21. Después de clases.

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Capítulo veintiuno.

07.10 am. Día 16.

Me desperté agitada y pérdida. Había soñado con Jungkook. Un sueño dónde las cosas se ponían un poco... raras. Calientes.
Nunca antes había soñado algo así, y parecía tan real. Me sentía avergonzada.

—Hey, ¿Has tenido una pesadilla? —pregunta Jungkook entrando por la puerta, sonriendo.

—N-no, no, ¿qué haces aquí?

—Vine a ver si ya estabas despierta. Vas a llegar tarde, te espero abajo. Iré a preparar el desayuno.

—Si, gracias.

Corro hacia el baño a lavar mi cara, con agua fría. Muy fría. Me observo en el espejo. Necesitaba tranquilizarme un poco, no sé que sucedía con mi cuerpo y mis hormonas últimamente.
Cepillo mis dientes y mi cabello, me hago una cola de caballo alta y vuelvo al cuarto a ponerme el uniforme. Tomo mi mochila y mis libros antes de bajar a desayunar.

—Estás muy linda hoy.

—¿Hoy? —sonrío.

—Todos los días, pero las mañanas te sientan bien —me reí. Si, claro.

—¿Vamos?

—Vamos.

10.30 am.

Gracias a dios, nuestra profesora de matemáticas se había ausentado. Lo que significaba que, si teníamos un adulto responsable que nos venga a retirar, éramos libres. Y ese adulto era Jungkook, que estaba autorizado por mis padres a sacarme de la carcel cada vez que se le diese la gana.
Por eso me encontraba en el pasillo de la escuela, esperando a que venga por mi.

Llegó a los pocos minutos y entró en el instituto para firmar los papeles. Todas mis compañeras clavaron su mirada en él sin ningún tipo de intento por disimularlo.

—¿Vamos a casa? —preguntó, haciendo que me sonrojara ya que todas estaban mirándonos.

—Vamos.

Estacionó en la entrada del garaje y nos adentramos en la casa. Tiré la mochila a cualquier parte y me dejé caer en el sofá para ver la televisión como una niña pequeña.
Que maravillosas eras las buenas noticias inesperadas, como que entre la directora al salón y te diga que puedes irte a tu dulce hogar.

—¿Te han dicho alguna vez que te ves muy sexy con ese uniforme? —acarició mi cuello desde atrás del sofá. Me puse nerviosa ante su tacto.

—Ya he perdido la cuenta —bromeé.

—No recuerdo que a mis compañeras le quedase tan bien una simple falda azul —bajo sus manos hasta el cuello de mi camisa. Ya estaba sudando.

—Eh, gracias.

Se sentó a mi lado, relajado, lo observé disimuladamente un largo rato. Era el hombre más perfecto que había conocido. Debía admitirlo. Era increíble que un hombre como él se fijara en mi.

—¿Que quieres hacer? —preguntó pasando su brazo por mis hombros.

En un rápido movimiento me senté en su regazo y le di un beso en los labios. Ya no aguantaba más, quería besarlo. Podría hacerlo por horas.
El sonrió, contento por mi acción. Me separé de su boca para tomar aire, el agarró mi cabello y volvió a juntarnos. Nuestras lenguas jugueteaban con ganas y me acomodé para poder besarlo mejor.
Mi respiración comenzaba a ser entrecortada por los besos desesperados que Jungkook me otorgaba. Me encantaba.

Había perdido la noción del tiempo, pero sabía que llevábamos unos cuantos minutos de esta forma y el no aparentaba dar el siguiente paso. Mis manos viajaron por debajo de su remera, acariciando su fuerte abdomen. Y el descansó las suyas en la parte baja de mi espalda.

© Bajo Las Reglas -𝙅𝙐𝙉𝙂𝙆𝙊𝙊𝙆Where stories live. Discover now