Capítulo 3: Cero

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Flashback.

Febrero, 2016.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando un cliente abrió la puerta de la panadería. Febrero se estaba terminando, pero el invierno aún no. La panadería donde trabajaba tenía calefacción, pero cada vez que abrían la puerta principal me encogía del frío que sentía, debido a que el suéter que usaba debajo de mi delantal era muy delgado. La mayoría de mis suéteres eran así, tenía que usar varias capaz de ropa para no congelarme cada vez que salía de casa.

Mamá me reprendía cada vez que notaba que no usaba con mucha frecuencia el suéter nuevo. En navidad, mi hermano menor me había enviado un suéter color morado. Me gustaba mucho, pero solía usarlo muy poco porque era un regalo de Changkyun. Significaba mucho para mí, así que me prometí usarlo solo en ocasiones especiales.

Un estruendo, proveniente de la parte trasera de la panadería, hizo que la mujer que estaba escogiendo entre una rosquilla de chocolate y una de caramelo se sorprendiera igual que yo. La miré y me disculpé con un gesto afable, animándola a que siguiera con su debate de rosquillas, para después girarme y abrir la puerta que daba hacia la pequeña cocina.

—Wonho—pregunté en un susurro, asomándome por el pequeño hueco de la puerta—, ¿estás bien?

El chico de cabello negro y piel pálida tenía en su mano derecha una esponja enjabonada y en la otra una bandeja de metal. Se encontraba medio agachado a un lado de otras cinco bandejas de metal que estaban regadas en el suelo. Probablemente se le habían caído accidentalmente al colocarlas en otro lugar para secarlas.

Wonho me miró, lucía alarmado, pero rápidamente una sonrisa apareció en su rostro.

—Perdón por el ruido, Nabi. Deje caer unas bandejas, pero todo está bien — susurró, con la sonrisa aún en su rostro.

Con su mano derecha hizo la señal de pulgar arriba, apretando la esponja que sostenía, lo cual provocó que agua con jabón se derramara en el piso. Cuando eso sucedió la sonrisa de Wonho se transformó en una mueca de incredulidad al ver lo que él mismo había hecho y volteó a verme nuevamente, esta vez un poco avergonzado. Me reí en voz baja.

—Te ayudaré, solo espera un segundo.

Regresé a donde estaba la caja registradora justo cuando la clienta había terminado de escoger las piezas de pan que llevaría. Al final, llevó las dos rosquillas. Las envolví en bolsas de plástico y las coloqué cuidadosamente en una bolsa más grande de papel que tenía el logo de la tienda. Le cobré y le agradecí por su compra. Cuando la vi salir, me quedé parada donde mismo por un par de segundos, atenta de si algún otro cliente entraba a la panadería. Al ver que no era así, rápidamente fui a la cocina a ayudar a Wonho.

Él era mayor que yo. Pero al conocerlos me pidió que no lo tratara de manera tan formal, a pesar de ser un sunbae. Al principio fue algo que me costó mucho, porque me hacía sentir que de alguna forma no estaba siendo completamente respetuosa. Pero su personalidad amable y jovial me había hecho sentirme lo suficientemente cómoda para hacerlo.

Dentro de la pequeña cocina de la panadería, levanté las bandejas del suelo y las acomodé en su lugar mientras Wonho limpiaba el suelo. También coloqué todas las pinzas de metal que se utilizaban para sostener el pan a un lado del fregadero, para que Wonho las lavara, ya que estaban sucias. No habían pasado ni dos minutos cuando escuché la campanilla del mostrador sonar frenéticamente.

Wonho y yo nos miramos un poco asustados. «Sólo un niño tocaría así», pensé para mí misma. Wonho se estaba colocando los guantes de látex con los que lavábamos las pinzas y bandejas sucias, así que le hice saber con un ademán de que yo me encargaría.

from zero » yoo kihyunWhere stories live. Discover now