Capítulo 8: "Un mordisco amargo"

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   Las tres chicas salieron de la casa mochilas a la espalda

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   Las tres chicas salieron de la casa mochilas a la espalda. Becca iba en cabeza. Antes de adentrarse en el bosque, las chicas pudieron ver como Jon y Adam se dedicaban a la "limpieza del jardín". Cualquiera pensaría que, bajo el amparo de la sombra de los árboles, el ambiente debía de ser menos bochornoso, pero lo cierto era que no. Las verdes copas de los árboles generaban una especie de efecto invernadero, concentrando el calor y no dejando correr el aire.

   —Si nos andamos con prisas podemos estar de vuelta en unas cuatro horas —les animó Becca—. Mantened el paso ligero, pero si os empezáis a encontrar mal por el calor no os forcéis a seguir, porque no vamos a cargar con pesos muertos. Es mejor parar y tomarse un respiro a que os desmayéis por un golpe de calor.

   Las dos chicas asintieron y apretaron la marcha. Al de una hora, las respiraciones agitadas de las muchachas resonaban en contraste con el sepulcral silencio del bosque. Decidieron parar para refrescarse con agua y comer una manzana. Las manzanas del árbol que crecía en el patio interior de la casucha en el que vivían. El amargo sabor de aquella fruta, era una de las mayores delicias de las que se podía disfrutar por aquellos tiempos.

   —Si seguimos con esta marcha no tardaremos en llegar, y para la vuelta, con suerte, el bochorno será algo menor —dijo Dana.

   —Tampoco te hagas demasiadas ilusiones —respondió Becca algo arisca.

   Glenn observaba la escena de forma pasiva, más concentrada en su manzana que en la disputa entre sus compañeras. Tan ensimismada estaba en su próximo mordisco, que cuando vio a Becca abalanzarse sobre ella, haciéndolas rodar la una abrazada a la otra, se mordió la lengua. La manzana a medio terminar se le había escurrido de entre los dedos.

   El sonido del viento al ser atravesado por el filo de una flecha resultó familiar a oídos de la sorprendida joven, pero no fue eso lo que la hizo reaccionar, ni siquiera el ¡CRACK! de la punta al hundirse en el putrefacto cráneo del zombie. Lo que de una vez por todas la hizo ponerse en pie de un salto, fueron las cálidas salpicaduras que le rociaron el rostro en el momento el impacto.

   —¡JODER!, ¡qué asco! —se quejó la pequeñaja, limpiándose la cara con su camiseta.

   —De nada, eh —le respondió Dana haciendo aspavientos con los brazos de forma dramática.

   —La verdad es que podrás haber apuntado mejor. Ahora estamos llenas de sesos de un jodido podrido —se quejó Becca quitándose restos viscosos que se le habían enredado en el pelo.

   Siguieron su camino sin mayores problemas. No pasó mucho más de una hora cuando por fin alcanzaron el linde del bosque. Caminaron alerta por las calles desiertas de aquel pequeño pueblo, hasta que por fin dieron con una tienda de ultramarinos. En el letrero se podía medio leer: "Jamie Joe's".

   El cristal del escaparate estaba casi opaco de la suciedad acumulada y el interior se veía oscuro. Glenn se acercó para ver el interior y en el preciso instante en el que su cara se encontraba a escasos centímetros del cristal, una figura salió de la oscuridad al otro lado y se lanzó contra el escaparate. La imperturbable Glenn dio un salto hacia atrás y jadeando se llevó la mano al pecho.

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