𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚝𝚛𝚎𝚜

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Ah, sí? —Tae siguió mi juego. 

Asentí. 

—Después de probarlo, querrás casarte con quien lo preparó. —Solté con tal confianza como si aquella fuera una verdad absoluta. 

Su sonrisa cuadrada hizo aparición en todo su esplendor. Justo en aquel momento nuestra orden llegó.

—Ya veo. —Me miró aprobado mi teoría, sus ojos se empequeñecieron debido a los pómulos que empujaban la sonrisa que intentaba contener. 

Habíamos acordado reunirnos a comer juntos, aún me quedaban un par de detalles antes de la entrega final del proyecto, así que Taehyung había sugerido que hoy era el día perfecto para aquel tour pendiente por la épica cafetería a lado del edificio de mi editorial. Era el pretexto perfecto para vernos. 

—Oh, no —dijo luego de ver la hora, y se apresuró a comer el último bocado—. Tengo que relevar a Jimin, se me hace tarde. 

Justo a inicios del año había montado su propia veterinaria junto a su socio y mejor amigo Jimin. Se habían conocido desde el primer año de universidad y desde entonces eran inseparables. 

Taehyung tomó un sorbo de limonada y se sonrojó al encontrarme observándolo mientras masticaba a toda prisa. 

—¿Te gustó? —pregunté, esperando el veredicto final. 

Él asintió en respuesta. 

—La siguiente ocasión juro que traeré un anillo para el chef. 

Me reí. 

Después de pagar y tomar nuestras cosas, me dejó en la entrada de mi edificio a unos cuantos pasos de la cafetería y nos despedimos. Lo vi ponerse su chaqueta mientras caminaba alejándose por calle, volteó a verme una última vez y levantó su celular agitándolo. Enseguida una notificación llegó. 

TAE_15:02 

Nos vemos esta noche en el tren, ¿cierto? 


Cuando levanté la vista para verle, apenas alcancé a divisar su silueta dando la vuelta por la esquina. Estaba segura que aquella sonrisa se quedaría pintada en mi rostro por el resto del día.  


ººº

—Nat. . . —Seokjin se recargó en mi escritorio, su rostro quedó justo a la altura de la pantalla de mi ordenador, obteniendo mi total atención después del pequeño sobresalto. Me quité ambos audífonos. 

—Hey. 

Él sonrió. 

—Llevo unos diez minutos tocando. Espero no te moleste que entrara, la puerta estaba abierta. 

—Oh, no. Para nada —señalé a los culpables de mi distracción, que aun seguían en mis manos—. Lo siento, no te escuché —me disculpé. 

Seokjin hizo una mueca restándole importancia. —Descuida. 

—Dime, ¿cómo puedo ayudarte? —pregunté mientras le ofrecía tomar asiento. 

Sentí las miradas intrusas echando un vistazo por la puerta, vi por encima del hombro y corroboré que un par de personas husmeaban a la distancia y sin discreción hacia nosotros. La situación se repetía todo el tiempo, comenzaba a acostumbrarme. Seokjin parecía tener embrujado a más de la mitad del personal, que solía desvivirse cada que nuestro director editorial paseaba alrededor. 

YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora