Sometida

83.5K 3K 5.2K
                                    

La puerta a mi izquierda, esa es la ganadora. Me cuelo con sigilo. Si lo pude hacer estando borracha, ¿por qué debería ser más torpe estando lúcida? Quizás no tan lúcida porque la camiseta se me ha enganchado en la manija. ¡Ah! ¡Qué estorbo!

Estoy dentro. Tengo el corazón a mil revoluciones por segundo. Mi Laurita duerme enredada entre las sábanas y Eric hace lo mismo al otro lado de esta pared. No debería suceder algo si reina el silencio. Por eso gateo con cuidado sobre esta cama que nos conoce íntimamente.

Laurita no me percibe. Su sueño es tan profundo que no reacciona a mis caricias en sus cabellos y su cara. ¡Qué bonita es! Me resulta graciosa con su boca entreabierta. La besaría, pero tengo una idea mejor en mente.

Recorro sus pechos con delicadeza. Mi dedo se convierte en un pincel que graba sus armoniosas curvas. Tan suave. Tan seductora. Rozo su pezón y le despierto un ligero gemido acompañado de un movimiento de su cuerpo. Su respiración aumenta notablemente. ¿La muy pervertidilla se estará excitando en sueños?

Debo darme prisa, no sea que abra los ojos antes de lo previsto. Bajo por su vientre. Su pijama no será un obstáculo para mí, aunque se le podía haber ocurrido dormir desnuda. Abro sus piernas con extremada delicadeza y coloco mi cabeza entre ellas. Detrás de ese pantalón y de esas bragas se oculta el manantial. Aparto la tela fastidiosa lentamente. Ahí está su maravilla. ¡Qué apetitosa!

Lamo con sutileza sobre la seductora línea. Laurita gime de forma casi silente y sacude su cuerpo. Una pierna embiste mi cabeza. Intenta voltearse, pero se lo impido. La mantengo abierta como una flor. Ella no sabe que esto acaba de empezar.

Mi lengua es mi arma. Presiono húmedamente sobre esa delicia de tal manera que separo sus labios, pero no penetro. Así jugó ella conmigo y me gustó. Por la forma en que gimotea y se estremece, diría que también la excita, aunque esté dormida.

Besarla ahí me produce placer, un placer que se potencia con el control que ejerzo sobre sus piernas inquietas. Laurita se moja. Mi saliva se mezcla con sus fluidos y revisten mi boca. Bebo de su manantial. Mi deseo se cumple y, a cambio, espero estar generándole un plácido sueño. ¿Estaré ahora en lo profundo de su imaginación?

—¡Ah! ¡Ay! ¡Ay, no! —gime con más claridad, pero no debería entonarse demasiado o Eric se despertará. Me enciende cuando niega lo que quiere—. ¿Ani? —Creo que ahora sí ha resucitado. Enreda sus dedos en mis cabellos y me presiona sobre su inocencia. Emplea sus pies para acariciar mi cuerpo. Yo sabía que le gustaba—. Ani, eres mala —dice adormecida.

No le respondo, mi lengua está felizmente ocupada con una de las zonas más sabrosas de ella. Me comunico a través de profundos lametazos. El punto final lo pongo en su clítoris. Ella se tensa y estira las sábanas.

—Ani, no. Para —murmura excitada. ¡Qué tentadora!—. De verdad, Ani. Ahora no. —Se me escapa. Me priva de su dulzura.

La persigo ansiosa, pero Laurita me derriba y aprisiona mis muñecas.

—Déjame terminar —digo manteniendo el tono controlado.

Ella lame mi boca y los alrededores hasta que me besa.

—Ya, Ani. No es momento para cantar, mi hermano nos puede oír.

—Muerde una almohada o algo. Venga, solo un poco más —ruego.

—¡Ja, ja! Estás tan desesperadita que me cuesta resistirme —dice e intercambiamos otro beso.

—Pues no te resistas. Solo tienes que quedarte tumbada. Yo me ocupo de lo demás. —Forcejeo, pero no me suelta. Aunque no lo parezca, tiene fuerza.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora