𝚢𝚘𝚞𝚛 𝚜𝚒𝚍𝚎 𝚘𝚏 𝚝𝚑𝚎 𝚋𝚎𝚍

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Siento la pesadez en mis pies, no sé si estoy cansada de este día o de toda mi vida. Es la hora pico y este lugar es un mar de gente. Puedo observar el rostro de algunos tantos que pasan a mi lado con apenas un hilo de energía. Todos queremos llegar a casa, descansar un poco —o al menos fingir que lo hacemos— para volver a nuestras monótonas vidas al día siguiente.

A la distancia: el ruido del tren que se acerca. La gente también lo hace. Doy un paso en cuanto lo diviso, mientras camino me pregunto qué demonios hago aquí.

Huir. Como siempre.

Los recuerdos que me he obligado a olvidar pasan por mi mente. Vívidos. Muy reales.

Parece que no importa a dónde vaya, mi pasado siempre irá conmigo. Parece que no importa el lugar, puedo sentirme intrusa de mi propia vida, de mi propio cuerpo. ¿En qué momento llegué a punto? Tal vez siempre ha sido así y ya me he olvidado.

Camino hasta el fondo, empujada por un par de personas que entran con prisa. Busco con la mirada mi lugar predilecto, ese que se ha vuelto mi pequeño refugio. De lunes a viernes, siempre la esquina izquierda de la parte trasera. Me tomo del barandal mientras mis ojos recorren atentos los rostros de las personas cercanas—siempre lo hago—, todos parecen lejanos a este mundo, todos viviendo en su propia cabeza. Me pregunto si se sienten como yo, o si soy la única que no sabe por qué quiere llegar a casa.

Creo que no quiero llegar a ella, pero tampoco sé adónde quiero ir. No me gusta, pero tampoco tengo otro lugar en mente. Quizá solo es que no tengo un lugar de pertenencia. Esa idea ha dado vueltas en mi cabeza los últimos días.

No soy de aquí, ni de allá. Irónico.

Y entonces me pregunto. . . ¿qué hago del otro lado del mundo?

¿Fueron mis sueños, los caprichos o una corazonada? ¿O en realidad fue el hartazgo, la desilusión y un corazón destrozado?

Creí absurdamente que alejarme sería la mejor decisión. Pero supongo que no tuve en cuenta que no puedo escapar de mí misma.

Lo único que escapa libre es un suspiro. Me doy por vencida.

Recargo levemente la cabeza en la ventana. Vuelvo a mirar a la gente a mi alrededor, soy la única diferente ahí dentro. Observo más arriba los letreros escritos todos en coreano. Pollo frito, una escuela de inglés, ofertas de una popular marca de soju, y uno un tanto desubicado que ofrece servicios casamenteros en pleno siglo XXI. Me rio. Quizá debo intentarlo.

Dirijo mi vista a la ventana contraria, las luces en el oscuro túnel parpadean a prisa. Vuelvo a suspirar, han pasado ya tres años desde que me rompieron el corazón.

Y dos de esos años se han ido volando en un país diferente, en el que lo único que he hecho es aprender el camino de casa a la oficina, además de presumir mi conocimiento culinario resuelto con los combos en el menú de la cafetería de a lado, todos impresos en mi memoria.

Me prometí a mí misma que haría cosas nuevas, pero, ¿a quién engaño? Me muero de miedo, una vez más: huyendo. Evitando confrontarme a mí misma y llenándome de trabajo. . ., para no pensar.

Amo este país, su gente y mi empleo, pero debo confesar que lo que había imaginado más como un sueño, realmente se ha vuelto más cercano a una pesadilla. De esas que te hacen despertar con un vacío en el pecho.

¿Acaso el problema soy yo?

Me pregunto si realmente hay un lugar para mí en alguna parte de este planeta. Sigo despertando todos los días sintiendo que algo me falta.

El sentimiento no se ha hecho esperar. Comenzó como un nudo en mi pecho, subiendo caliente por mi garganta hasta inundar mis párpados. Había llegado a mi límite. Llevaba tantos meses evitándolo, era absurdo no pensar que en algún momento me quebraría. Pero, ¿por qué rayos en el tren?

¿Enserio?

Una lágrima cayó y enseguida vinieron más, había sido mala idea dejar ir la primera porque ahora se había vuelto algo incontrolable.

Sabía que nadie se daría cuenta, todos estaban inmiscuidos en sus propios pensamientos y problemas como para notarlo. Pero sentía pena por mí misma, tenía que parar.

No pude. Siguieron resbalando por mis mejillas sin control mientras buscaba torpemente un pañuelo en mi bolso.

Un ligero toque me congeló. Su pulgar recogió delicadamente la humedad de mi rostro. Alguien había presenciado mi patético momento de drama. Quería que la tierra me tragara. Sin querer hacerlo, terminé levantando la vista como un impulso natural y me encontré con sus ojos. No supe cómo reaccionar.

—Lo siento. ¿Estás bien? —salió de los labios del desconocido.

Asentí.

—Fue un reflejo. Perdona si te incomodé.

Su voz era muy profunda, y la mía no tenía intenciones de salir aún. No supe qué decir. Seguí mirándolo a los ojos, confundida. Ligeramente más alto que yo, no sé si era su cabello o su chaqueta azul la que hacía resaltar perfectamente su piel bronceada. Parecía un príncipe de cuento con la piel  de durazno tiernamente besada por el sol. Me encontré de pronto obligándome  a mi misma a no tocar su rostro. Era como tener una obra de arte viviente frente a mis ojos. Volteé discretamente a un lado, ¿es que la gente en el tren no se daba cuenta de su presencia?

—Soy Taehyung. Kim Taehyung —me dijo, tratando de hacer menos incómodo aquél momento—. ¿Y tú? —Sonrió tiernamente, mostrándome sus perfectos dientes a través de su peculiar sonrisa cuadrada.

—Me llamo Natalia —le devolví la sonrisa— Nat. Nat es más fácil.

—Mucho gusto, Nat —respondió él, pronunciando mi nombre adorablemente. Luego extendió su mano, la cual estreché.

El tren se detuvo y se abrieron las puertas. Miré por inercia a la ventana y me di cuenta de que justo esta era mi estación. El corazón me pegó un brinco y corrí a la salida.

—¡Gracias, Taehyung! —grité antes de salir del vagón, echando un último vistazo.

Taehyung me sonrió y agitó su mano en el aire a manera de despedida ante la entrometida vista de un par de mirones.












ººº

Hola, babies

¡YSOTB ha vuelto!

Estoy muy emocionada con esta nueva versión, espero que les guste y lo disfruten tanto como yo.

Sé que puede ser un poco raro para quienes ya lo leyeron antes, pero denle mucho amor a esta edición♥‿♥

¡LAS PURPLEO!





P.D: ¿Es su primera o segunda vez por aquí?

YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️Where stories live. Discover now