①① «𝙴𝚕 𝚏𝚒𝚗𝚊𝚕 𝚍𝚎𝚕 𝚟𝚎𝚛𝚊𝚗𝚘»

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Disclaimer: A partir de este punto, van a ocurrir saltos en el tiempo. De presente a futuro. La razón es; dese aquí van a pasar varios meses y, obviamente, voy a escribir los eventos que aporten en la trama.

Una vez aclarado, disfruten de su lectura.

«•❁•»


Acomodó la última maleta dentro del portaequipaje y cerró la puerta con fuerza.

Su madre aún hablaba con sus abuelos, parecía querer llorar, pero se reprimía como era de costumbre. Masaru la sostenía por la cintura como si fuera una bailarina de porcelana, con delicadeza y cariño.

Se acercó a sus padres arrastrando los pies y mientras escuchaba sin prestar atención a la conversación ajena, el tiempo se paralizó.

Las imágenes del verano se presentaron en su mente como mil imágenes. Jugueteó con la pulsera que su padre le regaló y se agachó para acariciar la cabeza del pastor alemán, quien meneaba la cola de un lado a otro, eufórico.

—Los voy a extrañar —Mitsuki abrazó a su abuela con fuerza y vio como fruncía sus labios—A todos —Cuando su madre soltó a su abuela se lanzó a los brazos de su abuelo. El perro comenzó a ladrar y a rodear las piernas de Mitsuki, la cual sonreía con un poco de tristeza.

Masaru estrecho su mano con Taichi y le dio un leve beso en la mejilla de Kiyohara. Katsuki lo imitó con la cabeza agachada, aun cuando se mostró reacio ante los comentarios de la mujer.

Su abuelo le guiño el ojo derecho y ambos se separaron con lentitud de sus padres ocupados recibiendo los más de cinco frascos de mermelada de frambuesa casera hecha por su abuela.

Entraron de nuevo a la casa. Y caminaron en completo silencio hasta el estudio. Katsuki extrañaría el olor de tabaco y papel de las paredes. La cortina de gaza blanca ondeaba sin dirección, junto con el aire algo cálido que se colaba por la venta entreabierta.

Taichi comenzó a rebuscar entre las estanterías, para encontrar un desgastado y polvoriento libro. Lo limpió un poco antes de escribir con pluma y tinta negra en la contraportada. Sacó de un cajón una foto y esperó unos segundos para que la tinta se secara, luego deslizó lo que parecía ser una foto dentro, dejándola atrapada en el libro.

¿Cuántos años tendría su abuelo? Unos setenta y cinco le calculaba por los anteojos y su cabello canoso. Pero por las historias que le contaba no estaba tan lejos de los ochenta.

Le extendió el libro con una sonrisa tímida en los labios y las arrugas demarcadas alrededor de sus hoyuelos se pronunciaron. Con curiosidad, Katsuki hizo el ademán de abrir el libro, pero su abuelo lo retuvo.

—Léelo cuando necesites un pequeño empujón —Le revolvió el pelo (Sin saber si era una manía que tenían todos) Y volvieron a salir cerrando la puerta tras suyo—. Las mermeladas de tu abuela son las mejores, espero que las disfruten con un par de tostadas.

Su madre ya esperaba con la puerta de su asiento abierto y suponía que Masaru ya estaba listo para partir. Le dio un último abrazo a su abuelo y corrió de vuelta dentro del auto. Cuando comenzaron a moverse, lo último que vio de la gran casa fue la imagen de sus abuelos despidiéndoles con la mano.

Y al poco rato pasaron el pueblo sin detenerse.

«•❁•»

No recordaba en qué momento se durmió. Pero abrió los ojos un poco cuando su padre frenó de golpe. Alarmado se recompuso y pudo ver por la ventana el gran letrero que decía <<Tokio>> pasar frente a su vista como un destello.

Por un Libro (TodoBaku)Where stories live. Discover now