Desconfiar

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Kohaku se despertó sobresaltada, sintiendo un leve dolor de cabeza que le recordó de inmediato lo mucho que se embriagó la noche anterior en esa estúpida fiesta.

Había pasado un año desde que derrotaron al hombre del WHY y claro que ese montón de borrachos tenía que aprovechar la oportunidad para festejar con alcohol, y ella acabó cediendo a los excelentes cocteles de Francois y embriagándose como pocas veces aunque... no fue exactamente porque las bebidas de la excelente cocinera estuvieran más deliciosas que de costumbre.

Vencer a su temible y desconocido adversario requirió revivir a muchas personas talentosas para ayudarlos en su camino, no solo personas fuertes sino también científicos como Senku, algunos de otros países, pero también muchos de Japón que ayudaban mucho en la tarea que tenían ahora de devolver la civilización a su antigua gloria.

Uno de esos científicos resultó ser una bella joven muy inteligente, tanto que realmente entendía cada palabra de lo que Senku decía y a veces hasta parecía por delante de él en matemáticas, siendo capaz de hacer cálculos mucho más rápido de lo que él podía, era realmente impresionante y Kohaku de verdad solía admirarla, hasta que esa científica empezó a mirarla como quien mira a un insecto.

Y hace poco se enteró de algo que le heló el corazón.

-¿De verdad trabajas lado a lado con Ishigami-sensei? Te envidio tanto, Maiko-sensei, ¡él es el héroe que salvó el mundo! Tienes mucha suerte.- Kohaku estaba buscando a Senku para preguntarle sí necesitaba su ayuda en otra cosa antes de que volviera a su casa cuando escuchó a la científica hablando con una chica que trabajaba en limpieza.

-Por supuesto, después de todo yo estoy a su nivel. Lo ayude a deshacerse de la mayor amenaza que ha enfrentado la humanidad, merezco mi puesto. No como otras.- ese tono despectivo sorprendió a Kohaku, deteniéndola a medio camino de abrir la puerta del laboratorio principal.

-¿A qué te refieres, Maiko-sensei?-

-Bueno, por ejemplo ese tal Chrome... es un... salvaje bastante inteligente, pero sigue siendo un salvaje. Y se atreve a llamarse la mano derecha de Senku-kun.- resopló. -No sabe los conceptos más básicos de la física nuclear. Es lamentable. Y luego están los otros salvajes... En especial esa... esa salvaje que se parece a la cantante norteamericana, pero es mucho menos bonita que ella.-

-¿Quién, la sacerdotisa de la aldea?- preguntó la mujer de limpieza con tono de chismosa.

-No, esa al menos tiene un poco de gracia. La otra, esa es la peor de todas. Se pega a Senku-kun como lapa, seguramente creyendo que él alguna vez querrá rebajarse a vivir con ella en su mugrosa choza, cazando liebres para alimentar a sus crías salvajes o algo así.-

-¿Se refiere a Kohaku-san? Ella es una heroína también...-

-Es una salvaje, ¿no escuchas como habla? No tiene nada de gracia, se cuelga de las ramas como un mono.- eso golpeó un nervio en Kohaku, haciéndola estremecerse de rabia mientras apretaba los puños para contenerse de hacer algo estúpido. -Apenas sabe leer y escribe como niña de cinco años. ¡Y aun así cree que Senku-kun va a mirarla algún día! Es patética, me da nauseas que siga insistiendo en perseguirlo, porque... ya sabes, Senku-kun y yo somos más cercanos que solo compañeros de laboratorio.-

-¡¿Qué?! ¿De verdad? ¿Está saliendo con él?- hubo una pausa en lo que Maiko probablemente asentía. -¡Increíble, es usted una mujer con mucha suerte, sensei!-

One-shots SenHakuOnde as histórias ganham vida. Descobre agora