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El auto era pequeño, prefería cien veces más a su moto que la carcacha de Wasabi, pero era todo lo que tenía a su alcance que no hiciera ruido

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El auto era pequeño, prefería cien veces más a su moto que la carcacha de Wasabi, pero era todo lo que tenía a su alcance que no hiciera ruido.

Después de la llamada, los hermanos Hamada pensaron en ir a la mansión. En realidad Tadashi arrastró a Hiro consigo para descubrir cómo estaba Elsa, si aún estaba viva, o si seguía cuidando a esa bestia que se escondía entre paredes. Le mintieron a sus amigos, le mintieron a la tía Kass, y por una parte, le mintieron a Elsa.

—Esto es un error, Tadashi. No podemos entrar, ese lunático podría asesinarla por nuestra culpa —susurró el menor, en un pobre intento por impedir que su hermano hiciera una locura que les costara la vida. 

—No lo hará —contestó el otro, buscando entre las rejas algún hoyo por el cual pudiera entrar sin hacer ruido.

—¿Y cómo estás tan seguro?

—Porque está enamorado de ella.

El silencio se plantó en medio de los dos. Hiro no se atrevía a preguntar cómo es que lo supo.

Su hermano ya no era el mismo de antes, había cambiado mucho. Y no podía culparlo, su experiencia fue traumática, y tardó muchos días para poder contarle lo que vivió.

Se volvió compulsivo, paranoico, agresivo y ya no le importaba su vida. Corría riesgos que si se le hubieran presentado en un pasado, los hubiera esquivado sin pensarlo dos veces.

Se odiaba a sí mismo, por haber dejado a Elsa ahí. Se lo demostraba con cada golpe que se daba, los moretones, los rasguños, las cortadas. Todo se lo dejaba en claro a Hiro. Y él no podía hacer más que apoyarlo y estar ahí para él. Quizás era ese motivo que empujaba al menor del dúo a seguir y obedecer las ideas locas que su hermano proponía.

Lograron escabullirse al interior de la propiedad. Los mosquitos y los alacranes eran a lo último que debían temerle, lo peor estaba dentro de la mansión, conviviendo con la delicada rubia.

—Por favor, Tadashi. Regresemos a casa, con tía Kass y Moshi —le suplicó el pelinegro, tomándolo con fuerza de la muñeca para evitar que siguiera caminando a la puerta.

—Lárgate si quieres, pero no me molestes —gruñó Tadashi, zafándose del agarre con brusquedad. Luego le dio la espalda

Las lágrimas amenazaban con salir, pero las reprimía a toda costa.

Si lloras, pierdes. Le había dicho él una vez. La semana después del incidente.

No iba a llorar por alguien que no tenía ni la mínima consideración por su persona.

—Haz como quieras, ya no puedo soportarlo más —susurró Hiro, volviendo por donde se vino.

Amaba a su hermano, mucho. Pero lo que estaba haciendo, sus acciones y su actitud lo estaban lastimando, ya no le permitiría más abusos, por más depresivo o traumático que estuviera.

Prefirió regresar a la ciudad a pie, aunque le tomara más tiempo que si volviera en auto.

Se puso el gorro de su suéter y subió el cierre, el invierno se acercaba, ya podía sentirse en el aire. Una mala noche como para traer puesto un short deportivo.

Se arrepentía por completo haberlo llamado para darle esa información. De haber sabido que eso ocurriría, no habría abierto el pico.

Pasaron veinte largos minutos, en donde caminaba a paso acelerado para llegar lo más pronto posible a su casa, cuando los faros de un auto iluminaron su camino. El joven se movió a la orilla para no ser atropellado.

El coche le cerró el camino, impidiéndole que él siguiera.

—¿Qué rayos te pasa? Pudieron haberte asaltado —reclamó Tadashi, bajando del auto y azotando la puerta con fuerza.

—No quisiste irte conmigo, no me quedaba otra opción —contestó el otro, esquivando a su hermano cada vez que se acercaba.

—Claro que sí, esperar ahí adentro —y apuntó a la carcacha.

—¿A que te mataran por culpa de tu arrogancia? No, gracias —quiso salir de esa situación, pero Tadashi no se lo permitió.

—No he terminado —y lo jaló del gorro, haciéndole caer al pavimento de pompas.

—¡Pero yo contigo sí! —gritó Hiro, en una explosión de rabia y desesperación.

—¡No me hables así!

—¿Y es que cómo quieres que te hable? –se levantó del suelo, sacudiendo su ropa–. ¡No quieres entender, no quieres escuchar! ¡Tadashi, siento que tu relación haya terminado así! ¡Siento todo lo que te sucedió pero no tienes por qué tratarme como basura! ¡Soy tu hermano, soy todo lo que tienes y tú lo eres todo para mí! ¡Y eso no parece importarte! –el rostro del mayor parece deformarse cuando va entrando en razón–. ¡Ya no te importa nada desde que saliste de esa maldita mansión! ¡Cuando cruzas la avenida sin fijarte o pasas un semáforo en rojo! –sin darse cuenta, ya estaba llorando, era imposible controlarse ahora que comenzaba a sacar todo lo que le provocaba dolor en ese instante–. ¿Quieres morirte o qué rayos? ¡Elsa sacrificó su libertad para que siguieras con nosotros, para que siguieras vivo! ¿Así es como vas a echar a la mierda su sacrificio, así es como vas a romper tu promesa? —la garganta le dolía de tanto gritar, pero su pecho ya no ardía, ya no se sentía aprisionado o sin opciones. Finalmente podía respirar con tranquilidad.

—Hiro, yo... —lo interrumpió su hermano.

—Sólo quiero ir a casa, es todo lo que tengo para decir —volvió a colocarse el gorro y entró al auto, en los asientos de atrás.

El muchacho resopló silenciosamente. Eso le había quitado la venda de los ojos, y era hora de hacerse cargo de sus acciones.

¡Hola!
Es un capítulo lleno de emociones fuera de la mansión Haddock, habrán capítulos así, para darnos una visión más clara y realista de cómo es que afectó la desaparición de Elsa en los que vivían a su alrededor. Espero que eso les agrade c:

Y otra cosita más, hice un...





¡Booktráiler!

Así como lo ven, de la parte I de la historia. Obvio no es lo más cool y original del mundo pero es trabajo honesto. Espero subirlo a YouTube pronto para poder enseñárselos acá. Claro que si algunx de ustedes quieren aportarle imágenes o vídeos a la historia con gusto los recibiré.

¡Nos leemos pronto!

Hιρσ: Eʅ Nιñσ II Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ