Cap. 20 - Tortita de lacerador

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Thomas y yo vamos detrás de Minho, seguidos de los otros tres mientras corremos por el Laberinto.

–Lo siento, __*. – Murmura Thomas y le miro sin entender. – No he hecho nada para evitar que te encerraran, es más ni siquiera me estaba enterando de lo que pasaba hasta que he visto como Minho te llevaba cargada como un saco sobre su hombro hacia el Hoyo.

Sí, sé que su cabeza estaba en otra cosa mientras era condenada a pasar un tiempo “tranquila”. Había visto como miraba a la otra chica, así que supongo que también la ha visto en algún sueño. Pero no la miraba con desagrado como el que yo siento hacia ella, era otra cosa. Algo que me preocupa.

–Tranquilo, no pasa nada, solo... – Busco las palabras que decir a continuación, sin saber siquiera si hará caso de ellas. – Recuerda que nos tenemos el uno al otro, que nos tenemos que proteger entre nosotros.

–No hace falta que me lo recuerdes, sabes que siempre te protegeré.

–Ya... Algo me decía que te lo tenía que recordar. – Murmuro adelantándome un poco a él.

Me detengo al ver como Minho lo hace y miro el pasillo a nuestro lado, viendo las patas del bicho sobresaliendo de una pared cerrada. Nos acercamos caminando hasta tenerlo enfrente y estoy por jurar que los trozos de carne que hay aplastados es de lo más asqueroso que he visto en mi vida.

–Es asqueroso. – Comenta Zart, dándole voz a nuestros pensamientos.

Miro fijamente el poco espacio que queda donde está aplastado el lacerador, creo que he oído algo ahí dentro, pero es imposible que sea esa cosa todavía viva. Está más aplastada que una tortita.

–¿Lo veis? – Pregunto intentando ver lo que puede estar haciendo ese pequeño sonido, descubriendo una pequeña luz parpadeando.

–Sí, creo que hay algo ahí dentro. – Thomas, a mi lado, también observa la pequeña rendija.

–¿A parte de una tortita de lacerador? – Pregunta Fritanga y niego divertida al ver que ha pensado lo mismo que yo, antes de acercarme a esa cosa. Tal vez pueda alcanzarlo...

–Espera. – Minho me detiene agarrándome del brazo, nos miramos a los ojos antes de que me suelte y se acerque él.

–Alto, alto, alto. – Le dice Zart. – ¿Qué estás haciendo?

–Voy a intentar sacarlo, antes de que sea ella quien meta la mano dentro de esta cosa. – Le responde Minho, y me mira antes de introducir el brazo entre las patas del lacerador.

Le veo intentar alcanzar lo que hay, pero por la cara que pone creo que no llega. De repente, la pata del lacerador se mueve asustándonos a todos. Minho se aleja, resbalando con los restos que hay por el suelo, pero entre Thomas y yo evitamos que se caiga.

–¿No dijisteis que estaba muerto? – Pregunta Fritanga.

–¿Cómo no va a estar muerto tras ser lapidado entre dos paredes? – Le pregunto, aunque miro fijamente la pata que se ha contraído.

–¿Tal vez ha sido un reflejo? – Pregunta Zart.

–Eso espero. – Le dice Winston.

Ruedo los ojos, creo que estos chicos están bastante asustados todavía.

–¿Y si lo sacamos? – Pregunto, mirando a Thomas que asiente.

–Sí, vale, vamos a sacarlo.

Los seis nos colocamos para sacar a la vez la extremidad del bicho y Thomas cuenta hasta tres antes de que empecemos a tirar. Cuando la cosa se suelta, tropezamos todos hacia atrás, algunos nos caemos de culo. Sí, uno de los que hace contacto con el trasero en el suelo soy yo.

–¿Estás bien, ___(Tn)? – Minho me ayuda a levantarme al mismo tiempo que Thomas ayuda a Fritanga.

–Sí, si, todo bien. – Respondo cuando estoy de pie y nuestras miradas se vuelven a encontrar.

Soy yo la que aparto la mirada al recordar que no estamos solos, y nos encontramos en el laberinto. Cuando Minho me suelta la mano, me acerco a lo que sería la parte alta de la extremidad y voy a agarrar la cosa que hace la pequeña luz, pero una mano se adelanta.

Minho levanta esa cosa y nos mira antes de sacarla de dentro del trozo de carne donde está. Arrugo la nariz con asco cuando una baba gelatinosa sale de entre las dos cosas.

–¡Puaj! ¡Qué asco! – Exclaman los demás.

–Espero que te laves las manos después de tener esa cosa en ellas. – Le digo a Minho mientras él intenta quitárselo de la mano, pero le quito el cilindro de metal de la otra.

–Creo que vas a tener que hacer lo mismo. – Comenta él.

–¿Qué coño es esto? – Pregunto moviéndolo para mirarlo por todos lados, ignorando su comentario.

La luz parpadeante, el sonido... Limpio un poco la viscosidad esa, encontrando las mismas siglas que hay en los víveres, debajo del número 7 que se distingue en la diminuta pantalla.

Si esa cosa estaba dentro del lacerador y tiene las mismas siglas que los muros y los víveres...

–Interesante. – Susurramos Minho y yo a la vez y nos miramos sorprendidos por ello.

–Vale, sea lo que sea podemos discutirlo en el Claro. – Habla Fritanga. – No quiero conocer a los amigos de este tío.

–Tiene razón, ya es tarde. – Dice Minho y me tiende la mano para que le devuelva el cilindro, cosa que hago a regañadientes. – Vámonos.

Observo una última vez los restos del lacerador. Esa cosa o fue creada por las mismas personas que nos metieron aquí o la tenían controlada como si un perro guardián se tratase. No lo sé, pero es la hora de descubrir lo que está pasando, y puede que encontremos respuestas en la sección 7. Porque... ¿qué otra cosa podría significar ese número en la pantalla sinó?

–¿___(Tn)? – Me llama Fritanga y voy junto a él antes de empezar a correr tras los demás para regresar al Claro.

Laberinto (Minho y tú)Where stories live. Discover now