•ᑎᝪ しᝪᐯᗴ ᗩししᝪᗯᗴᗞ•

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Seo SooJin

Cuando recibí mi beca en Chicago, Estados Unidos, lejos de mi país natal (Corea del Sur), no me imaginé que la popularidad en mi universidad fuera la misma de siempre.

Nunca me he cohibido y sé que soy hermosa. Los chicos que van tras de mí me lo confirman y las habladurías de las envidiosas sólo hacen que mi ego crezca.

Sin embargo, caí. Me enamoré perdidamente de un imbécil.

Al inicio, todo fue muy bien. Romanticismo por aquí, sexo por allá y pensaba que las cosas iban viento en popa.

Pero no era así y lo sabía.

Él no era hombre de una sola mujer y yo sólo era una más de su colección.

Sin embargo, siempre volvía a mí. Siempre me buscaba cuando necesitaba desahogarse e incluso llorar. Me hacía creer que era su mayor tesoro.

Y lo peor de todo, era que yo sólo me enamoraba más y más con cada día que pasaba.

Pero un día iniciaron los golpes y más de una vez tuve que cubrir mi rostro con mascarillas o exceso de maquillaje.

Me había cansado de eso, pero le tenía miedo puesto que se había vuelto agresivo de repente.

Y el día que me cansé de ser su maldito saco de boxeo, fue cuando lo descubrí, por primera vez, con otra mujer. Sabía que me engañaba, pero jamás lo había visto hacerlo.

Hasta ese día.

Él me vió, y aún así no me siguió cuando salí corriendo de la cafetería donde estaba hasta la casa.

La habíamos comprado juntos, pero me importaba un bledo en ese instante. Recogí todo lo que me pertenecía y fui guardando las cajas y maletas en mi auto.


Sin embargo, cuando estaba bajando la última maleta, él recién entraba a la casa.

-¿Qué estás haciendo?-preguntó.

-Como si no supieras lo que hago-bufé e intenté continuar mi camino.

Sin embargo, él me tomó por el antebrazo, hacíendome soltar la maleta, y me arrastró hacia la cocina.

Digamos que ese era su lugar para tener discusiones.

Demasiado raro. Pero así era él.

-¡Tú no puedes irte!-gritó.

Comenzamos muy mal.

-¿¡Quién lo dice!?-repuse-¿¡Tú, que me engañas con cualquier puta!?

En el acto, una fuerte bofetada fue a parar a mi mejilla y, sin siquiera darme tiempo a reaccionar, una oleada de golpes comenzaron a impactar contra mi cuerpo.

-¡Tú no puedes irte!¡Eres lo mejor que tengo!¡Mi mayor tesoro!

Pero, claramente, yo ya no iba a ceder ante sus palabras.

Menos con la golpiza que acompañaba a esas palabras vacías.

Logré colocarme de pie y me lancé a la meseta a buscar algo con lo que defenderme puesto que no era muy buena en eso de la defensa personal.

¡Y vaya suerte que tuve cuando mis manos agarraron el mango de un cuchillo!

No lo dudé ni un segundo y clavé la cuchilla en su carne, importándome poco salpicarme con la sangre.

-¡Te amé como a nadie!¡Estaba muy feliz hasta que llegaste!¡Tú mataste lo nuestro!¡Ahora paga las consecuencias!

Con la ira y adrenalina corriendo por mi cuerpo, me detuve cuando sentí que era necesario.

Sólo entonces tomé mi última maleta y la guardé en el auto y, en lo que subía a este, llamé al 911 desde mi celular.

Me enfrentaría a un juicio luego si era necesario.

Pero eso, como dije, ya sería luego, porque lo único que había en mi mente era un simple y firme pensamiento: Jamás en la vida, a partir de aquel momento, ningún otro amor estaba permitido para mí.

♬ᎢᗯᗴᑎᎢᎩ ᔑᝪᑎᏀᔑ♫✓Where stories live. Discover now