7. preparándose

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Keith nunca había ido a una feria. Se le había ocurrido la idea de llevar a Lance cuando, a principios de aquella semana, un grupo de adolescentes fue a la floristería y le preguntaron si podían colgar un cartel sobre la feria en el tablón de anuncios justo tras la puerta de la tienda. Por lo general, el tablero estaba cubierto de carteles sobre lecciones de guitarra, coches hechos mierda y perros perdidos, por lo que Keith les permitió colgarlo. Después de que los adolescentes se fueran, le echó un vistazo más de cerca.

¡Celebrando 50 años de tradición!

50ª Feria Anual del Condado de XXX

Sábado, XX de junio - Domingo, XX de junio

9:00 am-11:00 pm (ambos días)

Recinto ferial XX, XX, WA

Los ojos de Keith se ensancharon ante los brillantes colores y fuentes en el anuncio. ¿Una feria? El olor a algodón de azúcar y buñuelos junto con la imagen de los oscuros, profundos ojos azules de Lance destelleando ante las luces de neón pasaron por la cabeza de Keith. Hizo una pausa, tratando de pensar racionalmente por un momento. No tenía el estómago débil, pero jamás había sentido la necesidad de experimentar ninguna de esas veloces montañas rusas. ¿Estaría bien ir con Lance?

Sacudiendo la cabeza, Keith se deshizo el miedo: era casi el fin de semana y todavía no se le había ocurrido un plan para su cita, así que si tenía que aguantar unos minutos en algunas atracciones con el estómago revuelto, valdría la pena si estaba en una cita con Lance.

Sacando su teléfono, Keith llamó a Lance en el acto. El bailarín, por supuesto, estuvo de acuerdo.

Ahora, al mismo tiempo que Keith se ponía los zapatos junto a la puerta principal de Hunk, comenzó a sentir la ansiedad apoderándose de él. Le había dicho a Lance que saldría de su apartamento a las 8, lo que le había dado (revisó su reloj: 5:58 pm) 2 horas para prepararse. Keith se armó de valor cuando salió de la casa de Hunk, sonriendo levemente al escuchar a Shiro, Pidge y Hunk hacer estallar en una risa frívola desde el sótano. Se sentía mal dejando la práctica antes que sus amigos, pero se recordó a sí mismo que 1) lo matarían si descubrieran que había perdido la oportunidad de ir a una cita (y mucho más con Lance) y 2) lo único que habían estado haciendo durante la última hora había sido jugar al Just Dance y ver quién podía tocar los sonidos más extraños en el sintetizador de Pidge.

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Keith dio un golpe con las puntas de sus zapatos contra el suelo para acercar los dedos de los pies a ellas; luego salió y se montó en su moto, que la estaba esperando en la entrada. Junto a su motocicleta, estaban la camioneta de Hunk, el Subaru Outback verde oliva de Shiro y el Hyundai eléctrico de Pidge. Keith pensaba que los vehículos se adaptaban a sus dueños, y luego se preguntó qué decía el suyo de él. Encogiéndose de hombros, se alejó de la calle de Hunk y se dirigió a su casa, a 10 minutos de la costa con afortunadamente buen clima. Era una buena noche para una cita.

Tan pronto como llegó a su apartamento, se duchó, frotando cada centímetro de su cuerpo con una esponjosa esponja vegetal, se secó agresivamente el cabello y rezó a Dios para que sus oscuros mechones cooperaran (casi nunca lo hacían, pero valía la pena intentarlo), y escogió la ropa que iba a ponerse.

A Keith no le encantaba que ahora se estuviera centrando en su ropa más que nunca: extrañaba los días en los que tan solo se ponía lo que veía primero, sin importarle si combinaba o hacía que su culo se viera bien. Ahora, se ponía cuidadosamente unos jeans rotos negros, un cinturón de cuero y una sudadera roja sobre un cuello de tortuga negro. Respecto a los zapatos, abandonó sus confiables Vans (de las cuales tenía 4 pares, tal vez 5 si pudiese encontrar aquellas de cuadros azules que había perdido hace unos meses...) por sus Nike Air Forces blancas, que convenientemente le otorgaban un par de centímetros más a su metro setenta y cinco.

BEAT DROP. klanceWhere stories live. Discover now