Capítulo 21: "Tras la tormenta, calma"

48 9 45
                                    

   Habían pasado horas desde que salieron en estampida de aquella casa maldita

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

   Habían pasado horas desde que salieron en estampida de aquella casa maldita. Caminaron en silencio bajo la lluvia y para cuando llegaron a un lugar lo bastante apartado y estratégicamente bien ubicado, se percataron de que el cielo había cesado su llanto y de que la noche había extendido un negro manto sobre sus cabezas.

   Decidieron acampar. El lugar estaba bastante despejado de vegetación y por tanto embarrado. Miles de piedrecitas de contorno anguloso y de varios tamaños se esparcían por el lugar. Dormir sobre aquel terreno no sería precisamente comparable con hacerlo sobre una cama de mullido heno, pero era lo mejor con lo que podían contar en aquellos momentos.

   La estrategia sería la siguiente: el claro se hallaba justo al borde de la loma de una pared rocosa bastante empinada y topográficamente elevada. «Me parece que ya sé de dónde han salido todos estos pedrolos» pensó Jon al levantar la mirada hacia el imponente acantilado. Si montaban la campaña con este muro a sus espaldas, se aseguraban tener este flanco cubierto, así, con tan solo dos personas montando guardia mientras el resto del grupo descansa, sería suficiente.

   —Pondremos la tienda contra la pared de roca —ordenó Becca.

   —No creo que sea lo más prudente —la advirtió Jon.

   —¿Pero qué dices? Tener el muro nos permite tener un flanco a prueba de intrusos, tanto los vivos como los no tan vivos —apoyó Dana a Becca.

   —Entiendo perfectamente en lo que estáis pensando y, de hecho, yo también llegué a la misma conclusión en un primer instante —se defendió él—. Pero fijaos bien en el suelo. Está lleno de piedras.

    —Gracias tío, no nos habíamos dado cuenta —resopló Glenn.

   Era evidente que la idea de recostarse sobre aquel suelo no le hacía ni pizca de gracia. Ya podía sentir las puntiagudas aristas de las piedras clavándosele en las nalgas.

   —Me refiero a que esas piedras han tenido que salir de algún sitio, no crecen como patatas en la tierra precisamente —continuó con su argumentación—. Parece que esta ladera tiene tendencia a sufrir desprendimientos y tras un día tan lluvioso como el de hoy, no me atrevería a apostar por su estabilidad. Creo que lo más prudente sería dejar unos cuantos metros de distancia con esta y construir dos muros en cada flanco, desde la tienda hasta la roca.

   Todos quedaron en silencio, procesando lo que Jon recién había expuesto.

   —A pesar de que los desprendimientos parecen habituales en la zona —continuó él—. No parecen de gran envergadura, por lo que si cruzamos los dedos y rezamos lo que sepamos, podríamos tener la suficiente fortuna como para no morir sepultados por una avalancha de puntiagudas rocas.

   Becca asintió conforme y organizó al grupo para empezar a trabajar. Jon y Adam, montarían la tienda. Esto les permitiría alardear de su experiencia como antiguos boy scouts.

Títeres De Hilos Invisibles©Where stories live. Discover now