•ᑫᑌᗴᗴᑎ•

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Song YuQi

Durante todos estos años, me han tratado como una princesa cualquiera, puesto que me habían obligado a casarme con el príncipe de la nación de GaZhi con tal de salvar a mi familia de morir en manos de la hambruna.

¿Por qué a mí exactamente?

Porque dicen que soy la mujer más hermosa de este país.

Y lo admito, lo soy.

Pero no soporto ver cómo, cada vez que llegan los amigos y camaradas del príncipe, me observan con el mayor de los deseos e incluso se atreven a pedirme en matrimonio.

Y mi esposo, que es el hombre más ambicioso que he conocido, niega ante tal petición. Por lo menos en eso coincidimos, pues nuestra relación no es más que de odio (en mi caso) y burla (por su parte, claro está), y para mi suerte, dormirmos en cuartos separados.

Realmente sólo nos une un acta de matrimonio, pues por lo demás, soy libre. Sólo cumplo con su capricho de tener a la mujer más hermosa como su esposa.

La reina tampoco es alguien a quien le agrade, y el sentimiento es compartido, pues el aura de esa mujer es más oscura que la tinta que usa para cubrirse las canas.

Todos me tratan como un objeto, como algo insignificante, pero eso acabará justo hoy: el día de la coronación.

El príncipe ya cumplió sus veintiuno, edad con la que debe ocupar el trono por tradición, y conjuntamente con él, yo, por supuesto.

Como princesa no tengo muchas opciones para rebelarme, pero al ser reina, la historia cambia por completo.

Salgo de mi habitación para encontrarme con mi esposo en el pasillo que nos conduciría al salón del trono, entrelazo su brazo con el mío (por mero compromiso de no hacer ver que nuestra relación es falsa), y nos encaminamos a enfrentar al pueblo y los nobles de otros países que han venido a ver la coronación, además de los gobernadores de las diferentes provincias.

Él está particularmente feliz hoy, pero lo que no sabe es la sorpresa que le tengo.

Realmente mi plan varía según su comportamiento y el de los demás para conmigo, pero como estoy segura de que algún incidente así va a suceder, ya estoy preparada para hacer de esta coronación, algo inolvidable, y lo mejor, darme mi lugar en este palacio...y en el mundo de la nobleza en general.

Al entrar al salón, tanto los nobles como la pequeña representación de la población, se inclinaron y así permanecieron hasta que mi esposo y yo tomamos asiento en nuestros correspondientes lugares en la cima del trono.

En el centro estaba él, ubicado sobre un gran sillón con incrustaciones de oro, a su izquierda estaba mi suegra, sentada en una silla de madera fina con esmeraldas incrustadas y luego estaba yo, a la derecha, descansando mi cuerpo en una silla, aunque de madera fina, con simples adornitos tallados.

Pero eso va a cambiar, por supuesto.

La ceremonia transcurre en total paz y alegría, para la mayoría, claro. Hay muchos que sé que temen lo que sucederá bajo el mando de este nuevo rey, así que prefieren mostrar falsas sonrisas.

Eso también lo tengo resuelto.

Ya con mi corona en la cabeza, al igual que el estulto de mi esposo, nos levantamos del trono y caminamos hacia el centro del salón, donde ya se nos acercaban los gobernantes provinciales, amigos del rey, de hecho.

-Felicidades, amigo mío-sonríe uno. Es el gobernante de la provincia de GuHa-. Y usted, señorita, está muy hermosa este día ¿Está segura de que no quiere ser mi esposa?

Ya sabía yo que había tardado en sacar un comentario como ese.

-Tenga un poco más de respeto, joven-niego y dibujo una sonrisa ladina en mis labios-. Está hablando con la reina y no creo que ese tipo de comentarios sean prudentes.

Sin embargo, y como me lo esperaba, comienzan a reírse de mí, cosa que me hace sonreír en mi interior.

-¿Cómo puedes reclamar algo así siendo tan débil?-mi esposo realmente debe odiarme como para "avergonzarme" de esta manera frente a todos-¿Piensas que por ser reina vas a...?

Pero no lo dejo terminar. Mis acciones son más rápidas y consigo arrebatarle la espada de su cinturón y colocar la punta en su cuello.

Pesa, sí. Pero a mí esta espada de plata me resulta tan ligera como una pluma. Tantos años entrenando a escondidas han dado sus frutos.

Por supuesto, logré lo que quería desde un principio: Todos los ojos están sobre mí, y, al igual que los de mi esposo, parecen querer salirse de sus órbitas.

Claro está que nadie esperaba la rebelión de una reina.

-Si no quieres que rasgue tu garganta ahora mismo, arrodíllate y pide perdón-sentencio y la enorme sonrisa en mi rostro es imborrable.

-No serías capaz ni de matar a una mosca-se burla uno de los gobernadores y no hago más que reír mientras me acerco a él. Tiene miedo de mí y su mirada lo delata-¡Agh!

Mi sonrisa se agranda aún más cuando, sin ningún remordimiento, hago que la espada atraviese su muslo derecho.

-Atrévete a burlarte nuevamente y será tu corazón el que sea atravesado.

El terror parece haber inundado la sala. Incluso mi suegra, que siempre se muestra como una mujer capaz de enfrentarlo todo, es la primera en temblar cuando mis ojos reparan en ella.

Volteo a ver a la pequeña representación del pueblo y les sonrío.

-Tranquilos. Mientras yo esté en el trono, no habrá injusticias en este país ¿Verdad, señores gobernadores?-enseguida asienten, completamente aterrados por mis acciones-. Entonces, esposo mío-pasando mis dedos sobre la hoja de la espada, eliminando así rastros de sangre, me acerco a él-. Aún estoy esperando a ver tus rodillas en el suelo y oírte pedir disculpas.

Traga saliva y como si fuera un perro domado, se coloca de rodillas.

-P-Per-dón.

Mi sonrisa es tan amplia y duradera que ya comienzan a dolerme mas comisuras cuando me inclino en su dirección.

-Vas a aprender cómo tratar a una verdadera reina, a las buenas o a las malas.

♬ᎢᗯᗴᑎᎢᎩ ᔑᝪᑎᏀᔑ♫✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora