Capítulo 9: "Llanto escarlata"

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   Con las ropas hechas jirones, las caras ensangrentadas y el terror en sus rostros, Jon y Adam se precipitaron al exterior del habitáculo

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   Con las ropas hechas jirones, las caras ensangrentadas y el terror en sus rostros, Jon y Adam se precipitaron al exterior del habitáculo. Al verlos salir, las chicas corrieron a su encuentro. A medio camino, Becca saltó a los brazos de Jon con lágrimas de alivio recorriendo sus pómulos.

   —¿Qué ha pasado? —preguntó la joven con tono aún alarmado—. ¡¿Dónde está Sam?! —El timbre de su voz comenzaba a rozar la histeria.

   Aún confusos, Jon y Adam miraron a su alrededor en busca de su compañero, pero Sam no había salido con ellos. La respiración de los chicos comenzó a acelerarse al comprender que habían dejado atrás a su compañero.

   —¡MIERDA! —exclamó Jon con los ojos casi al borde de sus cuencas. Se llevó las manos a la cabeza en un gesto desesperado por convencerse a sí mismo de que aquello no estaba ocurriendo.

   —¿Cómo que mierda, Jon?, ¡no me jodas! ¡No, no, no...! —Rebecca sujetaba a Jon de los hombros y tiraba de él zarandeándolo con brutalidad, intentando inútilmente, hacerle reaccionar.

   —Pe-pero..., estaba aquí —susurró Adam.

   La mirada del joven se quedó clavada en el suelo que se extendía en el espacio vacío a su derecha. Murmuraba palabras inconexas y sus ojos bailaban de un lado a otro, buscando algo, pero sin mirar realmente. Permaneció así por lo que pareció una eternidad, con la mente totalmente perdida en un bucle infinito de incertidumbre e incredulidad.

   Becca seguía tirando de la vieja y sucia camisa de Jon sin obtener reacción alguna de su compañero. Dana le puso una mano en el hombro y le pidió que parase, pero Rebecca seguía gimiendo maldiciones mientras se golpeaba duramente la cabeza contra el pecho de Jon una y otra vez, sin que él hiciera nada por impedírselo. Los ojos del joven estaban tan húmedos y vacíos como los de ella y sus pensamientos se hallaban atrapados en un infinito bucle sin escapatoria. Glenn se les acercó por detrás y sin mediar palabra, sujetó fuertemente a Becca de sus enredados bucles cobrizos y con tremenda violencia la tiró al suelo. El golpe pareció surtir efecto, dado que, de una vez por todas, Becca pareció haber recuperado al menos parte de su cordura.

   Se levantó de un salto y se dirigió enfurecida hacia lo que, a aquellas alturas, ya consideraban su hogar, chocando su hombro contra el brazo de Jon y golpeando suavemente la frente de Adam con la palma abierta, al pasar a su lado. Glenn y Dana la siguieron con sus armas y mentes preparadas para la batalla, seguidas de cerca por los aún algo aturdidos muchachos.

   Nada más cruzar el umbral de la puerta, dos cuerpos putrefactos saltaron a su camino. Dana ya tenía una flecha preparada para disparar a uno de aquellos seres entre los ojos y Glenn estaba a su vez a punto de lanzar uno de sus cuchillos. Pero antes de que les diera tiempo siquiera de parpadear, Becca ya había desenfundado su catana y de un solo golpe, limpio y elegante, les partió el cráneo a ambos cadáveres andantes. Una lluvia cálida y mal oliente bañó las pieles de los cinco supervivientes y salpicó sobre las mohosas paredes del recibidor.

Títeres De Hilos Invisibles©Where stories live. Discover now