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Kim YongSun

Sin dudas, la peor parte de las relaciones temporales es cuando llega la ruptura.

Aunque me siento muy orgullosa de haber sido yo quien diera el paso definitivo, mi corazón sigue herido.

Las relaciones tóxicas son lo peor que le puede pasar a una persona, a menos que sea tan ponzoñosa como la otra y, a pesar de todo, se entiendan mutuamente.

Pero no, ese idiota y yo no tenemos nada que ver...al menos no ahora, porque en un principio parecía ser el príncipe que siempre esperé.

Sin embargo...¿Cómo se puede estar con una persona que no quiere que trabajes, que controla tus horarios de entrada y salida, que no le gusta que salgas con tus amigas, que maneja tu manera de vestir, que siempre quiere ser el dominante en la cama y no le importa si llegas al orgasmo o no, que no se preocupa por los aniversarios ni los mínimos detalles que a cualquiera pueden llegar a alegrar, que te encierra con tal de que no salgas de la casa mientras él sí sale a divertirse con sus amigos, que te humilla ante los demás, que intenta callar tu boca con dinero, y que, para rematar, te amenaza con golpearte, o lo hace, si lo desobedeces?

Bien fea la situación ¿verdad? El colmo sería que me hubiese engañado, pero no, de haber sido así, lo hubiese terminado de matar luego de la cantidad de bofetadas que le di cuando le solté toda la verdad en la cara y me fui de su casa.

No me demandó, por supuesto. Muy bien sabe él que se merecía eso y más, y lo sabe tan bien, que no ha dejado de insistirme para que vuelva con él y demás.

Pero, y pese a lo aún muy enamorado que está mi corazón, no lo dejo siquiera hablar cuando se aparece en mi casa. Ni siquiera le abro la puerta.

Mas estoy cansada de estar siempre sola. Evidentemente, perdí a todas mis "amigas" por causa de ese idiota y mi familia vive demasiado lejos de la ciudad como para apoyarme en estos momentos.

Sentada frente al fuego de mi chimenea, buscando salor en esta noche que pretende ser fría, pienso en una manera de rehacer mi vida y no armar una rutina que consista en ir a trabajar, regresar a casa y así sucesivamente...justo como la que tengo.

El bombillo se me encendió y enseguida me levanté del sofá para ponerme manos a la obra.

Me visto y maquillo lo más elegante (y a la vez casual) que puedo, tomo mi bolso y salgo en cuanto el taxi que pedí, llega.

El vehículo me deja frente a las puertas de un nightclub, y luego de pagar la entrada, me abro paso entre los pequeños tumultos de gente que hay por donde paso y no dejan tanto espacio libre.

El lugar está lleno, y la música es contagiosa, mas prefiero tomar unos tragos antes de amimarme a sudar la gota gorda en la pista, así que dirijo mis pasos a la barra.

Con una Margarita en mano, observo a los grupos de chicas (que se nota recién cumplen sus veinte) divertirse como sólo a esa edad se puede hacer. Luego están las parejas, y me enorgullece ver que no sólo hay pares heterosexuales, sino homosexuales también.

Hoy en día no muchos aceptan eso, así que por ello me siento contenta.

Bebiendo de mi trago estoy, y noto la figura de alguien que se sienta a mi lado.

Enseguida volteo a ver y estoy segura de que mis pupilas se dilatan al localizar semejante monumento de hombre a mi lado.

Me sonríe y extiende una de sus manos.

-¿Quieres salir a bailar?

Mi sonrisa se ensancha tanto como la de él, y dejo la copa de lado para tomar su mano.

Me jala con él a la pista y se asegura de tomar mi cintura para no perdernos mutuamente entre la multitud, y yo sólo puedo dejarme guiar porque verdaderamente vine a este club a vivir mi vida como no se me había permitido, y esta noche, nada más que yo importa.

Bueno, puede que lo incluya a él, aunque hasta su nombre me resulte desconocido.

Una canción animada suena y comenzamos a bailar finalmente, tan pegados que puedo sentir su respiración mezclarse con la mía, pero aún así se muestra respetuoso y nos concentramos en bailar.

Tengo el presentimiento de que esta noche será un gran inicio para crear una rutina más viva, aunque eso implique disfrutarla de la mano de un desconocido.