𝚎𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚜𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚢 𝚓𝚊𝚖𝚊́𝚜

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Seokjin tecleó los dígitos y abrió la puerta de su lujoso departamento. Estaba agotado. Ni siquiera había logrado llegar al aeropuerto en Incheon, a mitad de camino había pedido al chofer de su madre que se detuviera en la estación más cercana. Así, sin más explicaciones, tomando su pequeña maleta de mano se había bajado del vehículo y había vagado el resto de la tarde entre las calles de Gangnam. No deseaba volver a la oficina ni llegar a su departamento. Solo en ese momento se había percatado de lo mucho que le hacía falta espacio y un poco de aire fresco para procesar todo lo que había sucedido en los últimos años que en realidad seguía sintiéndose como si hubiese sido ayer.

Los recuerdos seguían latentes. La angustia seguía vibrando en su piel. Él. Ella. Todos se habían convertido en esclavos del pasado.

Desabotonó su camisa y la dejó caer descuidadamente en su camino a la ducha. Necesitaba un poco de tibieza, un poco de paz mezclada con el calor de un toque. Pero lo único de lo que podía disponer, era del ardor de las gotas calientes golpeando sobre su espalda y las palabras de su padre retumbando en su cabeza. Tenía que hacer algo si quería conservarla a su lado. Un movimiento inteligente que les permitiera un poco de tranquilidad quizá no era tan descabellado después de todo.

Su abuelo le había ofrecido un puesto importante en una de las filiales de la compañía en Londres, también habría un lugar para Nat. Su familia le conocía muy bien, sabían que iba enserio con ella. Su madre no le había visto así jamás, así que ni siquiera había intentado convencerle de continuar con las citas que solía concretarle con todas aquellas chicas prospecto que le parecían las mejores opciones para la familia. En cambio, aceptando su relación y conociendo el tortuoso pasado de Nat, le había planteado a su hijo lo bien que les haría empezar juntos de desde cero en otra ciudad. Ambos necesitaban huir de sus propias sombras.

Pero, ¿querría ella ir con él?

Seokjin agachó la cabeza. El agua corrió cayendo por su nuca, siguiendo el camino por su cuello hasta su espalda.

Retomarían la terapia, probablemente esta vez funcionaría. Nat estaría mejor.

¿Podría amarlo después de un tiempo?

Sabía que ella no estaba pasándola nada bien, llevaba los últimos tres años intentando sobrellevar su pérdida pero no había ninguna fuerza humana que lograra aligerar su quebranto. Lo sabía porque había estado a su lado desde el comienzo, y lo habían intentado todo. Habían agotado todas las opciones. Y, aunque le dolía demasiado, podía entenderlo. Eran incontables las veces en que el corazón se le estrujaba ante la idea de perderla, por eso podía darse cuenta de que aquello era la causa de su ausencia —porque así se sentía estar con ella—, Nat estaba a su lado pero su corazón se había quedado atrapado en otra sintonía. . ., en la sonrisa y la mirada de alguien más. Algunas veces, cuando sus labios se liberaban de ataduras y sus manos lo envolvían con caricias, la veía cerrar sus ojos y sonreír. Entonces el nudo en su garganta bajaba hasta su pecho, pesado como hierro. Con el tiempo había aprendido a distinguir cuando ella pensaba en "él".

Su amor era dulce pero el sabor que dejaba detrás era el más amargo. Aún así, la amaba, incluso a sabiendas que su sentimiento era unilateral. ¿En qué momento su corazón se había prensado a ella? Quizá había sido cuando le había oído reír con tanta libertad hasta perder el aliento, o eran sus ojos marrones y cálidos que le atacaban con un pinchazo en el pecho cada que lo miraba. Su ingenio, su pasión. . . , o tal vez la sensación de que a su lado podía ser simplemente él mismo. De cualquier forma, le era imposible resistirse a ella.

YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora