Han Nabi es una chica que trabaja a tiempo parcial para poder pagarse la universidad debido a las deudas de su familia. Yoo Kihyun es un chico en su penúltimo año de universidad, de familia rica y encantador a los ojos de todos, menos para los de Na...
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«Lo único que te pido es que cuando hables conmigo cuides tus palabras. [...] Que sean del tamaño de tus sentimientos. Porque si tú me dices “no” para mí es no. Y si me dices “llueve” para mí está lloviendo. Y si me dices “amor” para mí es amor».
—rosario castellanos.
🦋
—¿El río Han?
Kihyun levantó una de sus cejas, repitiendo lo que le había dicho. Lució confundido. Sin embargo, esbozó una pequeña sonrisa sugerente al mirarme.
Mi corazón tembló. Asentí, sosteniendo con fuerza mi cuchara.
—Sí —musité, bajando la vista al tazón—, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve ahí.
El crepúsculo había terminado. A excepción de la cocina, el resto del departamento de Kihyun estaba sumido en una tenue oscuridad. Él incluso había disminuido el nivel de iluminación del comedor cuando terminamos de cenar. Insistí en que me dejara lavar los platos porque él había cocinado, podía hacerlo a pesar de la férula en mi brazo.
Pero Kihyun no me lo permitió. Aún así, me quedé a su lado esuchandolo hablar mientras él se encargaba de lavarlos y ponerlos dentro del lavavajillas. Al terminar, me ofreció helado.
No estaba acostumbrada a comer un postre después de la cena, además de que había quedado satisfecha con lo que había preparado. Todo el día él me había alimentado con cosas deliciosas. Estaba sorprendida conmigo misma por lo bien que mi cuerpo había aceptado la comida, considerando lo poco que había sido capaz de comer las últimas semanas.
Me mostró el interior de su nevera, y me fue muy difícil rechazar su ofrecimiento. Mis ojos se abrieron con asombro; estaba lleno. Había contenedores transparentes acomodados por tamaños, y cestas de plástico azul con pequeños paquetes de lo que parecían carne y verduras congeladas. Podía ver una minúscula etiqueta de identificación blanca colocada justo al frente de casi cada. Existía una organización inmaculada en el refrigerador, al igual que en el resto de su departamento.
Y lo que más me impresionó eran los diferentes contenedores de helados de casi cuatro litros en la parte inferior. Había cinco, todos eran de diferentes sabores y pertenecían a la marca Kyuku.
—No sabía cuál era tu favorito —dijo Kihyun, sosteniendo la puerta de la nevera—, así que compré todos estos para ti.
Coco almendrado, fresas con crema, chocolate con menta, algodón de azúcar y frambuesa con nueces. Se oían excepcionales, pero jamás había probado alguno de esos helados. Él lucía tan contento mostrándomelos y preguntándome cuál era mi sabor favorito, que no tuve el corazón para decirle que era vainilla, así que le pedí que me dijera su favorito. Y de esa forma fue como elegimos comer helado de chocolate con menta.
