Cap. 10 - En el Laberinto

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Una sonrisa casi inconsciente me nace al despertar, esta noche no he tenido esos sueños extraños. Levanto la cabeza para encontrarme a Minho mirando el techo.

–Es hora de irse. – Susurra sin moverse. – ¿Sigues queriendo entrar?

–Debo entrar, Minho. - Le respondo. – ¿Y si por eso me han enviado aquí?

–Aunque odie decirlo, puede que tengas razón y tú puedas ver algo que nosotros hayamos pasado por alto todo este tiempo.

No hablamos más mientras nos levantamos y nos preparamos. Tras comer algo rápido en la cocina ante la atenta mirada de Fritanga, le sigo a la Sala del Mapa.

–Lo que veas y te diga ahí dentro no puedes hablarlo con nadie, ¿entendido? – Me dice antes de entrar.

–Entendido.

Cierra la puerta después de que entre y se acerca a la gran mesa cubierta del centro.

–Te presento a nuestro amigo el Laberinto. – Dice destapando la mesa.

Me acerco hasta ella, viendo lo que parece ser una maqueta.

–¿Esto es todo el Laberinto? – Pregunto asombrada. – ¿No seguís haciendo mapas?

–Alby prefiere que todos crean que seguimos explorando, para que los demás sigan teniendo esperanza, pero no hay más que explorar. – Minho se apoya en la mesa, mirando el Laberinto. – He recorrido cada centímetro yo mismo, cada ciclo, cada patrón, pero no hay salida. Si la hubiera, la habríamos encontrado.

–No tiene sentido, tiene que haber una salida en algún lugar. – Imitando su posición, observo el Laberinto. – Hay una entrada, tiene que haber una salida... ¿Qué son esos números?

–Hace como un año empezamos a explorar estas secciones externas, cada día hay una abierta, siguen siempre el mismo patrón. Tú y yo vamos a ir a recorrer parte del anillo interior, sin acceder a la sección abierta, luego volveremos.

Minho cubre de nuevo el pequeño laberinto, después nos dirigimos a las puertas, que están empezando a abrirse.

–¿Lista, novata? – Me pregunta uno de los otros corredores, creo que se llama Ben, entregándome una pequeña mochila.

–Tan lista como puedo. – Le sonrío mientras me cuelgo la mochila.

–¡Bueno, vamos allá! – Exclama Minho y todos los demás corredores se internan al Laberinto. – ¿Vamos?

–Vamos.

Cruzo la obertura tras él, siguiéndole mientras observo los grandes muros, algunos cubiertos de hiedra. Vamos en silencio, corriendo sin forzar la marcha, para poder ver todo lo que nos rodea. Tras perder la cuenta de cuantos giros izquierda-derecha-izquierda hemos hecho, Minho empieza a aminorar el paso, hasta que trotamos a la par.

–Esas marcas pintadas en el muro que aparecen de vez en cuando...

–Son las mismas siglas que aparecen en nuestros víveres, sí. – Responde antes de que haga la pregunta. – El Laberinto fue construido por los mismos que nos han mandado aquí.

–¿Podemos parar un momento para verlas mejor? – Le pregunto. – Quiero verlas bien.

Unos minutos después, nos detenemos en medio de un pasillo completamente verde por la hiedra. Minho me señala entre la hiedra, donde se distingue debajo el muro con esas siglas. Me acerco a la pared, para apartar las plantas y poder ver mejor las marcas a un par de metros sobre mi cabeza: C.R.U.E.L. Catástrofe y Ruina Universal: Experimento Letal. Un escalofrío recorre mi cuerpo al leerlo.

Laberinto (Minho y tú)Onde histórias criam vida. Descubra agora