Capítulo 29.

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—¡Ouch!— me quejé fuerte.

—Callate.

—Me quemaste— le dije a Erin, quién sostenía la pinza sobre mi cabello.

—Te mueves mucho— soltó mi cabello y alejó la pienza.

—Ese rizo parece de puddle— reí fuerte.

—¿Qué diablos dices? Quedó lindo— dijo ella mientras me veía por el espejo.

—¿Segura?

Acomodó mi cabello por unos segundos y luego levantó sus dos pulgares.

—Perfecta.

—¿Si?

—Que si— rió.

—Confiaré en ti, Erin Green.

—Hazlo, porque nunca te mentiría, Tamara Edwins.

—Tienes razón, perdón— hice puchero —Estoy un poco neurótica.

—Te perdono, bebé— me abrazó y palmeó mi espalda.

—¿Crees que ahora si me pida ser su novia?

—Esperemos que si. Si no lo hiciera sería un idiota.

—No seas grosera— lo miré.

—Sabes que lo sería.

—Si, tal vez un poco— reí.

—Es que sería lo correcto, ya se dicen te amo, esta soltero y todo esta bien con Meredith y Matthew.

—Pues si— levanté levemente los hombros.

—Pero bueno, supongamos que si no lo hace es porque lo esta planeando para luego hacerlo y de una forma super especial.

—Dios te escuche— reí levemente.

—Ya son las 7:30— señaló mi bolsa de maquillaje —Mejor comienza a maquillarte.

—Eso hare, mandona— le saqué la lengua para luego sacar las cosas que usaría y poner manos en acción.

Pasó el tiempo y estuve lista finalmente entonces bajé de la habitación encontrándome con Logan en la sala de estar quien conversaba con Erin.

—Perdona la tardanza—me disculpé mientras me acercaba a ellos.

—No importa— dijo y luego volteó a verme.

Su sonrisa perfecta esplendió como nunca y sus ojos me miraban de pies a cabeza.

—Luces hermosa.

—Muchas gracias— sonreí —Tú te ves muy guapo— reí levemente.

—Esto es demasiado meloso para mí— dijo Erin mientras se levantaba y reía —Diviértanse, que tengan muy buena velada— me miró y entonces le hice una seña para que se fuera.

—Adiós, Erin— dijo Logan mientras se levantaba del sofá y metía sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Erin subió hasta la habitación entonces reí.

—Dime que no dijo nada vergonzoso— lo miré.

—No— frunció el ceño y los labios mientras negaba con la cabeza —Nada malo y o vergonzoso.

—Mejor así— reí levemente.

—¿Nos vamos?— me miró.

—Seguro— acomodé mi abrigo y comience a caminar delante de él, me abrió la puerta y salimos del apartamento.

"Enamorada de mi jefe"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora