13. después de la fiesta

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Podías escuchar la música de la casa de fraternidad desde el aparcamiento. El intenso y sofocante bajo mezclado con las risas y aullidos de las personas de dentro. Keith lo consideró con cuidado. Pidge les había dicho a Keith y Lance en el coche que no habría aceptado la invitación a la fiesta si la persona que le había invitado no hubiese especificado que la fraternidad "solo ponía música buena"

—No es que tenga nada en contra de la típica música que ponen en las fraternidades —había dicho rápidamente—, pero si voy a estar sobrio toda la noche, me merezco disfrutar de la banda sonora. —Keith le había dicho a Pidge una y otra vez que no tenía por qué ser el conductor designado, que quería que el chico de primer año viviera un poco aunque fuese una noche, que su apartamento estaba a unos escasos 10 minutos andando desde el lugar, pero Pidge había insistido en que él sería el que estuviese sobrio toda la noche porque tenía que levantarse temprano al día siguiente para ir al trabajo.

Keith nunca había bebido mucho, en realidad. Su madre había sido alcohólica en sus años de facultad y le había repetido una y otra vez lo mucho que le había arruinado la vida a largo plazo, pero le agradecía en secreto por sus genes cuando era el único que mantenía la compostura en los juegos de beber.

Los tres caminaron hacia la casa de fraternidad y un hombre alto y corpulento enfrente de la puerta con los brazos cruzados frente a su enorme pecho llamó su atención. Keith escondió una sonrisa; le recordaba a Shiro. El hombre miró a los chicos mientras se acercaban, observando de arriba abajo sus conjuntos como si estuviera determinando su valor. Por un momento, no dijo nada. Entonces, puso los ojos en blanco y gruñó algo parecido a "venga, entrad", abriendo la puerta para ellos. Perplejo, Keith entró el primero, seguido por Pidge y Lance.

—¿Cómo ha...? —empezó Keith antes de darse la vuelta y darse cuenta de que Lance se había puesto una gorra de béisbol con "Orgullo NYC 2016" escrito con letras arcoíris en ella. Pidge y Lance se estaban riendo disimuladamente.

—Las chicas y los gays entran gratis. —Pidge se rio sin control ante la expresión patidifusa de Keith. El rostro de Lance se estaba volviendo rojo de reír tanto. Ahora era Keith el que ponía los ojos en blanco.

—Id a explorar, yo iré pidiendo algo para beber —dijo, dejando su mochila y abrigo detrás de la puerta, donde nadie pudiese cogerlo. Lance y Pidge colocaron sus cosas con las de Keith antes de irse juntos, con los brazos entrelazados. Keith estaba aliviado de que se estuviesen llevando tan bien; la aprobación de sus amigos era muy importante para él y al parecer le gustaba tanto Lance como para dejarlo solo.

La casa de fraternidad consistía en tres habitaciones principales en la planta de abajo: una terraza acristalada en la que había una barra de bebidas rodeada de agitados adolescentes, una cocina oscura con una larga encimera que servía de barra y una nevera repleta de agua y Capri-suns, y una tercera habitación más allá en la que estaba la mayoría de gente, bailando en un sudado, cómodamente apretado mar de cuerpos. La tercera habitación era también de donde venían las luces estroboscópicas y donde habían desaparecido Lance y Pidge.

Keith se acercó a la barra y le pidió a la camarera, una mujer musculada y de aspecto duro con el pelo atado en dos moños, dos Hard Seltzer. Mientras se dirigía al frigorífico detrás de la barra para cogerlos, también se hizo con un Capri-sun para Pidge.

Después de coger las bebidas, Keith empezó a desplazarse hacia la tercera habitación. Mientras pasaba cerca del último asiento del bar, un alto y hermoso hombre con cabello largo y plateado recogido en una coleta impecable fumaba un cigarro, sonriendo con suficiencia. Keith fue transportado de inmediato al porche de Hunk, donde Shiro le había dejado probar uno de sus cigarrillos en su último año. El humo de cigarro no olía en absoluto como el cálido, húmedo aroma de la marihuana que Hunk escondía en su sótano y sacaba en ocasiones especiales. Era mordaz, nocivo y hacía que los pulmones de Keith se revolviesen en su caja torácica.

BEAT DROP. klanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora