el receso.

—¡Tengo hambre! Me quedaré esperando el tiempo necesario —brama Dana.

—Tal vez tengas que salir de aquí en un ataúd para ese entonces —bromea Mateo. Me carcajeo suavemente y choco el puño por el buen chiste del castaño. Los otros tres partícipes del grupo también se unen a las risas, haciendo el tiempo de espera un poco más divertido.

Escuchar a Teo burlarse de Dana, a base de chistes malos, hace que recuerde cuando yo solía hacerlo con Gia. Lograba sacar su linda sonrisa cuando estaba de mal humor o simplemente no se encontraba siendo ella misma, y verla de nuevo feliz —gracias a mis bromas— hacían que mi corazón rebose de felicidad. Ahora solamente tengo las palabras de nuestro último encuentro rondando por mi cabeza, como si fuera poca tortura el saber que nos estamos lastimando.

Los lentos pero marcados latidos de mi corazón forman una tenue melodía que sólo yo puedo oírla, causada por una casual conexión de miradas de la que soy prisionero. Frente a mi, a unos cuantos pasos, se encuentra la causa de mi dolor.

Olvidándome de ti ©Where stories live. Discover now