24. Cinco años no son nada.

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Capítulo veinticuatro.

18.15 pm.

Salí de la ducha y envolví mi cuerpo con una de las toallas. Me acerqué al armario y busqué algo adecuado para usar esta noche, en la cena con los padres de Jungkook y amigos de la familia a modo de despedida. Sus padres volverían a España mañana en la tarde.

—Toc toc —golpea la puerta.

—Pasa, tonto. No se que ponerme.

—Así estas bien, pero yo creo que mejoraría si te quitas la toalla —sonreí.

—Cállate.

—Solo decía.

—¿Puedes ayudarme?

—¿Por qué no te pones el vestido que usaste en mi cumpleaños? Te veías ardiente —mordí mi labio pensativa.

—Está bien.

Busqué entre las prendas, lo que me tomó un largo tiempo, la verdad es que no usaba un vestido negro de media manga y abierto en la espalda con frecuencia, por eso siempre terminaba en algún rincón escondido del closet. 
Dejo caer la toalla bajo la atenta mirada de Jeon, tomo el vestido con rapidez y comienzo a ponérmelo.

El teléfono suena.

—Iré a atender antes de que mi amiguito se despierte.

Me reí. El nunca paraba. Pero, a quien engañar, adoraba su sucia boca.
Después de unos minutos, volvió a entrar.

—Char, son tus padres.

Me llevé el teléfono al oído y los saludé.
Pasé un largo rato hablando con ellos, escuchando sobre las maravillosas vacaciones que estaban teniendo. Me ponía muy feliz por ellos. Me contaron que estaban por irse a cenar, así qué los despedí y seguí arreglándome.
Sequé mi cabello y volví al baño para tener una mejor luz. Tomé mis maquillajes, y observé mi rostro. No quería excederme pero si verme un poco más grande y sería, digna de Jungkook quizás.
Delineé mis ojos para hacerlos más voluminosos y profundos. Contorneé mi rostro bajo los pómulos y en la zona de la quijada para afinarlo. Elegí un tono nude en los labios para no cargar más el maquillaje. Estaba satisfecha con mi trabajo.
Planché mi cabello a la perfección y, por último, rocié mi perfume favorito sobre cuello y muñecas.

—¿Lista? —preguntó asomándose por la puerta.

—Lista.

—Te ves realmente hermosa —le dediqué una sonrisa.

—Gracias.Tú igual.— Me tomó de la mano y salimos de casa. Abrió la puerta del copiloto para que me suba y le sonreí como agradecimiento. Condujo durante una hora hacia la casa donde se alojaba antes de irse a vivir a España, y dónde estaban quedándose sus padres actualmente. Aparcó el coche frente a ella y tocó timbre.

—¡Jungkook, viniste con Charlotte, que bueno! —me abrazó su mamá.

—Señora Jeon, que bueno verla —sonreí.

—Llámame Amanda, cariño. Ya te lo he dicho. —besó la mejilla de su hijo y nos invitó a entrar— la cena estará lista en un rato, pónganse cómodos mientras tanto.

La casa de Jungkook era enorme, y hermosa. No me sorprendía, se notaba que su familia tenía buen gusto. Los pisos eran de una madera oscura, las paredes color champagne estaban cubiertas por obras de arte dignas de admirar, y en cada rincón había flores que se notaban frescas, recién puestas. Frente al juego de living había una gran chimenea que le terminaba de dar a la planta baja ese aire acogedor.
Saludamos a su padre y conversamos un buen tiempo. Jungkook me hizo señas de que lo siguiera y eso hice. Subimos las escaleras y entramos en uno de los cuartos.

© Bajo Las Reglas -𝙅𝙐𝙉𝙂𝙆𝙊𝙊𝙆Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora