36. Encontrarla

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Sube, estoy en tu habitación.
                                           8:46pm

Había recibido ese mensaje de Calle hace cinco minutos. Me encontraba a unos pasos de mi habitación. No quería subir porque me daba la sensación que lo que tendría que decirme no era nada que me agradara ya que su mensaje había sido muy seco y con un punto al final.

O sea, ¿Quién utiliza puntos en mensajes? Exacto, nadie, sólo Daniela cuando habla seriamente.

Sin embargo, yo también tenía algo que hablar con ella sobre aquel paquete que llegó a su nombre con remitente del FBI de Los Ángeles.

Sabía que debía escuchar lo que tenga que decirme respecto al tema pero a la vez me negaba al día que Daniela se fuera. No quería que se fuera, la necesitaba conmigo, la necesitaba y quería para mí por más egoísta que suene.

En este momento deseaba correr, correr y correr y no tener que entrar a aquella habitación para buscar las respuestas que necesitas. Pero como he dicho, "buscar las respuestas que necesito", por lo tanto, debo entrar. Aunque quiera salir corriendo, necesito que me explique por qué llegó paquete acá a Colombia de parte del Buró Federal de Investigaciones de los Ángeles.

Tomé una respiración profunda y decidí continuar mi paso hacia mi habitación con el paquete en mano.

Toqué la puerta de ella y al instante me digo lo pátetica que soy.

¿Quién toca la puerta de su propia habitación?

Sip, yo.

Escuché el "Entra" del otro lado de la puerta a lo que ingresé y cerré la puerta al paso.

Enfoqué mi vista en la castaña que estaba sentada en la cama frente a mí. Pero ella no me miraba, ella mantenía su vista abajo y decidí bajar mi vista hasta sus manos. Entre ellas tenía dos teléfonos, uno de ellos lo conocía de pies a cabeza.

Era mi teléfono de conquistas.

-¿Revisabas mis cosas? -digo con un tono enojado. Ella levanta su vista rápidamente y me mira incrédula, como si no creyera lo que acababa de decir.

-¿Me estás jodiendo? -vi que alzó una ceja.

-¿En la primera que no estoy contigo y ya andas revisando mis cosas? -repetí pero un poco más calmada.

-No María José, en ese sentido no estaba revisando tus cosas. Había perdido mi teléfono y como aquí pasé la última noche, pensé que lo había dejado acá. Te pido perdón si te molestó que haya entrado a tu habitación sin tu permiso y haya buscado en tus cosas, no fue profesional. No quería interrumpir la llegada de tu padre, por eso no fui a pedirte que me llamaras para poder encontrar mi teléfono así que, decidí subir, lo siento. Necesitaba mi teléfono urgente -explicó y vuelve a bajar su mirada. Mierda, ahora me sentía como una estúpida por haberle hablado mal.

-Calle yo...

-No importa, te pido perdón por haber entrado a tu habitación y revisado tus cosas sin tu permiso. Como ya dije, no fue profesional -habló en un tono neutro que hizo que el corazón se me arrugara -¿Eso es mío? -se puso de pie señalando el paquete entre mis manos.

-¿Por qué tienes mi teléfono? -hice caso omiso a su pregunta y pregunté en voz baja. Ella se ríe falsamente.

-María José, tú teléfono -dijo enfatizando el "tú" -antes de encontrar el mío, lo había encontrado en uno de los cajones. Lo tomé por la simple curiosidad de que hacia mi novia con dos teléfonos ya que sé perfectamente que el tuyo siempre lo llevas encima. Así que simplemente sólo decidí encenderlo y ¡voilà! No sé cuantos mensajes de mujeres llegaron, creo que el teléfono hasta de quedó congelado -explica con cierto tono enojado y sarcástico.

Llegaste sin avisar | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora