Cap. 04 - Encerrados

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Estaba acurrucada en un rincón de la cama, escuchando como se llevaban a alguien. Él hacía rato que se había marchado a ver qué ocurría, pero todavía no había vuelto...

Silencio, todo estaba en silencio...

La puerta se abrió, el rostro de la mujer era un borrón, aun así supe que había estado llorando. Dejó en la otra cama a un niño de unos seis años y se acercó a mí.

–Tranquila, no va a pasarte nada, ya se lo han llevado. – Su voz era relajante, hasta el punto de hacer que me acostara en la cama. – Así mejor, cariño.

La mujer se marchó hacia la puerta, deseándonos buenas noches antes de cerrar.

Pase lo que pase a partir de ahora, siempre estaremos juntos. – Me dijo Tommy sentándose en mi cama. – Como hermano mayor, mi deber es protegerte, __*.

Con estar siempre juntos es suficiente para mí, Tommy.

Intenté sonreír, pero creo que no lo logré. Tommy se acostó a mi lado y me abrazó. Me dormí escuchando su respiración.

....

Estoy rodeada de oscuridad. Siento los párpados pesados, también me doy cuenta de que estoy acostada.

Thomas... Tengo que abrir los ojos, levantarme de donde esté y buscar a mi hermano.

–Tommy... – Murmuro intentando abrir los ojos.

–Tu Tommy no está aquí.

Frunzo el ceño, ese no es Thomas, pero conozco su voz... ¡Maldita sea, ya sé quien es!

Abro los ojos de par en par y miro donde me encuentro. Estoy sobre una especie de camilla, en una pequeña habitación.

–¿Qué es este sitio? – Le pregunto al asiático de forma brusca.

–¡Vaya despertar! – Exclama sin responderme, provocando que lo fulmine con la mirada. – Te has desmayado y te he traído a la enfermería.

–¿Me he desmayado? – Pregunto esta vez confusa.

Intento hacer memoria, lo último que recuerdo es ver a Thomas. Sin esperar respuesta, me levanto de la camilla, tan rápido que me mareo un poco.

–¡Espera!¡No tan rápido, nena!

Minho me sujeta de los brazos, por si acaso me vuelvo a desmayar. Mis ojos recorren sus brazos, subiendo hasta que nuestras miradas se enlazan. Sus ojos café me hipnotizan, no queriendo dejar ir a los míos. La tranquilidad que me inunda al contemplarlos... Es como si el resto del mundo se detuviera.

–Solo me he mareado un poco, no es nada... – Mi voz sale en un susurro, no queriendo finalizar el momento.

–Un poco ya es algo, mejor que estés sentada. – Susurra de vuelta.

Ninguno de los dos se mueve, nuestras miradas conectadas, hasta que escuchamos que alguien se acerca. No sé quién de los dos es más rápido, pero cuando Alby, Thomas y otro chico entran, yo estoy sentada tomando un sorbo del vaso de agua que había en una mesita y Minho al lado de la puerta, de brazos cruzados.

–¿Cómo estás? – Me pregunta el chico desconocido.

–Dentro de lo que estoy viviendo, bien. – Respondo más molesta de lo que pretendía. – Lo siento, no pretendía ser tan borde.

–No pasa nada, novata, cada uno tiene una forma de enfrentarse a todo esto.

Un silencio inunda la pequeña habitación mientras Clint, el chico que resulta ser uno de los Docs, me hace una última revisión para estar seguros de que estoy bien. El pobre chico parece hacerlo con mucha precaución, debido a como he reaccionado cuando se me ha acercado: le he tirado el agua que quedaba en el vaso. Thomas ha sido el único que ha reaccionado con rapidez y me ha sujetado antes de que le lanzara el vaso también. No voy a negar que con solo pasarme las manos por los brazos tras dejar el vaso en la mesita, Thomas me ha dado la tranquilidad que tanto me hacia falta.

Laberinto (Minho y tú)Where stories live. Discover now