18. Atraco

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Me sentía excitada y extrañamente bien, Daniela estaba frente a mí, chupando y mordisqueando mi cuello como si fuera su manjar favorito mientras pasaba sus manos por todo mi cuerpo. Me encantaba lo que me hacia pero a la vez tenía miedo... miedo de lo que estoy sintiendo y de lo que pueda llegar a pasar. Hace tiempo me cerré las puertas del poder amar y me asusta porque creo... solamente creo que esas puertas se están abriendo poco a poco con... mi guardespaldas.

Daniela me sacó a la realidad en el momento que impactó sus labios con los mios, era simplemente exquisita. A pesar de estar hundidas por la exitación y el deseo, sus labios eran suaves, su textura era extramadamente suave, sus labios eran dulce, simplememte me encantaba como me besaba Daniela Calle.

Cegada por el momento y la excitación, pase mis manos por la nuca de Daniela mientras la acercaba más a mí cada vez más haciendo el beso más apasionado. Empecé a descender mis manos por sus hombros, espalda, cintura y las detuve. Quería hacerlo pero no sabía si debía, si era lo correcto... Pero cómo si Calle hubiera leído mis pensamientos, separó sus manos de mis muslos y con sus manos tomó las mías que yacían en su cintura para luego posarla en el lugar que quería... su trasero.

Inconcientemente, luego de aquel moviemiento, apreté sus glúteos haciendo que Calle soltara un gemido ahogado en mi boca ¡Dios santo! No quería admitirlo pero Daniela tiene un trasero muy voluptoso...

-¿Puedes repetir aquella acción? Por favor -dijo ella como en tono de súplica, y la verdad no la dejaría con las ganas y yo mucho menos. Volví a hacer el acto de apretar sus glúteos haciendo que Daniela volviera a gemir pero esta vez más alto haciendo que una corriente de excitación pasara por todo mi cuerpo, especialmente entre mis piernas, debería tener el mismísimo infierno entre ellas. No quería admitirlo pero... necesitaba, necesitaba a Daniela entre sus piernas.

-¡Dios Daniela!, hmm... te necesito... -jadeaba con cada palabra que salía de mi boca, en ese instante Calle sonrío de forma perversa, sabía que ella también me necesitaba.

-Relájate Poché... -decía mientras posaba sus manos en el borde de mi blusa para así empezar a retirarlo lentamente, pero Daniela se detuve a mitad de su cometido. Yo la miro alzando una ceja ¿Por qué se detuvo?

-¿Estás segura de lo que quieres hacer? -preguntó con un deje de preocupación en su mirada y voz.

La miré directamente a los ojos.

-Sí lo estoy Daniela... -respondí jadeante. Ella pareció en tardar en asimilar la ocación para luego volverme a besar, pero al contrario del último beso, este beso fue más lento, más apasionado, más... ¿Sentimental? No lo sé pero me estaba fascinando más de lo que debería.

Daniela comenzó a levantar mi blusa lentamente, luego de pasarla por mis brazos, lanzó la blusa a alguna parte del baño. Daniela desvió los besos hacia mi cuello, pero esta vez dejando besos húmedos y chupetones a su paso. Antes de seguir bajando, ella se separó y se quedó mirando mi torse semidesnudo por unos segundos, por inercia, con mis brazos, tapé mis pechos, me sentía tímida y muy sonrojada de la forma en la que me miraba... ¿¡Por qué lo había hecho!? ¿¡Por qué me siento tímida cuando estoy a punto de tener relaciones con alguien!? Jamás me había pasado tal cosa.

Daniela rió bajito y negó con la cabeza.

-Eres hermosa Poché... -dijo mirándome a los ojos dando en un suspiro. Mirándola a los ojos, por sus palabras, me sentí bien, me sentí a salvo, me sentí protegida, me sentí... ¿querida?. Poco a poco empecé a retirar mis manos de mi pecho hasta posarlas en la cintura de Calle y atraerla más hacia mí para volver a besar esos labios que al día de hoy, han sido mis favoritos.

-Por favor, no... lo soporto más Calle... -jadeaba en su boca, ya se me había ido la poca cordura que me quedaba, ella me hacia perderla.

Calle empezó a repartir besos por todo mi cuello, luego al lóbulo de mi oreja donde chupo a su antojo haciendo que mi centro palpitara aún más por su atención. Calle empezó a descender sus besos húmedos hacia mi pecho, dió varios besos para luego subir un poco la mirada mientras seguía dando besos por mi tórax. Ella me vió alzando una ceja cómo pidiendo permiso a lo que asentí rápidamente mientras mordía mi labio inferior e inclinaba la cabeza hacia atrás ¡Dios! Esta mujer iba a matarme de la mejor forma posible.

Llegaste sin avisar | CachéWhere stories live. Discover now