Han Nabi es una chica que trabaja a tiempo parcial para poder pagarse la universidad debido a las deudas de su familia. Yoo Kihyun es un chico en su penúltimo año de universidad, de familia rica y encantador a los ojos de todos, menos para los de Na...
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Llevé nerviosamente mi mirada hacía la pantalla del tablero. Un mapa de la zona se desplegaba en él.
El corazón me palpitó con angustia.
—S-sunhi —balbuceé—. Yo... hablaba con Sunhi. Me invitó a comer hoy con ella, después de clases.
Tragué saliva. No era una completa mentira. En realidad, había estado hablando con Hyungwon, pero Sunhi sí me había invitado a la cafetería de la facultad. Sólo que había sido a través de mensajes.
Una súbita intranquilidad me dejó un desagradable sabor de boca.
¿Te das cuenta? Mientes.
Y no tendrías porqué hacerlo.
—Oh, ¿en serio?
Miré de nuevo a Kihyun. El atisbo de recelo que había visto en él se desvaneció. Alzó las cejas, está vez con interés.
Asentí con un gesto, para lucir más convincente. El nudo en mi estómago no me debía delatar.
—Ah, ¿y ha donde irán a comer?
—Eh, comeremos en la cafetería.
Kihyun miró hacía la calle de su lado izquierdo, asegurándose que el paso estuviera libre antes de virar el volante hacía un lado.
—Oh... ya veo —murmuró, pensativo. Se tomó un momento mientras entraba a la siguiente calle. Curvó sus labios, tirando de sus comisuras hacía abajo. Sin mirarme, añadió—; Mmh, yo... planeaba invitarte a comer hoy, pero supongo que ese restaurante de pulpo tendrá que esperarnos un poco más.
Mis labios formaron una delgada línea, sin poder contradecirlo.
—Sí, supongo.
Volví a acomodarme en mi asiento, y mis ojos se quedaron fijos en mis jeans desgastados por un rato. Kihyun había puesto música en el estéreo, pero con el volumen muy bajo, tanto que parecía solo un murmullo.
No recuerdo si la letra de las canciones estaban en inglés o en nuestro idioma, porque cavilé por mucho tiempo sin poder prestarles tanta atención. Cuando finalmente mi mirada se asentó en la ventana, alcancé a ver un tumulto de gente bajar hacía la estación del metro de la Universidad de Hongik. Ya estábamos cerca del hospital.
Parpadeé, e inhalé conscientemente. Mi curiosidad se sobre puso a cualquier otra cosa que estuviera sintiendo, y tenía que sacarla antes de que llegáramos.
Aclaré mi garganta, y giré levemente mi cabeza hacía Kihyun.
—Sunbae.
Él tenía su mirada clavada en la avenida principal por la cual transitábamos, pero enseguida elevó un poco sus cejas, atento.
—¿Sí?
—¿Qué..? —vacilé, mis pupilas se agitaron al no saber hacía donde ver—. ¿Q-qué crees que sea un buen regalo de despedida?
