Capítulo 2: "Imaxtol"

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   Semanas después

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   Semanas después...

   En una habitación de hospital sumida en la más espesa de las oscuridades, a excepción de la tenue iluminación procedente de la televisión encendida en un canal cualquiera. Un zumbido eléctrico alteró a la joven en su estado semiconsciente. Las persianas de la habitación estaban cerradas y un único hilo de luz solar asomaba por entre el suelo y la puerta de la estancia.

   Una figura en sombras se movió al otro lado del cuarto y una pregunta cruzó fugaz la mente de la aún aturdida muchacha, «¿Quién es?», pero de sus labios no salió sonido alguno. En parte, por la sequedad de su boca, pero principalmente, debido a la parálisis producida por el terror ante la incertidumbre de lo que estaba pasando.

   La figura se acercó al televisor y lo apagó. Un instante antes de que la oscuridad se hiciera mayor en la estancia, Izz pudo ver el perfil de una mujer de piel oscura y pelo muy rizado. Lo llevaba recogido en una pequeña coleta a la altura de la nuca. Vestía un uniforme de enfermera, y por el diseño del escudo que llevaba en la solapa izquierda del mismo, obtuvo la primera pista acerca de su actual paradero.

   No sabía si sentirse aliviada o aterrada. No recordaba haber llegado allí, ni lo que habría tenido que ocurrir para que la hubieran tenido que ingresar. Intentó hacer memoria y un terrible dolor de cabeza la hizo quejarse y llevarse las manos a las sienes. Sus dedos acariciaron una superficie algo áspera que le cubría la cabeza, y de pronto, sintió un intenso picor en la zona. Fue a rascarse, pero una mano la detuvo.

   —Yo que tú no haría eso —le advirtió la voz de aquella enigmática presencia.

   La desconocida le tendió un vaso con agua y la muchacha se lo bebió de golpe sin pensárselo dos veces. Tras haber ingerido el líquido, un sabor amargo inundó su paladar y una mueca de asco dibujo su cara.

   —Es una aspirina. Para tu dolor de cabeza —contestó la mujer sin que Isabel tuviera siquiera que formular la pregunta en voz alta.

   —¿Quién eres?, ¿dónde estoy?, ¿qué me ha pasado?, ¿cuánto tiempo llevo inconsciente?

   De pronto, todas las preguntas que bailaban desordenadas en la cabeza de Izz, fluyeron con mayor coherencia de lo que cabría esperar de una persona en su estado.

   —No te preocupes —le respondió mientras le quitaba el vaso vacío de las manos y la ayudaba a recostarse de nuevo—. Descansa un poco, cierra los ojos y deja de lado todas tus preocupaciones, estás a salvo. Cuando despiertes te sentirás mejor y te prometo que tendrás las respuestas a todas tus preguntas, pero ahora debes dormir.

   Isabel pudo distinguir entre las sombras un gotero junto a la cama y vio cómo la otra mujer giraba una pequeña rueda situada entre una bolsa de contenido misterioso y, un finísimo y transparente tubo que le pareció interminable. Los párpados empezaron a pesarle y entre susurros pareció oír que aquella mujer pronunciaba su nombre con familiaridad, mientras le acariciaba la mano. Poco a poco los sonidos se fueron alejando y distorsionando, la oscuridad la envolvió por completo y sintió como la razón escapaba paulatinamente de su mente.

Títeres De Hilos Invisibles©Where stories live. Discover now