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—No entiendo cuál es el problema, señorita –dijo Elsa al teléfono–

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—No entiendo cuál es el problema, señorita –dijo Elsa al teléfono–. No está retirado de su comercio.

—Sí pero desde el incidente con el joven Hamada en esa aterradora casa ya no se nos permite a ninguno de los dispensadores acercarnos a esa zona, mas que nada por seguridad respondió la mujer a través de la bocina.

La rubia resopló. ¿Cómo es que se habían enterado de eso? ¿Tadashi les dijo? ¿Qué les dijo, exactamente?

—¿Puedo ir hasta la tienda por el mandado si llegara a pedir una despensa? —éste párrafo en particular lo dijo casi en un siseo, como no queriendo ser escuchada por alguien en especial le. Y a la empleada no se le escapó ese detalle.

—Por supuesto, díganos a nombre de quién y los productos que necesita, si puede ser específica sería excelenteya estaba lista para anotar, con un bolígrafo en mano y cuaderno en la mesa.

La ojiazul se relamió los labios, indecisa.

—Ahora no tengo la lista de lo que quiero, pero volveré a llamar cuando la escriba, ¿okay? —susurró.

—Está bien, nuestro horario es de 7am a 9pm, estamos a dos cuadras de la Barbería Saint Judas. Cuídese mucho y que tenga un buen día —la joven esperó a que la chica dijera algo, pero inmediatamente después de que terminó colgaron.

Sospechoso, pensó.

Elsa por otro lado, agradeció que no hiciera más preguntas, de lo contrario se pondría nerviosa y su ataque se abriría paso.

Se masajeó las sienes, un poco cansada por lidiar con cosas que, si hubiera tenido que resolverlas antes de su estancia aquí, habría pensado que era estúpido batallar con una trivialidad así.

Pero no quedaba de otra, era eso o salir directamente al supermercado para estar a la vista de todo el pueblo, a evidencia de las personas cercanas a Tadashi, pasar la voz y correr con historias falsas. No quería arriesgarse a que la policía viniera y descubriera el secreto.

El asesinato de Hans le valía un carajo, Hipo hizo un excelente trabajo ocultando su cadáver y limpiando las huellas de su homicidio, pero le preocupaba lo que pudiera pasar con el mismo Hipo.

Hιρσ: Eʅ Nιñσ II Where stories live. Discover now