𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘

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—Contratada —caminó hasta las latas y las levantó del suelo para arrojarlas en el bote más cercano—. Igual no necesitamos poderes y podemos intentarlo un día de estos. . .

—Eso me gusta —contesté mientras me agachaba para levantar una lata que él no había alcanzado a recoger—. Ya estoy imaginándome cómo hacer que una de estas quepa por un orificio nasal . .  . 

Taehyung se echó a reír. 

—Okay, Tashi. Ahora que te escucho decirlo, suena más perturbador de lo que pensaba —me quitó amablemente la lata de la mano para tirarla en el bote junto a las demás—. ¿Te parece si elegimos la inmortalidad? 

—Me parece —sonreí. 

—Pues yo creo que deberían elegir volar, porque son muy lentos —Jimin interrumpió, venía de la mano de Yeji. Habían tenido que regresar a buscarnos pues ellos iban demasiado adelantados—. Vamos, que ya no falta nada. 

Era verdad, el teleférico no estaba a más de dos cuadras. Jimin y Yeji ya habían comprado boletos para nosotros, así que no tuvimos que formarnos. La vista nocturna de Seúl desde los aires era espléndida. Me pareció la mejor idea del mundo haberla visitado de noche. Todo estaba repleto de pequeñas luces que hacían juego con los reflejos de la ciudad a lo lejos. Era una conspiración mágica. 

Caminamos por un buen rato entre divertidas pláticas, las anécdotas de Jimin y Tae eran únicas. Yeji reía tanto como yo a pesar de haberlas escuchado ya una infinidad de veces. Salía con Jimin desde la preparatoria, así que conocía cada una de ellas y había estado presente en un par. 

Los observé por un momento. Si alguien medio año atrás me hubiera dicho que conocería personas asombrosas y haría muy buenas amistades, jamás lo habría creído. Me alegraba de haber coincidido con Tae aquella noche en el tren. 

—Tashi —Tae puso su mano en mi hombro—. Tenemos algo para ti. 

—¿Ah, sí? 

—Sí —afirmó Jimin—. Se trata del ritual de iniciación. 

Volteé a ver a Yeji. 

—Lo sabes. Están locos —me dijo, y luego se rio—. No tienen remedio. 

Jimin se acercó a mi lado y tocó mi otro hombro. Del bolsillo de su chaqueta sacó un candado azul en forma de corazón. Había escuchado antes de ellos, escribías tus iniciales y las de tu amor en él antes de colgarlo en alguna de las rejillas que delimitaban los pasillos del mirador. Me puse nerviosa y triste a la vez, no tenía inicial qué escribir junto a la mía. 

—Todos lo hemos hecho. Ahora es tu momento —puso el candado en mis manos. Supuse que vio el pánico en mis ojos, se giró hacia Tae —¿Le explicas? —le indicó y junto a Yeji me sonrió antes de que Tae me pidiera que lo siguiera con una seña. 

—Vamos, Tashi. Elijamos un lugar donde colgarlo. 

Caminé a su lado, sin entender del todo qué significaba eso. 

—Yo. . . 

—Tienes que escribir tu nombre —sacó un plumoncito y me lo entregó antes de que yo pudiera pronunciar algo más—. Y una promesa de amor para ti misma. 

Lo miré confundida. 

—No suena tan romántico, lo sé —se disculpó—. Pero creemos que el primer amor que hay que cultivar es el propio —sonrió—. Así que antes de que vengas con alguien más a prometer amor eterno y unir tus iniciales con otras. . . 

—Debe estar sólo el mío. 

—Así es. Dime, ¿qué promesa de amor es más fuerte y verdadera que la que podemos hacernos a nosotros mismos? 

YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️Where stories live. Discover now