Capítulo 24: "Ardiente asfalto"

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   Las ventanillas abiertas a tope y el ardiente viento azotando sus rostros, tostándolos hasta chamuscarles la piel

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   Las ventanillas abiertas a tope y el ardiente viento azotando sus rostros, tostándolos hasta chamuscarles la piel. Cada mañana se untaban el cuerpo con protección solar, era una costumbre que habían adquirido desde que el clima comenzó a tener cambios tan bruscos entre estaciones.

   La atmosfera ofrecía menor resistencia al paso de la radiación solar y las quemaduras graves en la piel eran un problema bastante común ya fueran causadas por el ardiente sol del verano o las heladoras nevadas en invierno. Muchos morían a causa de insolación, enfermando, pues las quemaduras eran tan graves que se les infectaban o, simplemente, cáncer de piel. De una manera o de otra el resultado si se tomaba este factor de riesgo a la ligera podía llegar a ser fatal.

   Una discreta banda sonora acompañaba el ruido del constipado motor y el de las ruedas sobre el ardiente e irregular asfalto, Natural, de Imagine Dragons.

   —La conducción sobre asfalto es mucho más suave —comentó Becca golpeando el volante con los dedos de la mano derecha al son de la canción.

   —Podría estar de acuerdo si al menos no pisaras el acelerador a fondo para frenar de golpe cada vez que nos encontramos con un obstáculo en el camino... Y de paso, al menos así sería capaz de leer el mapa —la regañó Jon aferrándose a la puerta con una mano y al salpicadero con la otra.

   Un perro a medio morir sobre el negro asfalto y una bandada de aves carroñeras lo rodeaba arrancándole la carne a tiras al pobre animal. El olor a podredumbre y carne chamuscada se podía percibir metros antes incluso de avistar semejante escenario. Frenazo y rodeo. En aquel mundo, era conveniente evitar contacto incluso con los animales, pues pillar la rabia ya no era la mayor de las preocupaciones que pudiera azotar la mente de uno al cruzarse con un animal salvaje.

   Si las alimañas eran zombies, una mordida suya extendería el veneno de aquella enfermedad por el cuerpo de la víctima. Una vez la ponzoña hubiera acariciado cada uno de los órganos del cuerpo infectado, alcanzando por último su cerebro. En cuestión de horas la muerte abrazaría su condenada alma para,  entre ataques de ira y agonía, traerlo de vuelta al mundo, pero esta vez como un cuerpo autómata, carente de ese espíritu que lo llenaba en vida.

   —Cuanto antes lleguemos a la primera parada mejor. Digamos que esta monstruosidad traga combustible como Adam y tú las reservas de comida —rebatió ella.

   Una pequeña cabeza asomó desde atrás.

   —Si mantienes el funcionamiento del motor a máximo rendimiento y de manera constante, consume más de lo que lo haría si lo llevaras a una velocidad media y acelerando o frenando de poco en poco —explicó Glenn.

   Otra cabeza asomó, obligando a que Glenn se tuviera que apartar.

   —Además...Adam parece algo mareado. Ya es la segunda vez que pierde el conocimiento —añadió Dana.

Títeres De Hilos Invisibles©Where stories live. Discover now