①③ «𝙵𝚞𝚝𝚞𝚛𝚘 𝚒𝚖𝚊𝚐𝚒𝚗𝚊𝚛𝚒𝚘»

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— ¿Tienes pensado lo que vas a estudiar ya, Katsuki?

El trozo de pollo se detuvo ante la repentina pregunta de su madre. Bajó el tenedor y la miró, anticipando la discusión que se venía cuando aquel tema controversial era tocaba.

—Tengo una idea en mente.

Era la misma respuesta que siempre daba. Porque no tenía ni la más mínima idea de su futuro.

Masaru alargó su mano hasta la de su mujer, se sobrepuso a ella con un leve movimiento tranquilizador. Mitsuki reprimió un poco la cólera y preguntó:

—Tu tiempo se está acabando, un par de meses y adiós escuela ¿O piensas subsistir de nosotros para toda tu vida?

—No está en mis planes seguir viviendo con una loca.

— ¡Irrespetuoso! —Tomó la copa de vino y bebió un gran sorbo antes de volver a dirigirse a el—. Este año es corto. Un día vas a despertar estando a una semana de tu prueba de aptitud.

—Escucha a tu madre Katsuki. Sabes que tiene la razón.

Recostó su cuerpo sobre la silla. De forma inesperada su hambre se suprimió y ya no tenía ni la más insignificante intensión de continuar comiendo. Todo se volvió tan incómodo que tan solo quería escapar y encerrase otra vez en su habitación.

—Porque siempre tienen la razón —Entornó los ojos y se cruzó de brazos—. Ya no tengo cinco años, se lo que hago.

—Pero aun así no puedes decidir qué carrera estudiar.

Y su madre volvió a repetirle el mismo sermón que siempre le daba cada vez que hablaban del tema. Que no importaba lo que escogiera, ellos lo iban a apoyar y le pagarían los estudios.

Pero en lo más profundo de su ser, lo que menos deseaba una vez acabada la escuela era; volver a sentirse el doble de ansioso por tener que esperar a enfrentarse a la universidad. Ni ahora ni nunca.

Su abanico de posibilidades siempre recaían en sus facilidades y notas actuales con las cuales, fácilmente, podía optar por medicina si aquella era su elección.

Aquel era el principal problema. Podía estudiar lo que quisiera y él estaba seguro que sacaría el título sin mayores complejidades, pero en realidad Él no deseaba estudiar.

Ingeniería en informática y periodismo eran las carreras que más le llamaban su acotada atención, pero aún con todos los testimonios de personas que venían a darles cada semana su propaganda en busca de nuevos estudiantes. Ninguno el convencía.

Él no era de esos prodigios que nacieron con un talento innato para algo. Era bueno para aprender, para memorizar, para retener información. Pero no le interesaba indagar sobre historia, resolver complejísimos problemas matemáticos o salvar vidas ajenas.

Sin ningún hobby aparte de leer, sus posibilidades se volvían cada vez más acotadas. Podía ser tantas cosas, pero no entendía porque no quería ser ninguna. Nada le movía, ni apasionaba.

Pero sus padres seguían sin comprender aquello por mucho que se los tratarse de explicar. Era comprensible. Masaru siempre tuvo esa pasión por la moda fémina y estilismo y su madre, aunque ahora tan solo se dedicase al hogar, adoraba modelar y cocinar comida sana.

Su pregunta era ¿A qué se dedicaba una persona que lo único que hace en su tiempo libre es leer, hacer tareas escolares e irse a la cama?

—Me gusta leer.

—Eso lo sabemos bien, te pasas horas encerrado leyendo —Su madre parecía ser la más ansiosa respecto al tema, era de los dos quien tenía una formación medica en nutrición y la que tenía más experiencia con la importancia de tener un título profesional—. Leyes es una buena opción, tendrías que leer muchísimo.

Por un Libro (TodoBaku)Where stories live. Discover now