Cita de Amigas (I)

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De vuelta en casa tras un día interesante en el instituto. Ansiaba que sonara el timbre de salida como nunca. Durante todo el camino estuve apresurando el paso y presionando a Laura y a Eric con la excusa de que tenía hambre. Él, por suerte, se había deshecho del zombi que lo había poseído y caminó como si tuviera ruedas en los pies. A pesar de que se respiraba otro aire en el ambiente, no hablamos demasiado, más bien todo giró en torno a Laurita y su creciente popularidad entre los chicos, exceptuando el tema del poeta, ese nos lo reservamos. Eric me dijo que hice bien en espantar al tal José, que él tenía que dar el visto bueno del chico con el que su hermana decidiera tener una cita. No sé hasta qué punto bromeaba, pero la cela más que a mí en toda nuestra relación.

Nos sentamos para comer y tuve que disimular la risa. Eric, el adivino, se convirtió en Eric, el hambriento. Nuestra charla en el tejado del instituto debió sentarle muy bien, hasta el punto de curar su enfermedad melancólica. Recuperó el apetito que parecía haber perdido. El muy glotón se comió su plato, los restos de Laura y repitió otra ronda. Devoraba los muslos de pollo como un pordiosero de la Edad Media. En ese aspecto sí seguía guardando similitud con un zombi por la forma ansiosa en que enterraba sus dientes en la carne, derramando la grasa por su boca y sus manos, y arrancando los trozos a tiras. Llegó a repugnarme y le cedí mis restos también. Pobrecito, lo estaba matando de verdad.

Eric ya se ha marchado a trabajar y yo planeo darme una ducha.

—Laurita, me voy a duchar para quitarme la peste a comida grasienta que me dejó encima la asquerosa de Daniela —le digo junto a la puerta del baño.

—Vale, pero... dime a dónde piensas llevarme para saber qué ponerme —dice con inocencia mientras se estira un mechón de pelo.

—Es fácil. ¡Iremos a la playa! —digo con entusiasmo.

—Oh... —Su reacción no es la que esperaba. Su sonrisa ha mermado y se mira la muñequera. ¿Tan mal plan es?

—Pensé que te alegraría. Creía que te gustaba el mar.

—No es que no me guste ni que no me alegre... —Laurita agacha la cabeza y oculta la mirada como una niña con vergüenza.

—¿Y entonces? —pregunto con mucha curiosidad.

—Es que... no sé nadar, nunca aprendí —confiesa como si fuera un pecado.

—¡Qué boba eres! Eso no es un problema. Además, nunca es tarde para aprender, ¿no? Yo te enseñaré. Venga, anímate. Nos divertiremos mucho —le digo con mi mejor sonrisa y su rostro recupera su esplendor.

—Vale, voy a ponerme mi bikini. Estaré lista para cuando termines —me dice y corre a su cuarto.

Por un momento me preocupé. Sé que no me he esmerado mucho para sorprenderla, a cualquiera se le ocurriría ir a la playa, pero mi intención es que nos divirtamos, que ella tenga una tarde muy agradable. ¿Quién se hubiera imaginado que le daría vergüenza no saber nadar? Es tan linda. Pero me pregunto qué hará con su muñequera.

***

♫This world can hurt you. It cuts you deep and leaves a scar. Things fall apart, but nothing breaks like a heart...♫

Me entra una llamada mientras me desvisto en el baño. Es Claudia.

—Dime, fea —contesto.

—Madre mía, qué poca motivación para hablar con tu amiga —me dice.

—Perdona, es que estoy en el baño...

—¡Ja, ja, ja! Cochina, no quiero oír tus trompetazos.

—Boba, me estoy quitando la ropa —aclaro entre risas.

—¿A lo stripper? ¿Practicando para el viernes con Eric? —bromea Claudia.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora