Especial de Navidad🎄

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La Navidad de los Wilde siempre había sido tranquila, a pesar de que a a veces cambiaban de ciudad e incluso, de país.

Esa noche buena, la mayoría de los Wilde se habían reunido para esperar la medianoche y desearse una feliz navidad.

Maisie apenas era una adolescente de quince años y su hermana Mía, tenía un dos años medio, era una pequeña bebé aún. Era una de las muchas noches buenas en que la familia Wilde se reunía en donde estuviera.

Algunos miembros llegaban, otros no, pero la comunicación nunca faltaba.

Esa navidad la pasarían en la hermosa y gran ciudad de Nueva York. En ese orbe tan maravilloso lleno de decoraciones en cada una de sus calles, mientras que la nieve caía sin cesar.

La joven Maisie no se acostumbraba al frío.

Su familia había decidido ir a hacer las compras navideñas necesarias para esa noche buena. 

Olivia Wilde, la madre de Maisie, los acompañaba.

Maisie no sabía que ese viaje estaba no estaba pagado por sus padres, incluso, toda la familia Wilde tenía ciertas influencias que a Maisie siempre le ocultaron, incluso, a Mía en un futuro.

De hecho, le ocultaban muchas cosas.
   
Target Midtown estaba un poco cerca de donde los familiares de Maisie residían. Así que decidieron salir a comprar algunas cosas.

—Mamá, tengo mucho frío —dijo la chica de cabello lacio y piel aceitunada.

—Vamos, Maisie, solo nos quedan algunas compras y después nos vamos a la casa de tu tía —le había respondido la señora Wilde.

Ella siguió aguantando un poco el frío y para aminorarlo decidió comprar un vaso de cocoacaliente. Aún no se acostumbraba al frío, ella estaba hecha para climas más cálidos, exóticos y tropicales. Así que se podría decir que Maisie era una chica de belleza exótica e inocente.

Tal como le pareció a él cuando la vio por al otro lado de la calle. Con sus mejillas algo rojas por el frío, sus ojos marrones y cálidos y esos labios que te invitaban a devorarlos muy lentamente.

No era la primera vez que la veía, por alguna extraña razón, su padre le había dicho que vigilara ciertos rincones de la ciudad de vez en cuando.

Está muy joven para mí, pensó él.

Él tenía veinte años, en aquel entonces.

Maisie caminó hacia el puesto de cocoa caliente para ordenar otra, su madre mientras tanto, ingresó al Target Midtonw con sus primas y tías.

Sabía que iba a ser una mañana muy ajetreada.

—Deme otro vaso con cocoa y canela, por favor —dijo ella, mientras sacaba de su abrigo negro un dólar con cincuenta centavos.

La señorita encargada de hacerlo, le dio muy rápido la cocoa con canela.

Maisie agradeció y se marchó.

Cuando trató de doblar por una esquina para llegar al Target, chocó con alguien, haciendo que su preciada cocoa se hubiese derramado sobre el abrigo de un chico.

Y no cualquier chico, este parecía sacado de algún libro de mitología griega, ya que poseía la belleza de uno de esos dioses griegos.

Alto, fornido, con un rostro muy bien estructurado, una nariz perfilada y unos pómulos muy bien marcados. Sus ojos eran la mezcla del mar con un atardecer oscuro, como cuando está a punto de caer una tormenta sobre ese gran manto azul.

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