27. SECRETO (Merthur)

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Martes, 27 de octubre de 2020, 18:29 (UTC - 3) Py

Merlín estaba inquieto, se sentía muy incómodo desde que Arturo había cambiado el trato que le daba. No iba a negar que era un buen cambio, pero era algo muy raro e inusual en el rubio. Cuando estaban en la presencia de alguien más que solo ellos dos, el trato era casi el mismo, solo que el pelinegro podía percibir que el rubio no quería realmente decir todas aquellas cosas, además de que ya no le daba tantos deberes.

Pero las cosas cambiaban totalmente cuando los dos estaban solos, incluso Arturo había salido más veces de caza solo con Merlín como acompañante; aunque la mayoría de esas veces ellos no habían hecho más que alejarse lo más que podían del castillo para que el rubio simplemente pudiera sentarse al borde de un rio y admirar la naturaleza.

En aquel momento estaban en una de esas salidas de "caza" solitarias para que Arturo pudiera disfrutar de un tiempo lejos de las responsabilidades, lejos de ser el príncipe de Camelot. Merlín lo observaba con gran curiosidad, estaban en una zona que él sabía que los druidas estaban asentados y temía que a cualquier momento alguien pudiera atacar al rubio o que él pudiera hacer una locura contra el pueblo mágico.

- ¿Confías en mí, Merlín? – La pregunta del príncipe lo sacó de sus pensamientos y su curiosidad aumentó.

- Claro que sí. – Respondió sin dudar, sabía que Arturo algún día sería un buen rey.

- ¿Lo suficiente para guardar un gran secreto? – Esta vez, Merlín pensó unos momentos para responder.

- Sí. ¿Lo dudas? – Preguntó con más curiosidad aún si era posible. ¿Cuál sería el secreto de Arturo?

- No, pero necesitaba que me lo digas. – Le dedicó una sonrisa tierna que hizo que el corazón del mago diera un salto. – Sígueme.

Dicho esto, se levantó y comenzó a caminar hacia dentro de la floresta. El corazón de Merlín latía desenfrenado, no creía en ningún momento que el rubio fuera a revelarle el secreto del cual hablaba. Caminaron en silencio durante unos largos minutos, hasta que empezaron a escuchar unos ruidos de civilización.

- Antes que continuemos, debes prometerme que no le contarás a nadie sobre esto. – Merlín miró a Arturo con inseguridad.

- No le diré a nadie, no te preocupes Arturo, yo se guardar secretos. – Le dedicó una tierna sonrisa, de esas que puede derretir hasta el corazón más helado.

- De eso no tengo dudas. – Arturo dijo misteriosamente, haciendo que el corazón de Merlín dejara de latir por un segundo. ¿No podría saberlo, o sí?

Siguieron caminando hasta que se pudo divisar pequeñas chozas que parecían que fueron construidas recientemente. Observando atentamente se dio cuenta que era la comunidad druida que se rumoreaba que estaba asentada en aquellas tierras. Merlín miró a Arturo asustado y confuso ¿Cómo era que sabía de ese lugar, y como era que aún no lo había destruido?

Arturo se adentró en el asentamiento y fue recibido alegremente, incluso los niños se acercaban para abrazarlo. El pelinegro se limitó a observarlo aún en shock. Los druidas empezaban a amontonarse alrededor de los dos y Merlín vio a alguien que no creía que podría estar ahí; habían pasado dos años desde la última vez que la había visto. Morgana se acercó e hizo algo que Merlín no se esperaba, abrazó a Arturo alegremente y le sonreía como la vieja Morgana que él había conocido. Tras ella venía otra persona que hacía tiempo que él no veía, Mordred.

- ¡Señor! – Saludó a Arturo alegremente. – Has vuelto, y has traído a Emrys con usted. – Merlín empalideció y atajó su respiración.

- No hay necesidad de que me llames así, Mordred. – Le devolvió la sonrisa. – Y sí, dije que la próxima vez que volviera traería a Emrys conmigo.

- ¡Espera! ¿De qué hablas? – Dijo tratando de contener el temor en su voz pero fallando miserablemente.

- Será mejor que hablemos de eso en privado. – Dijo para tomar el brazo de Merlín y arrastrarlo. - ¿Me permites tu casa, Morgana? – La pelinegra asintió y Arturo lo arrastró a la casa más cercana, que en comparación a las demás era mucho más confortable. Dentro de la casa, el rubio le hizo señas para que se sentara. – Bien, primeramente debes saber que fui yo quien los moví a este lugar, mi padre había dado con su ubicación y me mandó que los liquidara. Con ayuda de Morgana, conseguí que mis guardias se durmieran para que el pueblo druida escapara.

- ¿Y nadie sospechó? – Merlín preguntó. A pesar de temer por su vida, prefería desviar la atención de él.

- No, la historia que se contó fue que Morgana atacó y noqueó a todos, ayudando al pueblo druida a escapar. – Arturo empezó a jugar con sus dedos. – Morgana se encargó de hacer que este lugar no fuera posible de descubrir si no eres uno de los que tiene permitido ingresar al lugar.

- ¿Cómo es que Morgana no te quiere matar? – El pelinegro a pesar de preocupado por sí mismo, estaba más preocupado por la vida del rubio.

- Al comienzo lo quería, pero al ver que mis opiniones sobre la magia no son las mismas que las de mi padre volvió a ser la dulce Morgana que conocimos. – Le dedicó una pequeña sonrisa.

- ¿Y porque no tienes las mismas opiniones que tu padre?

- ¿Acaso prefieres que yo odie la magia? – La ceja de Arturo se elevó demostrando así su incredulidad.

- ¡No! ¡No es a eso que me refiero! – Suspiró y trató de calmarse. – Es solo que después de todo lo que sufriste por causa de la magia, me es difícil creer que cambiarías solo porque sí. – Arturo soltó una risita por la nariz.

- Obviamente no fue solo porque sí.

- ¿Entonces? – Merlín lo miró con la curiosidad a tope.

- Fue por ti, Merlín. – El corazón del pelinegro dio un vuelco. – Obviamente cuando descubrí tu secreto – Nuevamente el corazón del mago paró de latir. – no estaba seguro de que pensar. Había visto lo suficiente para saber que jamás me harías daño, e incluso descubrí que salvaste a mi padre varias veces. – Arturo lo miró directamente a los ojos. – Con el tiempo pude observar cómo utilizabas tu magia para proteger a Camelot y a mí, y decidí que no toda la magia debe ser mala. – Merlín no sabía que decir, aún esperaba que todo fuera una broma de mal gusto o que a cualquier momento los soldados de Camelot atacarían. – Después de un tiempo de que conseguí salvar a los druidas estos me contaron historias sobre una profecía en donde aparecía mi nombre y el de Emrys. Al comienzo no entendía, pero una vez que Mordred me tomó confianza me contó quien es Emrys.

- ¿Y no te molesta todo este asunto? – Merlín le preguntó tirando toda la cautela por los aires.

- ¿Si me molesta que mi mejor amigo me haya ocultado algo tan importante? – Arturo alzó sus cejas y lo miró efusivamente. – Obviamente, pero con el tiempo entendí porque lo hiciste. – Merlín pudo respirar con normalidad.

- Entonces... ¿Todo esto – dijo haciendo un circulo en el aire señalando el alrededor – está bien para ti?

- Todavía no, pero cuando sea rey cambiaré las leyes y haré que este pueblo sea libre, ellos también son mi pueblo. – Sonrió haciendo que el pelinegro por fin se tranquilice. – Solo espero que desde hoy no me guardes más secretos, Meeeerlín. – Mientras hablaba, Arturo se acercaba a Merlín y este se estremeció ante la forma que el rubio pronunció su nombre alargando la "e".

- Si ni siquiera yo mismo lo sé ¿Cuenta cómo un secreto? – Preguntó inseguro, pero Arturo solo sonrió divertido y se encaminó a la puerta.

- Normalmente las personas lo descubren antes que tú ¿Verdad? – Y salió por la puerta dejando a Merlín con la incógnita, pues por la forma que habló, Arturo sabía algo que Merlín no.

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