Capítulo 44: Lluvia

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Aún recuerdo a la perfección la forma enérgica con la que mis compañeras de secundaria hablaban sobre el episodio más reciente de un drama en emisión que la mayoría de ellas veían

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Aún recuerdo a la perfección la forma enérgica con la que mis compañeras de secundaria hablaban sobre el episodio más reciente de un drama en emisión que la mayoría de ellas veían.

Escuchaba atentamente sus relatos, sin interrumpir, tratando de empaparme de la historia y de los personajes. En los momentos en que no estaba distraía, intentaba prestar atención a casi cualquier cosa que les interesaba, pero que yo no parecía alcanzar.

Al crecer, hubo una larga época en la que no tenía permitido ver televisión, escuchar la radio... o jugar.

Vivía a través de otros. Y yo solía creer que eso era normal. Pensaba que todo el mundo tenía la misma vida, sin embargo, la verdad me fue golpeando poco a poco.

Y cuando me di cuenta de la obscuridad, ya estaba demasiado avergonzada para compartirla. Hasta que un día descubrí el sol, y olvidé las nubes durante muchos años.

Pero sin aviso previo, con el tiempo llegaría alguien que me recordaría aquel diluvio.

Pero antes de todo eso, me atemorizada incluso encender el antiguo televisor las ocasiones en las que no había nadie en casa. Porque creía que de alguna forma alguien iba a enterarse. Y si por alguna razón estaba encendida mientras todos estábamos en la sala de estar yo solo la escuchaba y, con mucho cuidado, le daba pequeñas miradas rápidas de las que no lograba captar muchas imágenes concretas.

Me perdí los dibujos animados de mi generación, los dramas juveniles, y los programas de variedad populares. Me sentía fuera de lugar cuando mis compañeros o profesores lanzaban un comentario referente a ellos y se creaba un alboroto. Yo me limitaba a observaba en silencio, sin comprender. Trataba de ocultar esa parte de mí.

Y ni hablar de los grupos de música populares. Una vez durante la primaria una niña me preguntó si vivía dentro de una caja, porque le dije que no sabía quién era Big Bang.

Y de cierta manera, tal vez era así. Mi realidad estaba un poco distorsionada. A veces me causaba vergüenza, pero no me importaba mucho en aquel entonces. Me parecía mejor no encajar en el mundo exterior, que terminar en casa bajo el agua fría de la ducha durante el invierno o con un moretón en los brazos que tuviera que ocultar de los profesores.

Así que la primera vez que vi un drama en la televisión tenía catorce años. El Secreto de Doh no tuvo un índice de audiencia sobresaliente, pero la historia de una chica huérfana buscando a su familia, después de recibir una carta anónima que le aseguraba que sus padres estaban vivos, despertaba en mí una curiosidad insólita. Aunque nunca logré ver un capítulo completo, me emocionaba enormemente ver la continuación de las escenas.

Había unos momentos en especial que me robaban la atención. Aquellas partes en las que la protagonista y el agente de investigación aparecían juntos. La mayoría de sus interacciones era superficiales, sin embargo, ambos cargaban con una química que no sabía que podía existir.

from zero » yoo kihyunWhere stories live. Discover now