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—Buenos días —canturreó Elsa, cuando vio movimiento a su lado

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—Buenos días —canturreó Elsa, cuando vio movimiento a su lado.

—¿Ah? —balbuceó Hipo, limpiándose la baba que se le había escapado por la noche.

Signo de que durmió bien.

Se fijó que su brazo estaba alrededor de la pequeña cintura de Elsa. Ésta notó su mirada llena de confusión, y rió.

—Creo que volviste a tener pesadillas por la mañana. Tenía ganas de ir al baño pero no dejabas que me fuera, así que me rendí. Este libro es muy bueno —y le enseñó la pasta del libro que la había sumergido a una aventura grandiosa.

Las mejillas de Hipo se le pusieron coloradas por la vergüenza.

—No me digas eso —por fin la liberó del agarre, y se cubrió totalmente con la sábana de la cama.

La rubia se carcajeó como nunca.

—No es gracioso, es embarazoso. Deja de burlarte —se quejó Hipo.

—Tranquilo —le descubrió la cara un poco. Pero éste seguía serio, más de lo que usualmente era.

Intentó hacerle cosquillas jugando con sus orejas y su cabello, pero no funcionaba.

—No es tan malo como piensas —susurró Elsa, pellizcando por encima de la cobija su pequeña y redonda nariz. 

—¿Tú crees? —gruñó el otro.

—En absoluto —respondió la ojiazul.

Siguió sin moverse.

—¿Quieres... Contarme de tu pesadilla? —siseó ella, tan bajito que uno diría que le aterraba adentrarse al tema.

Y es que tratándose de Hiccup, entrar a sus pensamientos era como entrar a un campo minado, del que temía perderse.

—No era una pesadilla —suspiró el castaño, destapándose la cara.

Con la poca iluminación, no podía observar a detalle la cicatriz, lo que le frustraba tantito.

Sabía que días antes no quería involucrarse con su pasado, no quería saber nada de nada sobre qué había pasado en esa mansión, la razón por la cual sus padres lo mantenían tras las paredes y el por qué habían pedido una niñera para alguien con 27 años (aproximadamente).

Pero ahora era diferente. ¿Era porque ya le había tomado cariño al sujeto que creyó que acabaría con su vida y con la de Tadashi? ¿Empezaba a querer a ese hombre que tuvo las agallas de matar a su ex novio abusador? ¿A ese mismo que temía estar solo?

—¿Entonces? —se acercó un poco más, para que nada de lo que dijera se le escapara.

—Eran las voces —esa respuesta le inquietó por unos minutos.

—¿Qué... Voces? —manejaba un tono cuidadoso en su voz. Si algo sospechaba era que tenía problemas mentales, cualquier detonante podría resultar peligroso para los dos.

—Las que me atormentan desde mi niñez... Desde el accidente —se hizo bolita cuando lo mencionó.

No puedes presionarlo, podrías hacerle daño.

—¿Ya quieres comer? Puedo prepararte una ensalada de pollo si quieres —intentó cambiar de tema, para no lastimar al hombre con mente de niño.

—No tengo hambre —jadeó.

—Qué triste, porque pensaba dar de postre arroz con leche —fingió tristeza.

—¿Arroz con leche? —la mentalidad de niño regresó a él, avivándolo.

—Sí, mi especialidad —y le guiñó un ojo.

—Pero... –hizo una mueca de confusión–. ¿Qué es?

Elsa abrió de par en par sus ojos, admirada de que no conociera el manjar de los dioses.

—¡Por todos los cielos! ¿No lo has probado? –exclamó, exagerando un poco su sorpresa–. ¡Eso va a cambiar! ¡Vamos! —lo tomó de la mano e incitó a pararse.

Pues no funcionaría intentar levantarlo, era muy grande a comparación con la pequeña rubia.

Antes de siquiera sentarse, buscó su máscara y se la colocó.

Se sentía un poco mejor cuando no la usaba, pero era diferente, en la cocina había luz, y ella podría mirarlo, podría aterrorizarse con lo que se encontraría. Y no tomaría riesgos.

Hιρσ: Eʅ Nιñσ II Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang