•ᑎᗩᗞᏆᗴ ᑕᝪᗰᝪ ᗴししᗩ•

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Park JiMin

A mis diecinueve años, era un chico usado.

Sí, usado.

No sólo los que decían mis amigos se aprovechaban de mi supuesta ingenuidad, sino que las que fueron mis novias también.

Tenía el corazón roto.

Pero llegó ella.

Un día que transcurría normal, se convirtió en uno especial cuando la vi caminar por los pasillos vacíos de la universidad.

Sólo éramos ella y yo por allí puesto que la mayoría de los estudiantes estaban el comedor y/o los jardines, así que se me acercó con una inmensa sonrisa en cuanto nuestros orbes chocaron.

-¡Hola!-canturreó-. Soy Kim EunHa.

Su mano tomó la mía, formando un saludo y decidí devolverle la sonrisa y presentarme.

-Un gusto, EunHa. Soy Park JiMin.

A partir de ese instante, comenzamos a juntarnos en las clases (que para mi desgracia no en todas coincidíamos), en los jardines, pasillos, el comedor, la terraza y así pasó el tiempo hasta que finalmente la invité a una cita.

Y me río siempre al recordar sus palabras exactas.

-¡Hasta que al fin, Park! Pensaba que me iba a morir sin tener una cita contigo.

Es demasiado exagerada en ocasiones.

Y eso lo descubrí apenas tuvimos un par de conversaciones a partir de su llegada.

Estar a su lado es como vivir en una eterna aventura. Todo es emocionante y la adrenalina corre por mis venas a un ritmo exorbitante.

Apenas en la primera cita ya nos habíamos besado y me mostró su lado fogoso por encima de esa dulce personalidad que también poseía.

Juro que ese día también descubrí lo pervertido que podía ser cuando me ví colando mis manos bajo su blusa.

Ella dejó que recorriera su piel a mi gusto, más no dejó que me pasara de cierto límite.

Estaba (estoy) embobado con ella.

La veía caminar y me deleitaba con la hermosa forma de sus muslos y piernas y su balanceo de caderas. Me sentaba a su lado y siempre debía robarle un beso, ya fuera tierno o fogoso, y por eso nos colocaron en apodo de: Los calientes.

Pero a nosotros no nos importaba. Aquella era la realidad.

Ella, mi mujer, con su dulce personalidad, logró enamorarme. Pero su fogosidad me dejó a sus pies.

Aún están presentes los recuerdos del primer: Te amo.

Estábamos haciendo el amor y simplemente aquello brotó de mis labios mientras ella saltaba sobre mi hombría. ¡Y vaya alegría que me dió cuando me respondió de igual manera!

Ella.

Una mujer caliente y tierna, pervertida y angelical, que curó mi corazón roto, que me hizo saber lo que era el verdadero amor, que con tan sólo un beso es capaz de llevarme a un viaje por el universo, que me ama y la amo y que, sobre todo, me hace feliz así como yo a ella.

-Preciosa...-esos son mis jadeos en su oído mientras le hago el amor y ella entierra sus uñas en mis omóplatos.

Sus gemidos son la jodida melodía más excitante que he escuchado y me impulsan a aumentar la velocidad de mis movimientos, sólo para sentir sus piernas temblar a mis costados y sus mordidas en mi cuello al momento de nuestro orgasmo.

Porque ella es absolutamente todo lo que necesito.

Y en la próxima vida, juro volver a buscarla, porque la necesito a ella y sólo a ella.

No hay comparación ni sustitución.

No hay nadie como ella.

♬ᎢᗯᗴᑎᎢᎩ ᔑᝪᑎᏀᔑ♫✓Where stories live. Discover now