Capítulo 09 - Parte II.

71.1K 3.8K 111
                                    

Presioné el botón del último piso y luego vi como de atrás de mi presionaron todos los demás, voltee y miré a Matthew.

 —¿Por qué hiciste….— sus labios me silenciaron haciéndome imposible terminar mi pregunta.

Estaba en shock, ¿Por qué rayos me estaba besando?

¿Y por qué rayos yo no hacía nada?

Me puso contra la puerta del elevador y siguió besándome, sentí su lengua en mi boca entonces lo aparte rápidamente para luego golpearlo varias veces en el abdomen.

—¡Ouch!— me quejé mientras con la mano buena acariciaba la mano lastimada.

Él rió.

—No te burles, en serio dolió. ¿Qué demonios tienes ahí?

Se desabrochó la camisa.

—Sólo mis abdominales.

Miré sus abdominales, ¡Eran fantásticos! Tan marcados.

—Cubre tu torso, exhibicionista.

Abotonó su camisa.

—¿Por qué me golpeaste?

—Porque tú me besaste

—Por favor, ¿Qué edad tienes?— me miró pensando —¿27?

—¿Luzco de 27?— dije enternecida —¡Espera!—  lo miré —¿Qué tiene que ver mi edad?

—Eres adulta como para saber lo que significa “Te invito un trago”

Lo miré con los ojos entrecerrados.

—¿Estas demente?—  reí —“Te invito un trago” significa… ¡te invito un trago!

—Que inocente eres, Tammy.

—No me llames así.

—Tammy.

Mi nombre sí que sonaba bien con su voz y acento.

Maldición, es tan sexy que me hace imposible concentrarme.

—Soy Tamara.

—Yo quiero llamarte Tammy.

—Sólo mis amigos me dicen así.

Sólo Erin me dice así…

—Yo puedo ser tu amigo— sonrió.

—No, yo no quiero ser tu amiga.

Rió.

—¿Por qué no, Tamara?

—Porque eres vanidoso y arrogante.

—Tengo derecho a serlo, mírame— sonrió —Antes venían las chicas venían  a Nueva York para visitar la estatua de la libertad, ahora vienen para visitar mi habitación.

—Existe el sida, amigo.

—Me llamaste amigo— sonrió —Dijiste que no querías ser mi amiga pero acabas de llamarme amigo.

Rodee los ojos y para mi suerte el elevador se abrió pues así pudimos salir.

—¡Tammy!— gritó Erin desde un sofá.

—¡Erin!— sonreí y comencé a caminar hasta ella pero el señor “te invito un trago” me tomó del brazo entonces voltee a verlo —¿Qué?

—Un trago, uno de verdad.

Reí.

—Ni loca.

—Vamos— me miró —Te reto.

Miré el bar y comencé a caminar hacia él.

Matthew me siguió y ambos llegamos a la barra para luego sentarnos en uno de los bancos.

"Enamorada de mi jefe"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora