Perdonada

27.4K 1.9K 2K
                                    

Mi mente ha dejado de estar tan empantanada y ya no navego por aguas tan turbias. Una noche con mi amiga Claudia me ha rescatado del pozo en el que me encuentro. Exceptuando la desagradable homofobia de sus padres, todo lo demás fue como revivir nuestros viejos tiempos juntas y entregarme al presente. Le habría contado mi secreto sobre mi vínculo con Laurita, pero siento que debo ir paso a paso porque aún temo que me juzgue y que se aleje de mí por mi engaño a Eric.

Antes de nuestra despedida, Claudia insistió en que reflexionara sobre el asunto de Ricardo y me animó para afrontar mi conversación con Eric. Ella confía en que mi relación con él saldrá adelante mientras que yo, en cambio, creo que todo se irá a la mierda de una vez y que desapareceré de la vida de los hermanos Larson. Es irónico que pierda a ambos por el mismo motivo, por Flor.

La hora del almuerzo está cerca y Eric debe estar al volver del trabajo. Suspiro delante de la puerta de la casa con las llaves en la mano. Aprieto el puño para controlar el ligero temblor. El miedo me ataca, pero estoy decidida, así que abro y entro.

Enseguida, mi mirada conecta con la de Laurita, que realiza tareas en el sofá. Ambas nos pausamos como si el mundo se detuviera a nuestro alrededor. Un segundo me basta para reconocer la angustia en sus ojos, la misma que me desgarra por dentro. ¿Qué pasará por su cabeza?

—Hola —la saludo con debilidad y dejo de agobiarla contemplándola porque eso es lo único que siento que le provoco: agobio.

—Hola —murmura con esa vocecita frágil y se centra en su cuaderno.

¿Recobramos la formalidad? Después de todo lo que hemos vivido, ¿estas cenizas de superficialidad son lo único que quedará entre nosotras?

Camino por delante de Laurita. Supone un gran esfuerzo para mí no ceder a la tentación de buscarla con la vista. Alcanzo el pasillo y también resisto el impulso de mirar hacia atrás para comprobar si ella me observa.

Tras hacer escala en mi habitación para ponerme el pijama, me dirijo a la cocina para iniciar con la comida. Hay tres pechugas de pollo descongelándose dentro de una cacerola con agua caliente en el fregadero. Las pincho y las noto blandas, listas para lanzarlas a la sartén embadurnada de aceite que reposa sobre la placa vitrocerámica. La olla arrocera está en marcha y, por otra parte, un par de tomates y una lechuga esperan a ser cortados encima de una tabla. Supongo que tengo medio trabajo hecho.

Cuando me dispongo a ponerme manos a la obra, una sombra se extiende a mi lado. Laurita aparece como un fantasma silencioso de mirada nerviosa. Sus ojos inquietos evitan enfocarme y sus labios dudan en romper con su mutismo. Yo permanezco inmóvil a causa de su presencia.

—Yo... —Suspira—. Yo lo haré.

—Puedes seguir con tus estudios. —Mantengo el mismo tono gentil que ella.

—Ya terminé. Tenía todo calculado para cocinar ahora, por eso dejé una parte adelantada. Puedes irte... —No me mira a la cara. ¿Aún siente asco de mí? Sí, seguro que aún le repugno.

—Prefiero ayudar porque yo también comeré de esta comida, es lo más justo. —Para lo poco que me queda en esta casa, lo menos que puedo hacer es seguir cumpliendo con mis obligaciones de convivencia.

—Vale... —dice y ambas extendemos nuestras manos hacia el cuchillo que hay junto a la tabla de cortar, acto que deriva en un encuentro sorpresivo y tenso sobre el mango.

Mis dedos sobre los suyos. Echaba de menos el tacto de su piel suave. La acaricio con sutileza, froto con amor. La sensación es muy agradable. Mi corazón late vivaz y el cosquilleo nace en mi estómago. Estoy tan enamorada...

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora