Liberación

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Laurita permanece debajo de mí, a mis espaldas, y mi mirada se extravía en el techo. La fuerza con la que me domina mengua. Sus manos sustituyen mis muñecas por mis pechos. Una caricia profunda sobre ellos junto a una mordida en mi oreja, eso también me doblega. Ella invade bajo mi blusa a la vez que desciende por mi abdomen. Esos dedos traviesos se apoderan de mi seno y pliegan mi falda hasta deslizarse sobre mis bragas.

—Ah... ¡Dios, Laurita! Responde —exijo sumisa, permitiendo que sus piernas abran las mías a su antojo.

—He ganado, Ani. Ponte la lencería para mí y te aseguro que cantarás —me ordena en un susurro.

—Vale, pero no me moveré mientras sigas tan cariñosa —digo y ríe.

Laurita me tumba a su lado. Debí callarme para que continuara con esas caricias.

Me levanto para cambiarme. En cuanto toco un botón de mi blusa, ella me envuelve con sus manos.

—Te ayudaré con eso. Después de todo, fue tu cumpleaños —dice con esa expresión traviesa.

—Pues sí, es lo más justo, teniendo en cuenta que me dejé ganar para complacerte —bromeo.

—¡Qué mentirosa eres! —exclama y posa su mano entre mis piernas. Su dedo del medio me frota con suavidad—. Me gusta la expresión de tu cara cuando te toco, Ani. Te enrojeces.

Laurita me besa con ternura. El tacto de sus labios y de su mano ahí someten mi voluntad. Respondo tomándola de la cintura y correspondiendo la acogida de su boca. Ella continúa desabrochando los botones restantes de mi blusa mientras me sumerge en este estado de ensueño que me atonta.

Mi prenda superior cuelga de mis hombros y cede a la gravedad cuando Laurita la empuja con sus dedos. Mi chica lame toda mi mejilla hasta mi cuello despejado. Se detiene en ese destino y chupa con gentileza. Mi pasividad estimula la placentera excitación que me domina desde hace rato. Cuando ella retira su mano de mi intimidad, surge un desesperante deseo en mi interior, pero acepto el temporal abandono. El objetivo de Laurita es quitarme el sostén y eso hace gustosa al separar las bandas. Los tirantes ruedan por mis brazos. Mis pechos respiran una breve libertad, pues enseguida son apresados por esa boca y esa lengua que los castigan con suculentos azotes y succiones.

—Laurita —pronuncio su nombre a modo de gemido, sobre todo porque su mano penetra bajo mi falda y regresa a mis bragas.

—Ani, tu cuerpo es tan bonito —dice y recorre mi abdomen con la yema de sus dedos—. ¿Te sigo ayudando con el otro cincuenta por ciento de tu ropa? —pregunta con insinuación.

—Deberías terminar lo que empiezas, ¿no? —digo y nos sonreímos.

—¡Qué aprovechada eres! —exclama, pero se arrodilla delante de mí y me inquieta.

En agradecimiento a su gentileza, masajeo su cabeza. Ella desabrocha mi falda y esta cae por su propio peso. Sus manos se restriegan por mis caderas hasta agarrar mis nalgas. Laurita está tan cerca que puedo sentir su aliento humedeciendo mis bragas.

—¡Ah! —gimo ligeramente al disfrutar con su lengua presionando el tejido sobre mi zona erógena.

Apenas estamos comenzando con nuestro juego y ya me poseen unas ganas inmensas de que explore mi interior.

Ella lame sobre mi clítoris y arriba al borde superior de mi prenda. Su boca es su herramienta para apartar el elástico de mi piel. En el proceso, moja con su saliva esa parte sensible de mí. Sus dedos, al mismo tiempo, arrastran mis bragas y descubren mi trasero.

Laurita me desnuda. Su forma de hacerlo me resulta muy sensual. Sus gestos son delicados, de ritmo tan lento que son antónimos del ritmo de mis latidos. Cuanto más me tienta, más se desespera mi corazón.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Where stories live. Discover now