•しᏆᑫᑌᝪᖇ•

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Min YoonGi

Para un chico de veinticuatro años como yo, que recién va teniendo éxito como productor musical, ir a un bar a celebrar con sus compañeros es cosa típica de hacer una vez al mes como mínimo.

Es por eso que estoy aquí, sentado en la barra de este bar de renombre, degustando unas buenas copas de whiskey en completa soledad, pues mis compañeros ya se fueron a sus respectivas casas (lo normal siendo casi medianoche) y prefiero no contar a las personas que me rodean, aunque sólo somos tres en la barra, y lo sé por las dos sombras borrosas que veo a mis laterales. Tampoco me interesa mirar a saber quienes son. No vine aquí a hacer amistades.

Y no, no estoy borracho, porque tengo buena resistencia al alcohol. Sólo disfruto de mi soledad.

Pero mi buen sentido de la audición me permite abrir mi mano sobre la barra y así detener el vaso con algún trago exótico que me es enviado desde mi derecha.

Volteo mi cabeza en dicha dirección y me encuentro con una mujer voluptuosa que oculta sus ojos con un par de gafas oscuras, cosa que no me permite reconocerla a pesar de que me resulta familiar.

Claramente me estaba invitando a beber ese trago, y por educación, llevo el mismo con el líquido extraño a mis labios y lo bebo todo de un solo sorbo, alzando la copa y agradeciéndole con un asentimiento, a lo que la chica sólo sonríe.

Y si piensa que la invitaré a un trago yo también, pues está muy equivocada.

Sigo con lo mío y pido una cerveza al bartender, para cerrar la noche y finalmente irme a casa, pero tengo que cerrar mis ojos y apoyar bien mis manos sobre la barra pues de repente me he sentido mareado.

Ya no sé ni lo que hago, todo me da vueltas y por más que sacudo mi cabeza, esa sensación no se va.

El aire se pone pesado y, de una extraña manera, las dos manos que se posan sobre mis hombros son quienes me aportan cierto estado de alivio.

Dichas manos hacen que me volteen y su dueña queda a mi vista, quitándose las gafas y sonriendo aún más que antes.

Incluso si su rostro queda completamente expuesto, no logro identificarla. Sólo sé que es jodidamente hermosa y mis pantalones ya comenzaron a apretarse.

-¿Vienes conmigo?-su voz suena como la jodida melodía más sensual que alguna vez escuché, y nuevamente sigue parecíendome familiar.

Pero eso no me impide asentir ante su pregunta y tomar su mano para que me guíe a la salida de este lugar que ya comienza asfixiarme.

Todo me sigue dando vueltas pero lo único que me interesa es abrazarla y enterrar mi cabeza en su cuello para morderlo y lamerlo.

Es que gime muy bonito.

-Anda, móntate en el taxi-y como si fuera un puto robot, obedezco, pero la necesidad de tenerla cerca me hace jalarla y hacerla sentarse sobre mis piernas, y me agrada la forma en la que se ríe.

Otra vez me pierdo en su cuello, y no sé cuándo el taxi se detiene y ella me ayuda a salir de él.

No sé tampoco en dónde estamos, pero no me interesa mucho, pues ya estamos entrando a una casa, y apenas ella cierra la puerta, comienza a desvestirse.

Mis ojos no se desprenden de su figura, y mi entrepierna ya comienza a doler.

-Ven, bonito-sisea cerca de mis labios, y sus manos viajan por todo mi torso, desabotonando mi camisa para lanzarla por ahí, en cualquier lugar de esta casa.

Pero ya es mucha la tentación y no soporto un segundo más, así que aferro mis manos a sus caderas y la beso con deseo.

Pero...todo se vuelve confuso para mí y luego ya no veo nada.

Frunzo mi ceño y noto que tengo los ojos cerrados, así que los abro poco a poco, asegurando con mis dedos que no hubiera rastro de lagañas y me dedico a ubicarme en tiempo y espacio.

Pensaba que aquella locura había sido un sueño, pero no lo es. Sé que estoy desnudo bajo estas sábanas que me cubren y me queda más que claro que esta no es mi habitación.

Siento una fija mirada en mi persona y decido voltear a ver a quién pertenece.

Bufo y después río, pues la verdad esta situación me da gracia.

Por eso me resultaba familiar su rostro, porque es MinHee, una de mis compañeras de trabajo pero en sus tiempos libres prefiere ser mi acosadora.

¿Acaso no es divertido?

-No pensé que tuviera que llegar al extremo de drogarte para poder estar contigo, Min YoonGi-comenta, tan risueña como yo.

-Dejar de acosarme e invitarme a salir como una persona normal habría sido suficiente-respondo y niego divertido.

-Sabes que lo normal no es muy de mi agrado-arrugó su nariz y sonrió-. Por cierto, eres muy bueno en la cama.

Lo siento, pero me tengo que reír.

-Gracias por el halago-me acomodo sobre el colchón de modo que quedo en su misma posición y justo frente a ella-. Lástima que no pueda decir lo mismo de tí-frunció su ceño-. Recuerdo todo hasta que llegamos aquí y te desnudaste, de ahí en fuera todo es negro para mí.

-¡Ugh! Esto me pasa por enamorarme de un idiota y llegar a los extremos-masculló y ocultó su rostro en la almohada. Evidentemente las cosas no se dieron como planeaba.

Pero yo no soy tan malo como me pintan, y admito que la chica es hermosa. Tan hermosa como loca.

Y...no me vendría mal probar algo...exótico y emocionante ¿verdad?

-Deja el drama, ya, loca-me acerco a ella y muevo su hombro para alejar su cabeza de la almohada.

Nuestros rostros quedan tan cerca, que se queda perdida en mis ojos, y aunque me cueste admitirlo, yo también lo hago.

Pero no es momento de cursilerías.

-¿Tienes más condones?

Y su sonrisa pícara y alegre me lo dice todo.

♬ᎢᗯᗴᑎᎢᎩ ᔑᝪᑎᏀᔑ♫✓Where stories live. Discover now