Capítulo 17: "Ese sabroso estofado"

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   Oscuridad

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   Oscuridad. Todo lo que podía ver era un espeso manto de oscuridad. Las húmedas ropas se pegaban a su diminuto cuerpo, como si de una segunda piel se tratara. Hacía mucho calor y el aire a su alrededor parecía estático y más pesado de lo habitual, entorpeciendo su ya de por si agitada respiración. Glenn parpadeó, primero con torpeza y después con angustia, nada. Oscuridad. Por más que abriera y cerrara los ojos no podía atravesar su negrura que todo lo envolvía y lograra así descifrar el enigma de su actual paradero. 

   Los pensamientos pasaban con ridícula lentitud por su atolondrada cabeza y mezclándose con el repentino chute de adrenalina que le recorrió la espina dorsal al descubrir un doloroso hormigueo en sus extremidades, terminó por causarle un monumental vértigo que casi la volvió a dejar inconsciente.

   Intentó mover su brazo derecho, pero algo la oprimía. Probó con el izquierdo, más de lo mismo. Logró inclinarse sutilmente y sintió una superficie áspera y húmeda contra su mejilla. Un intenso olor a podredumbre bañó sus fosas nasales despertando todas las alarmas de su cuerpo. Era una pared de madera, seguramente hinchada y podrida por el paso de los años. Sin embargo, lo que Glenn había olido no era el delicado aroma de la putrefacción vegetal, sino el inconfundible olor de la sangre oxidada y la pestilencia de las entrañas en pleno proceso de descomposición.

   Esta vomitiva mezcla de olores terminó por despabilarla. Su cuerpo se contrajo y comenzó a toser compulsivamente incapaz de controlar las arcadas. Pasados un par de minutos logró serenarse y se centró en respirar por la boca intentando no desaprovechar el oxígeno, pues debido a su limitada movilidad pudo deducir que se hallaba en un espacio muy pequeño, además, la ausencia de el más mínimo rayo de luz la llevo a pensar que se trataba de una estancia herméticamente cerrada, por lo que la renovación del aire que impregnaba aquel lugar era escasa o nula.

   Unas voces sonaron distantes y distorsionadas a través de una de las paredes. De ponto, Glenn percibió un espasmódico movimiento contra sus espaldas. Del susto pegó tal brinco que se golpeó la frente contra la mugrienta pared que tenía frente a sí.

   —¿Qué ha... qué ha pa-sa-do? —gimió torpemente una voz masculina a sus espaldas.

   —¡Joder, Jon! —masculló entre dientes Glenn mientras agitaba su cabeza intentando quitarse de encima el punzante dolor que le taladraba la cabeza—. Casi me cago encima del susto.

   Una débil risita tintineo a la derecha de la atemorizada joven.

   —Seguro que con eso podrías neutralizar al menos una pequeña parte de este pestazo —siseó Becca.

   —Espera, espera, si tú eres Becca —dijo Glenn moviendo su codo derecho y hundiéndoselo a su compañera entre las costillas—y tú eres Jon... —prosiguió refiriéndose al joven que se removía a sus espaldas— ¿Quién eres tú? —murmuró Glenn golpeando con su codo el bulto que descansaba sobre su costado izquierdo.

Títeres De Hilos Invisibles©On viuen les histories. Descobreix ara