Capítulo 24🍷

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No había querido salir de mi habitación por algunos días, había preferido evitar ver a Black y volver a caer en ese remolino de sentimientos inefables.

Por lo que sé, Mary dijo que Black fue a concretar unos negocios y se demoraría tres días fuera de acá. Aún no me revelan el nombre del lugar en donde estoy, y eso me desespera, me frustra.

En estos tres días que he estado sin Black, no he hecho nada más que leer y relajarme. Aunque sé que Mía está en peligro, por lo que me dijo Mary, no puedo evitar preocuparme por ella. Me hace mucha falta, la extraño.

A veces, en estos tres días en los que Black no ha estado aquí junto a mí, me he puesto a pesar demasiadas cosas, como por ejemplo: la poca mesura que me queda, como reacciona mi cuerpo ante su toque, lo que él me hace sentir. Es demasiado lo que mi mente trata de procesar. Admito que este hombre tiene la experiencia de su lado. Sabe lo que una mujer quiere, sabe los puntos debiles de una chica, sabe como excitarla a tal punto de querer más, mucho más.

—Señorita—Mary llama mi atención—, el jefe llegará por la noche, así que me dijo que se arregle para ir a cenar—avisa.

—¿Sabes a dónde iremos a cenar?—pregunto con suma curiosidad.

—No, señorita—niega con la cabeza—, solo me dijo que use el vestido plateado que dejó especialmente para usted. Mabel y Helen, vendrán para maquillarla, señorita.

Asiento.

—¿Y si digo que no?—cuestiono.

—No creo que el señor Black acepte un no por respuesta—veo que saca algo de su mandil—. Tiene autorizado utilizar el móvil—me entrega el pequeño aparato en mis manos—. Hay algunas fotos de su hermana menor.

Mi sonrisa se ensancha demasiado. Por fin podré ver como está Mía y que tal se la está pasando en Mykonos. Tengo curiosidad por saber con quien está. No pierdo el tiempo y paso mi dedo por la pantalla táctil, voy directamente a la galería de fotos. Todo sigue igual, algunas fotos con Eva, Kira y mi hermana, otras fotos con mis padres, pero esas eran algo antiguas.

Veo que hay un álbum nuevo de fotos, abro el nuevo álbum y veo a Mía, mi hermama, muy feliz en la playa ¡y está con mis padres! Se ven que están muy felices en Mykonos, eso alegra muchísimo, aunque yo quisiera estar con ellos, pero estoy aquí con Black.

Veo nuevos mensajes de Tristan.

Tristan:
Pronto estaré contigo pequeña, estoy haciendo todo lo posible para ir a rescatarte.  

Eso me da mucha esperanza para poder salir de aquí, aunque por otro lado, quería quedarme con Black para explorar nuevas cosas, nuevos deseos.

Yo:
Esperaré por ti Tristan. Mi hermana está en Mykonos, si puedes, ve a verla.

Espero muy impaciente la respuestas.

Tristan:
Tranquila, todo estará bien.

No sé por cuanto tiempo más tenga que estar cerca de Black. Solo espero que Tristan se de prisa, no quiero caer en el juego de Black y salir perdiendo.

Después de que Mary me quitara mi teléfono celular, me pongo a leer. Paso el resto de la tarde sumergida en historias eróticas, cosa que jamás había hecho. Es interesante y algo perturbador como una chica cede a los deseos y juegos sexuales de un hombre. Pero allí encuentran su mayor placer, descubren sus deseos más oscuros, de alguna manera se vuelven adictas al placer.

Jamás había tenido sexo, pero soy consciente de como una caricia en tu punto más débil puede hacerte caer.

Me baño en veinte minutos para que Mabel y Helen me maquillen y peinen.

Preferí estar callada con ellas y solo me dediqué a esperar hasta que terminaran. Como la otra vez, les pedí que no me maquillaran en exceso, sino lo esencial.

Por último, me colocó el vestido plateado. Realmente es precioso y de alta costura. El vestido se ajusta muy bien a mi cuerpo pero tiene una abertura, dejando mucha piel expuesta. Mi pierna está expuesta. El vestido se ajusta a mis senos con un escote en forma de corazón. Es un vestido hermoso, pero deja muchas partes de mi cuerpo expuestas.

—Se ve muy hermosa, señorita—dice Helen.

—Ese vestido fue hecho para usted—dice Mabel, admirando la belleza de este vestido.

—Gracias, chicas. Ustedes hicieron un excelente trabajo—les agradezco.

Me veo otra vez en el espejo y no me reconozco. Mi cabello está recogido en una coleta de lado, pero mi cabello tiene ondas. Una pequeña peineta con flores plateada adorna mi cabeza.

El maquillaje es suave, con tonos casi neutros pero me gusta.

—Tome—Helen me entrega un antifaz. Genial, otra fiesta de máscaras.

Este antifaz es similar al que utilicé en la fiesta de Matt. Es plateado en forma de mariposa, solo que éste tiene una pluma pequeña del lado izquierdo.

—Gracias.

Ambas chicas se marchan.

Espero Black no se demore en venir. No quiero esperar por mucho tiempo, además, las sandalias de tacón están torturándome.

Mary entra a la habitación.

—Señorita, el señor la esta esperando abajo—avisa.

Asiento y la acompaño.

Mary cubre mis ojos y me guía hasta llegar a la sala.

Me deja ahí parada, y a la busco con mis manos hasta que toco un pecho muy duro y bien definido. Es Black.

—Dichosos los ojos que te ven, dulce Maisie—dice, con un tono de voz muy ronco y seductor.

—Lasti...lástima que yo no pu...pueda decir lo mismo—digo, un poco cortante.

Su aliento calido choca en mi oreja.

—Pronto, dulce Maisie—su mano delinea el escote de mi pecho—. Eres una obra de arte. El vestido es hermoso y tú aún más, pero créeme—su mano agarra mi seno izquierdo y le da un leve apretón. Jadeo por la sorpresa—En este momento te prefiero sin el vestido.

Trago en seco.

Sus palabras hacen que mi interior se sienta alborozado. Es como si sus palabras fueran un incentivo para poder cometer los actos más pecaminosos y lujuriosos que puedan existir.

—Yo...yo—no puedo formular ni una palabra. Mierda.

—¿Sabes algo, Maisie?—su mano toca la piel desnuda de mi pierna—. Tengo muchas ganas de hacerte gemir ahora y que digas mi nombre entre cada gemido—su mano se cuela por la abertura de mi vestido y da unas caricias a mi centro haciéndome estremecer—. Ya estabas húmeda, dulce Maisie. Me encanta.

Muerdo mis labios para no dejar escapar un gemido.

Su mano se detiene.

—Es hora de irnos—me da un beso en mis labios—. Quiero que veas algo, es una sorpresa para ti.

No dice nada más.

Me guía hasta llegar a su auto.

Me quedo sentada junto a él. Deseando más, pero a la vez tratando de no caer en su juego.








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No se olviden de leer mi otra historia: Desastre Colateral.

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